Fotos y Texto: Sandra Rodríguez
Tegucigalpa, Honduras. – Hay quienes disfrutan el clima tropical. Un día de playa o río. Apaciguar el calor bajo la sombra de un árbol de tamarindo, guapinol, mango, cedro o aceituno; saborear unos jocotes, sandía, naranja o melón; desayunar con un pozole de maíz y leche fresca en huacal, y al atardecer tomar un sorbo de café o pinoles caliente junto al fogón donde se cocina los frijoles.
Ese paraje natural existe en Honduras. En “la ruta del sur” que avanza con los rayos del sol, y por las noches en la zona costera los pescadores preparan sus lanchas para adentrarse al mar.
Sus carreteras polvorientas se pierden entre el bosque seco, colinas, cerros, valles y el colorido techo de tejas que cubren las casas de adobe contrastando con las edificaciones de estilo colonial y haciendas.
Al encuentro sale el ganado que camina por las calles, y los imponentes “ríos Grandes” que nacen en Lepaterique, departamento de Francisco Morazán, y adoptan nombres a su paso por el sur. El río “Grande o Choluteca” toma su cauce por El Paraíso y Choluteca; mientras que el río “Grande Nacaome o Reitoca”, atraviesa Valle; ambos desembocan en el Golfo de Fonseca; y el río Goascorán que sirve de frontera internacional entre Honduras y El Salvador.
Sin duda el Sur de Honduras no esconde nada -al contrario- toda su belleza resplandece desde siempre, pese a que se ha llegado a creer de un abandono y desinterés político, y el supuesto intento de rescatar la zona a través del programa estatal “la hora del sur” que más es una amenaza para sus habitantes.
La riqueza de Choluteca y Valle, región habitada por etnias indígenas, entre ellas los Chorotegas, fue explotada con la llegada de los españoles, que aprovecharon para fundar en 1535 por don Cristóbal de la Cueva, la Villa de Xejez de la Frontera de Choluteca, visualizando una ubicación estratégica para la comunicación con Guatemala y Nicaragua.
Cabe señalar que, los grandes yacimientos de minerales y vastas extensiones de tierra aptas para la ganadería y la agricultura, permitieron que Choluteca se convirtiera en una de las más importantes y ricas villas de los españoles en Honduras.
Mientras que Valle posee una industria manufacturera agropecuaria y de sal, además ahí está el único puerto que tiene Honduras en el Pacífico, afirmando lo que vieron los colonizadores en el siglo XVI, la conexión Internacional, actualmente la inmediatez a Nicaragua y El Salvador.
Aquí está el parque nacional marino Archipiélago del Golfo de Fonseca, entre Amapala y Alianza, y zona de anidamiento de una gran variedad de aves nativas y migratorias.
Forman parte de este archipiélago las Islas: Garrobo, San Carlos, Exposición, Violín, Sirena, Comandante, El Padre, Las Almejas, Los Pájaros, Pacar, Coyote, Inglesera, Conejo, Zacate Grande y El Tigre, siendo estas dos últimas las más grandes.
Desplazamiento forzado
Es común escuchar que las personas en las grandes ciudades o zonas de trabajo dicen “soy del sur” sin especificar a qué región se refieren. Puede ser La Paz, Olancho, El Paraíso, Choluteca o Valle, aunque sea centro-occidente u oriente.
Defensores en Línea conversó con Franklin Almendares, secretario general de la Central Nacional de Trabajadores del Campo (CNTC), sobre la situación de los y las campesinas en el sur del país, y cómo han sido afectados por los llamados proyectos de desarrollo y acaparamiento de tierras para el monocultivo en Choluteca y Valle.
Y es que siguen llegando nuevos colonizadores, para el caso, en los municipios de El Triunfo y Namasigüe, en Choluteca; y Amapala, en Valle, la CNTC registra 44 empresas campesinas que habitan en comunidades que lucha por la tierra permanentemente, de las que desaparecieron dos.
“Nos enfrentamos a varios problemas, en su momento era contra los terratenientes, y luego el Instituto Nacional Agrario (INA), que nos hizo una mala jugada y el gobierno mismo, de entregar las tierras a empresas dedicadas a la producción de monocultivo de melón, sandía y caña de azúcar, es igual decir a transnacionales”.
Pese a que las tierras de Honduras son de naturaleza ejidal y nacional, más de 300 mil familias campesinas no tienen acceso a ella, y se enfrentan al Estado, porque son sus instituciones que deben legalizar los títulos de dominio pleno, añadió el dirigente campesino, pero las trasladan al poder privado con una jugada que puede ser de interés económico.
Almendares destacó que, ahora hay un nuevo fenómeno en el sur, y más peligroso “nos enfrentamos a empresas transnacionales con mucho poder político, económico y militar, acompañado del poder de nuestro país, me refiero que le han dado un nuevo rumbo a la aspiración de tener esas tierras”.
Ya no es tan interesante tener tierras para el cultivo de granos básicos y subsistencia familiar, se dieron cuenta que esas tierras tienen un gran potencial, y con las fuertes temperaturas de la zona, que llegan a un promedio de 38 grados centígrados, abrió paso a las empresas generadoras de energía fotovoltaicas.
La instalación de paneles solares, no sólo rompió el paso de aves migratorias, sino que, por el corte de árboles desplazó la fauna regional y aumentó la temperatura ambiente.
En cuanto a este tema, el profesor Lempira Rivera, tiene un huerto en el patio de su casa, y comentó que el cambio climático ha hecho que disminuya el tamaño y calidad de las frutas, porque hasta el aire es más fuerte y bota la flor.
Hay un dicho que asegura “Nacaome, es el lugar donde nació el diablo” entre risas, el docente afirmó que, el sur es bello, es rico, es productivo, pero ha sido olvidado por los gobiernos; sin embargo, ahora se está llenando de industrias “atraídos por su temperatura” que sólo vienen a explotarlo como zánganos, y los beneficios sólo son para ellos.
Si bien la población se las ingenia para reforestar, adaptarse a nuevos cultivos e incluso a temperaturas más calurosas, ha sido imposible perder comunidades a causa del desplazamiento de tierras altamente fértiles, pero con dictámenes falsos diciendo que sus niveles de fertilidad no eran aptos para el cultivo e instalaron esos parques de paneles solares, según la CNTC.
En consecuencia, hubo un despojo total de las tierras para que las familias campesinas no tengan nada.
El brillo del sur
Al paso de la carretera Panamericana, se observa el resplandor del sol sobre el río Grande o Nacaome, pero es como en pequeños charcos, y no la corriente que debería ser, para llegue con toda su fuerza al mar.
Parte de la muerte del río se debe al extractivismo minero, que para su funcionamiento necesita grandes cantidades de agua y la retorna contaminada, cómo se ha compartido la experiencia en el Valle de Siria, Francisco Morazán; Río Guapinol, en Tocoa; el Río Nacaome/Petacón, en Reitoca, por mencionar algunos casos donde la población advirtió problemas y se organizó para defender los bienes comunes de la naturaleza.
Hay concesiones mineras que tienen acaparado casi todo el municipio de El Triunfo, y lo que es una apuesta de este gobierno es la instalación de la primera Zonas de Empleo y Desarrollo Económico (ZEDE) como le llaman ellos “ciudades modelo”, eso terminaría de despojar totalmente a las familias campesinas, porque se extendería hasta pegar a la península de Zacate Grande, en Valle, según Almendares.
El impacto sería muy negativo, despojarlos de donde han vivido es como la muerte de esas familias, porque sería un sistema dentro del mismo Sistema, y la población originaria ya no sería parte de ella.
Este desplazamiento conlleva a la migración forzada, aún no hay un dato que represente la cantidad de personas que han debido irse del país, se está acelerando las caravanas migrantes, y hay un impacto en la familia, en la comunidad, en los mismos grupos de defensores de derechos humanos.
La hora de la muerte
Paradójicamente desde el régimen de Juan Hernández, se habla desde el 2015 de “La hora del sur”; sin embargo, con todo lo que está sucediendo es “la hora de la muerte” afirmó el defensor de derechos humanos e integrante de la Asociación para el Desarrollo de la Península de Zacate Grande (ADEPZA), Pedro Canales.
Compartimos con Pedro durante un plantón frente al Ministerio Público, el viernes 29 de marzo, para que se haga justicia por el asesinato contra el periodista Gabriel Hernández, en Nacaome,Valle.
Con este crimen se siente un vacío en los medios de comunicación, es una forma de imponer miedo, a Gabriel lo asesinaron el 17 de marzo pasado, en un ataque a la libertad de expresión. Cabe señalar que Pedro y dos compañeros más, tienen un proceso legal desde abril del 2010 por defender el espacio de la radio comunitaria “La Voz de Zacate Grande” en Puerto Grande, Amapala.
En el sur del país, los procesos judiciales ya no son individuales, sino que procesan en comunidades por usurpación, daños y amenazas, en la mayoría de casos.
La gente teme hacer denuncias, pero continúa el desplazamiento de Población con la venta de predios y playas, para supuestos complejos habitacionales o acaparamiento de tierras.
Mientras se ha perdido dos comunidades campesinas en El Triunfo: la “12 de septiembre” y la “09 de septiembre” porque el INA falló en contra de ellos y se las entregó a ganaderos poderosos de la zona y estos a su vez están ya proponiendo su venta para que se instalen esos “proyectos de desarrollo”, según Almendares; en Playa Blanca el terrateniente Jorge Luís Cassis, ha dicho que va a vender a quién él quiera, pero sin gente, y en esa línea viene el hostigamiento, la cárcel y después la muerte de quienes se oponen, como sucedió con Santos Hernández, el mes pasado, que otra persona le hirió la cabeza, aseguró Canales.
Monocultivo= muerte
El acaparamiento de tierra se disfraza en el monocultivo, es algo muy grave ya cuando la vista no alcanza ver límites a la siembra de grandes extensiones de tierra del mismo producto, ocasionando problemas para el campesinado.
Los ricos dicen, aquí está mi escritura , refiriendose a dónde es la casa de familias que han vivido ahí toda su vida, eso es lamentable, además hay 36 concesiones mineras, dejando sin playa, mangle, bosque y tierra a la gente, reiteró Canales.
Dato: 3,800 manzanas de tierra en poder de Miguel Facussé (fallecido en 2015), lo demás se distribuyó en el Club de Coyolito, en la Península de Zacate Grande. ADEPZA.
Al cambiar el cultivo diversificado por el monocultivo, no solo afecta a la tierra, sino al ambiente porque hay un excesivo uso de agroquímicos altamente tóxicos.
Hay que agregar el desmedido uso y contaminación del agua que emplean para el riego, según los líderes campesinos.
Además, con el uso de maquinaria industrial, hacen a un lado la fuerza de trabajo y empeoran la situación de desempleo en el país.
En el sur no hay seguridad alimentaria, mucho menos soberanía, porque todo lo que produce es para exportar, generando ganancias para la empresa privada y al mismo sistema público que percibe dinero por el pago de impuestos, permisos de operación y exportación, afirmó el representante de la CNTC.
Por su parte, el ex presidente de ADEPZA, recalcó que el Sur tiene una riqueza sostenible, pero teme que la ruta sea hacia la muerte, y es un camino dónde tienen responsabilidad políticos locales desde alcaldías y diputados, que no cumplen con su función de velar por el cuidado de la población y sus bienes.
Aunque Choluteca y Valle produzca valiosos alimentos para el mundo, el pueblo hondureño ni siquiera tiene acceso probarlos porque si dejan algo es de quinta categoría, entre más pequeño y feo un producto es porque recibió más químico, y es lo que trasladan al comercio informal. Franklin Almendares
Debe haber un responsabilidad directa del INA como institución rectora del sistema agrario en el país, a garantizar seguridad jurídica para las familias campesinas otorgando títulos con dominio plenop.
Pero en este momento más bien están emitiendo certificados de inafectabilidad, con lo que no tienen acceso a la tierra porque “no son aptas para el cultivo”, pero si para otro tipo de inversión que solo aplican las transaccionales y gente de mucho poder.
Sobrevivencia
La población del sur de Honduras ha sobrevivido durante siglos por la resistencia campesina, que es el mecanismo y la posesión de la tierra que es el principio jurídico, los primero en acción son los primeros en derecho.
Otra defensa son expedientes de solicitud ante el INA, y por supuesto es el despertar del campesino, ellos apelan al acompañamiento de organizaciones nacionales e internacionales y conocen sus derechos.
Sin duda, para Franklin, Lempira y Pedro, lo que brilla en el sur es su gente, trabajo, amor e interés permanente por la tierra, la lucha por tener tranquilidad y prosperidad para la familia ¡es lo que les permite estar ahí!
Pese a la inexistencia de un marco jurídico que garantice la seguridad y la tenencia de la tierra, ellos y ellas seguirán renovando energías cada mañana con el sol, y afianzarán fuerzas a medida avance el día.
En el Sur de Honduras el calor solar no sólo es un potencial para los parques generadores de energía; y su territorio alto que hace verse árido para la agricultura y beneficioso para la explotación minera; su mar Pacífico para la exportación y conexión Internacional; sino que, el calor de hermanos y compañeros los entrelaza a sus raíces familiares, les otorga la energía que los hace luchar para que esas tierras sigan alimentando a las futuras generaciones.