Por: Sandra Rodríguez
Tegucigalpa, Honduras.- Salió caminando de la casa, era el 01 de mayo del 2016 <<domingo>>, recuerda su madre, Silvia Castillo, quien caminó por las calles sosteniendo de la mano a su hijo menor, Tomás Enrique García Castillo, durante manifestaciones históricas, y que fue ejecutado hace dos años, después de la movilización del “Día Internacional del Trabajador”, en Tegucigalpa.
Tomás, apenas empezó a dar sus primeros pasos, ya acompañaba a la profesora Silvia, lo llevaba al trabajo, a las clases en la universidad, era su compañero inseparable, y siempre vivieron juntos.
Era un niño inquieto, curioso, hiperactivo, colaboraba a pintar mantas junto a su madre y demás compañeros de la Fuerza Universitaria Revolucionaria (FUR), en la década de 1980. De ahí surgió el apodo de “Pantera”, porque siempre andaba corriendo y haciendo todo apresurado.
Su madre le decía que estuviera tranquilo, que parecía que iba de viaje, y efectivamente a sus 36 años partió involuntariamente de este mundo, cuando fue secuestrado cerca del parque central de Tegucigalpa, por escuadrones de la muerte. Lo torturaron y mataron en lo que llaman “ejecución en fuga”, por eso la Fiscalía de Delitos Contra la Vida del Ministerio Público, se supone que no da respuesta, ya que no hay autores materiales ni intelectuales a quien responsabilizar.
Dos años después de la ejecución se ha cambiado en seis ocasiones a los agentes responsables de la investigación, y lo que avanza la impunidad a pasos agigantados, afirmó Castillo, dirigente estudiantil en la década de los 80, en medio de la implementación de la Doctrina de Seguridad Nacional (DSN), por el gobierno de los Estados Unidos y Honduras.
La historia se repite
La historia se repite, jamás pensé que iba a suceder algo asi con mi hijo. Ne los ochenta vivíamos con cuidado de no ser victimas en carne propia, esa DSN parece que fue postergada.
Hace tres décadas las acciones se hacían con mucho tacto, a los líderes sociales los desaparecían, pero ahora ejecutan las acciones de lesa humanidad sin pensarlo mucho, ni siquiera toman en cuenta que la comunidad internacional los está viendo.
Incluso en la época de Tiburcio Carías Andino (dictador 1936-1949)m}, era Encierro, entierro y destierro, y 70 años después la dictadura de Carias se ha vuelto a implementar de manera sileciosa, también la época oscura de los 80 que dejó 184 detenidos desaparecidos políticos. A eso se le aumenta la “guerra mediática”, los medios de comunicación no dicen la verdad, se habla de muerto, pero no de ejecutores. Se investiga al muerto, pero no al asesino.
A Tomás le habían dado persecución desde su lucha contra el golpe de estado del 2009, pero nunca quiso abandonar el país, porque creía que la lucha se da en casa, en las calles, justo desde donde lo arrebataron.
-Nunca quiso irse al exilio, pese a las constantes amenazas que recibía por ser parte del Frente Nacional de Resistencia Popular, FNRP, surgido tras el golpe de Estado del 2009. El Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras, COFADEH, estuvo en la disposición de ayudarnos, pero no quiso, afirmó la docente-.
“Mami me van a asesinar”, me decía, pero yo no lo creía, había pasado siete años del Golpe, y aún seguía la persecución contra gente del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP), en que sirvió en la comisión de seguridad entre 2009-2010, para restaurar el orden constitucional de Honduras.
Su espíritu se mantiene vivo
La vida de Tomás Enrique quedó impregnada en el viento, en las voces, en las calles. Se viene otra movilización del “Día Internacional del Trabajador”, y su madre estará -como siempre- en la manifestación popular, pero desde el año pasado, hay una diferencia, cambió su pancarta de exigencia por demandas salariales o enmiendas a la canasta básica alimenticia; ahora, su demanda es por justicia, que cesen las persecuciones y ejecuciones contra jóvenes, líderes estudiantiles, líderes sociales y toda aquella persona que cree que se puede tener una mejor patria.
Para ese día, además, el nombre de Tomás se escuchará en la Eucaristía de la tarde de la parroquia San Juan Bautista, en esta ciudad, “por si le falta alguna oración, hay que mandarle a decir su misa”, expresó su mamá. Aunque ambos fueron escépticos a la religión, ese día es de reencuentro con la familia y amigos que mantiene su memoria.
Aunque recibió los sacramentos en la fe católica, creció junto a la espiritualidad de su madre, en una concepción “diferente” de ver la vida, diferente en cuanto a lo que las mayorías creen, explicó Castillo.
Él me decía ‘mamá como quiere que sea diferente’ y supe que éramos iguales en pensamiento ideológico y social, por lo que dejé que siguiera en su línea de librepensador. Era musico, ejecutaba la batería y la guitarra, disfrutaba del rock, la música era parte de su vida.
El duelo en el corazón de una madre no pasa, pero en esta ocasión “quiero recordar a mi hijo con lo positivo, con su alegría, con sus mejores acciones”, afirmó Silvia Castillo, quien ha llorado la ejecución de su hijo.
Cada lágrima es producto de la impunidad que cobija los crímenes y sus ejecutores, en uno de los países más peligrosos para defensor derecho humanos, donde ser diferente es un crimen imperdonable.
Y el próximo martes estará la defensora de derechos humanos Silvia Castillo, madre de Tomás, caminando por las calles, exigiendo justicia, ya no con el pequeño Tomás agarrado de su mano, como en las movilizaciones del “abril heroico” de 1988 con la FUR histórica, sino que caminará con el retrato entre sus manos y la mirada triste porque la justicia brilla por su ausencia…