El pasado 15 de septiembre hubo movilizaciones alternativas a los desfiles militares oficiales, que hicieron apología a los chafas mercenarios, a las armas de la violencia y a las personalidades políticas del narcotráfico y del crimen organizado.
A dos meses y medio de la fecha final del calendario electoral, destacó la consigna de la mega manta de la Convergencia Ciudadana contra el Continuismo: la reelección es fraude, el fraude es delincuencia azul y colorada.
En las calles no ha quedado duda el clamor popular contra los delincuentes organizados que asaltaron las instituciones públicas en junio de 2009.
Una sola banda de pícaros entregó la soberanía territorial a los carteles de traficantes, al Comando Sur y a las empresas más sucias del mercado especulativo, y obtuvieron beneficios personales.
Por eso, la independencia económica, social y política del país respecto a esos poderes mugrosos es tremenda tarea pendiente, la hacen difícil esta caterva de piratas cincuenta peseros.
No sólo las revelaciones de los otros delincuentes en Miami confirman la tragedia que nos han impuestos estos canallas en los últimos ocho años, sino sus propias cifras de miseria, impunidad y violencia.
El país es un mal retrato. Una lamentable fotografía de los actos abusivos, ilegales, corruptos y violentos de esta banda de forajidos.
Honduras no es destino de turismo de pueblos, de inversionistas serios ni de intercambios internacionales, porque el mundo teme a la selva creada por estos narco políticos, corruptos, vende patria.
Y, sin duda, ocultar al pueblo noble, valiente y bueno de Honduras detrás de sus montañas de estiércol, ha sido un buen negocio para los socios de Valles y Cachiros.
En la última semana el proceder de los brutos uniformados de policías y militares al servicio de los golpistas no tiene comparación en la historia.
Hoy tenemos defensores y defensoras de derechos humanos en riesgo real de perder órganos importantes de sus cuerpos por haber recibido directamente gases tóxicos en sus cuerpos, hace una semana.
La condena oficial a esos actos ha sido frágil, pobrísima, porque la suspensión de los salvajes no es siquiera una señal, es la vieja y perversa forma de no hacer nada mientras parecen hacer algo. Lo sabemos.
La represión es la norma más visible adoptada por un sistema decadente que ha sostenido la administración del golpismo como una asociación ilícita.
La represión es la única respuesta a la resistencia social de los estudiantes, al control territorial de los pueblos indígenas, a la lucha por la tierra que libran las campesinas y la veeduría de las organizaciones de derechos humanos.
Por tanto, los tiempos que vienen sin duda asoman con malas señales y quienes no somos parte de los partidos narcos ni de las organizaciones comparsas, debemos fortalecer sin duda nuestra unidad para hacerle frente.
El 15 de septiembre demostró la unidad popular. Ha probado que la ciudadanía está viva y que sabe hacia dónde caminar.
Sigamos, pues, fortaleciendo la Convergencia Ciudadana contra el Continuismo, porque la reelección es fraude y el fraude, es delincuencia. Alto a los delincuentes!
Editorial Voces contra el Olvido, sábado 16 de septiembre 2017