Por: Sandra Rodríguez
Tegucigalpa, Honduras.- Muchas familias en este día guardan un espacio para alguien que esperan, sin saber cuándo volverá. Las respuestas se las han llevado a la tumba muchos de los perpetradores de violaciones a derechos humanos.
Uno de los más recientes que se fue con esa deuda pendiente fue el primer presidente de la supuesta era democrática, Roberto Suazo Córdoba (1982-1986), enterrado ayer en su natal La Paz, y con su cuerpo se sepultó parte de la esperanza de tener un informe sobre los detenidos desaparecidos por razones políticas en la guerra fría.
La navidad mantiene la esperanza en familias que han sido rotas, exiliadas y entristecidas. Las madres, esposas, hijos e hijas de los Detenidos Desaparecidos no fueron vencidas en la búsqueda de verdad y justicia.
En la década de los ochenta, no había fecha específica para los ejecutores de la Doctrina de Seguridad Nacional (DSN), implementada por el gobierno de los Estados Unidos de América, bajo el mando de Ronald Reagan y como vicepresidente, George Bush (padre), y Suazo Córdoba siguiendo línea “contra guerrilla”.
En las vísperas de Navidad de 1984 fue detenido desaparecido el periodista y defensor de derechos humanos José Eduardo López, quedó de encontrarse con su esposa Nora Melara para volver juntos a celebrar la nochebuena con sus hijos, y ya no lo volvieron a ver.
Un día me dijo, si alguna vez me hacen daño, si me matan, quiero que pongas en mi tumba “aquí yace Eduardo López, un hombre que creyó que todo ser humano merecía vivir con dignidad, salud, empleo, comida, techo y educación”. Él seguiría peleando por esos derechos. Nora Melara
Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU) -La familia y los amigos de las personas desaparecidas sufren una angustia mental lenta, ignorando si la víctima vive aún y, de ser así ¿dónde se encuentra recluida? ¿en qué condiciones? y ¿cuál es su estado de salud?. Además, conscientes de que ellos también están amenazados, saben que pueden correr la misma suerte y que el mero hecho de indagar la verdad tal vez les exponga a un peligro aún mayor.
Tres décadas después, la figura de desaparición forzada volvió, los mismos actores, sin juicio y sin castigo. Hay más familias además de las 184 de la década de los 80, al menos una docena en el marco del golpe de Estado del 2009, y una familia víctima durante el “toque de queda” en el fraude electoral del 2017, que no volvió a saber de Manuel de Jesús Bautista Salvador.
Así como las 34 familias de las víctimas de asesinatos políticos en diciembre del año pasado y enero del 2018. Tal es el caso de Walter Lemus, quién en las vísperas de Navidad estaba escuchando canciones alusivas a la oposición,en eso unas personas en motocicleta le dispararon.
Cómo pudo llegó a su casa la nochebuena y luego traslado a un hospital, dónde expiró el 24 de diciembre.
Me parece que por eso le vino la muerte a mi perrito (como de cariño le llamaba), por el partido que él entregó su corazón y ahora entregó su vida”, expresó Nely Gómez, su esposa, a Defensores en Linea, recién pasados los hechos.
Así mismo, hay cinco presos políticos en los centros penitenciarios de El Pozo (Santa Bárbara), La Tolva (El Paraíso), ambos de máxima seguridad. Granja penal de El Progreso (Yoro), y la Penitenciaría Nacional Marco Aurelio Soto (Francisco Morazán). Y un abrazo exiliado político en Costa Rica, el líder estudiantil Eduardo Urbina, quién cumplió un año de no ver a su familia.
Es la noche de navidad, cientos de familias carecen de un abrazo, y sobra la falta de voluntad política para que haya verdad y justicia, los derechos a los que las víctimas de lesa humanidad apelan.
No guardamos odio, porque no somos como ellos, ni deseamos males, guardamos amor para nuestros parientes, deseamos justicia, ha declarado la coordinadora general del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH), organización insigne en la defensa de derechos humanos que arribó a 36 años sembrando memoria.