Una dictadura neofascista mantiene secuestrada la institucionalidad

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Tegucigalpa.

Por Marvin Palacios
En vísperas de la conmemoración del Día Nacional del Detenido Desaparecido (30 de agosto), “Voces contra el Olvido” el programa radial del Comité de Familiares de detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH) ha contado con la presencia de connotados analistas y defensores de derechos humanos.

En la emisión del pasado 13 de agosto, el destacado periodista Manuel Gamero, director de Diario Tiempo desde su fundación hasta el cierre de su versión impresa, analizó la situación política del país y el papel que desempeñó durante la década de los ochenta, donde el estado de Honduras, aplicó la Doctrina de Seguridad Nacional, que trajo consigo más de 200 personas que fueron detenidas y desaparecidas por agentes del estado, en la que fue llamada la década del terror y de los escuadrones de la muerte.

En torno a la figura de la desaparición forzada, Manuel Gamero dijo que lo que sucedió con los desaparecidos en la década de los años ochenta, es una constante que llega hasta estos días.

En aquella época recordó que Honduras se encontraba como un estado de paso, entre dos guerras civiles que se libraban tanto en Guatemala como en El salvador. Amplias regiones del occidente del país contaban con la presencia del ejército y la guerrilla salvadoreña y en la zona oriental, miembros de la ex Guardia Nacional de Anastasio Somoza, derrocado por los sandinistas, ocupaban territorio hondureño.

En medio de estos combates, se libra desde el estado una brutal represión y persecución contra dirigentes sociales hondureños que demandaban reivindicaciones sociales. Este movimiento reivindicador era un proyecto pequeño-burgués, no era ni comunista ni socialista, pero fue calificado como tal y por tanto de corte subversivo, contrario a la política exterior de Estados Unidos, afirmó el analista.

“Continuó un sistema de eliminación de los cuadros que estaban más entregados a la lucha reivindicadora, contra los jóvenes, y no las cabezas visibles , sino aquellos pequeños líderes que iban surgiendo, los iban destruyendo y ese proceso que ha continuado en nuestro país, como ocurrió en Guatemala y en El Salvador. Este último país donde se libró una guerra salvaje, con casos como el asesinato de monseñor Oscar Arnulfo Romero (marzo de 1980), la masacre de Sumpul (mayo de 1980) y de los 6 sacerdotes jesuitas y 3 monjas (1989)”, relató el experimentado periodista Gamero.

En Honduras en ese momento se establece claramente con el general Gustavo Adolfo Álvarez Martínez la aplicación lisa y llana de la Doctrina de Seguridad Nacional, donde se identifica a los líderes sociales y se procede a eliminarlos.

“En ese momento los medios de comunicación de Honduras, la mayoría guardaba prudente silencio ante el temor, había un proceso de auto-censura. Los únicos medios que no fueron por ese camino fueron Diario Tiempo que yo dirigía y radio América en aquel entonces”, comentó Gamero.

Y aquí vemos una cuestión interesante, porque si bien es cierto que allá por la mitad de los años 90 del siglo pasado, se desarrolla en América Central un proceso de cambiar la Doctrina de Seguridad Nacional por la Doctrina de la Seguridad Ciudadana, e incluso Centroamérica llega a suscribir un tratado en ese sentido, pero una vez que se produce el golpe de estado de 2009, regresamos nuevamente al proceso de la seguridad nacional.

En relación a la realidad de Honduras, el ex director de Diario Tiempo (versión impresa) dijo que en la última década, lo que se ha dado es un proceso de deterioro cada vez más acelerado en todos los aspectos de la vida nacional, es la culminación, pienso yo, de una pérdida de la institucionalidad que ha derivado como lo señaló el padre Melo (Ismael Moreno) en una dictadura neofascista que ha secuestrado totalmente todo lo que era la institucionalidad, la legalidad en nuestro país.

Este proceso nos ha llevado a tal extremo de que hoy día, después del golpe de estado de 2009, tenemos una sociedad completamente dividida, y dividida no mitad a mitad, sino dividida en dos terceras partes en contra de lo que está ocurriendo en el país y deseosa de que el país cambie y recupere su institucionalidad y otro tercio que está ahí, como dicen en términos vulgares; que mangonea el poder.

Un poder que incluso no corresponde a partidos sino que a grupos, incluso a una sola familia y sus adláteres, es una situación pues que se ve insostenible, pero que infortunadamente por la fuerza de las armas y por la fuerza de apoyos internacionales, se mantiene; mientras la población hondureña está sumida en la pobreza, en la desigualdad y en la confusión, explicó el periodista.

El hecho es entonces, que en la actualidad, una vez que ha desaparecido la institucionalidad, o que ha quedado secuestrada en un grupo, ni siquiera un partido, sino que un grupo de partido y en una élite más pequeña, entonces nos encontramos en situaciones como en lo económico, con la venta del país.

La lucha por la defensa de los recursos naturales del país está condenada a muerte

Entonces lo que hay es que el país va perdiendo y ha perdido, y ha distribuido en manos privadas todo lo que es la riqueza y el patrimonio nacional. En esas condiciones es prácticamente imposible que un estado pueda sobrevivir, porque no puede vivir completamente de la caridad internacional. Y eso es precisamente lo que tenemos, en este caso se han adueñado de todos los recursos de Honduras, sostuvo Manuel Gamero.

Cuando viene por ejemplo el asesinato de Berta Cáceres, eso precisamente es un señalamiento de que “la lucha por la defensa de los recursos naturales del país está condenada a muerte”, recalcó.

Sí es un crimen político, pero también es un crimen nacional, es decir que ataca con el fin de contener toda protesta o toda iniciativa que busque la defensa del interés nacional. ¿Qué ocurre entonces?, lo que ocurre es que el patrimonio nacional ya no es de Honduras, es de un grupo de personas que está ahí, incluso puede decirse que es de una “mafia que está ahí en el poder, ellos son los dueños del país, ya no son los hondureños, ya no es la nación hondureña la dueña del país, la dueña del estado de Honduras, es un grupito ahí, que es el que tiene controlado esto”.

De manera que incluso, si ustedes ven las investigaciones sobre eso, son investigaciones que no han llegado ni van a llegar al verdadero objetivo que sería el de encontrar a los verdaderos autores intelectuales y a los verdaderos autores materiales.

Esta situación tan grave que ocurre en Honduras, me hace a mí pensar, en lo que se llama el interregno de Gramsci (periodista y líder del partido comunista de Italia del siglo XX), que lo vio así: la verdadera crisis consiste en que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer, y en ese interregno ocurren los fenómenos más morbosos y variados que se pueden dar en una sociedad; eso es precisamente el interregno.

Es decir desde el punto de vista meramente político-electoral, las elecciones generales de 2009, que llevaron al nuevo gobierno de 2010, el de Porfirio Lobo Sosa, dio paso al quiebre del bipartidismo para generar un multipartidismo; pero no se completó ese proceso del multipartidismo porque no se creó dentro del estatuto electoral la figura de la segunda vuelta.

Esa segunda vuelta que incluso nosotros desde Diario tiempo la veníamos proponiendo desde hacía muchos años, es indispensable para que funcione esa nueva forma de desarrollo democrático del multipartidismo porque en un país pueden haber veinte, cien partidos, pero si es digamos la mayoría, una mayoría sobre la otra la que define la elección y el poder, entonces definitivamente no hay multipartidismo; y para eso se necesita la segunda vuelta que da oportunidad de integrar las otras partes que salieron perdiendo pero que integran una nueva forma de gobierno.

“Entonces ese es uno de los factores principales por los que, actualmente la lucha que hay y la negativa que hay del gobierno en el poder, o del gobierno hecho poder para no aceptar esa segunda vuelta”. ¿Por qué?, si acepta el hecho de la segunda vuelta definitivamente no puede haber este proyecto bastardo de reelección”.

El gobierno de JOH está constituido por un modelo neo-fascista que se adueñó del poder

Y este es un tema todavía mucho más complejo. En Honduras cuando hablamos de crisis política en este caso, estamos hablando de una “crisis política multipolar”, que quiere decir, que no solamente afecta lo esencialmente político, sino que afecta dentro de lo político, lo económico, lo social, lo cultural; e incluso la ubicación del país dentro de la institucionalidad.

De tan mala suerte, que esa crisis multipolar nos ha llevado al hecho de desconocer por completo por parte de los poderes establecidos, o del poder constituido, desconocer realmente la vigencia constitucional y la legalidad, detalló Gamero.

O sea hay una ruptura total, ¿por qué?, porque en las postrimerías del gobierno de Lobo Sosa, cuyo gobierno se la pasó tratando de rescatar la confianza internacional porque el golpe de 2009, toda la comunidad internacional desconoció prácticamente a Honduras, por condenación del golpe.

Se la pasó así todo el tiempo, y al final cuando llega ya el período cercano a las elecciones que se dieron en el proceso multipartidista, entonces se preparó el terreno para que desapareciera el equilibrio entre los poderes del estado; es decir, que fuera un solo poder, el poder ejecutivo el que controlara. La interrelación se pierde y entonces el poder ejecutivo es el que controla al poder judicial y legislativo.

Si uno analiza el resultado electoral que dio con el gobierno de Juan Orlando Hernández, lo ve que fue “fríamente calculado el fraude de esas elecciones”, fue fríamente calculado para impedir que existiera una mayoría calificada; es decir que repartieron con mucho pulso la cantidad de diputados que cada partido tendría y esa repartición no fue producto electoral, sino producto de una conspiración interna que le dio tantos diputados al partido Liberal, tantos diputados al PINU; tantos diputados al PAC y tantos diputados al partido Nacional, de manera que el partido hecho poder fuera el que controlara, incluso a través también de la corrupción, calculada también esa corrupción, el control del legislativo y no digamos lo que sucedió como todos sabemos; con la Corte Suprema de Justicia (CSJ).

En esa condiciones entonces, hemos derivado ya en que el partido hecho poder y cuando hablo de partido hecho poder, se dice con eso que “es una dictadura”, porque no es un partido en el poder, en donde participan los otros partidos, sino que es un partido que se abroga asimismo el poder, se adueña del poder y ese es precisamente la constitución de un modelo fascista.

Desde el punto de vista meramente político, ya que se acerca la contienda electoral, contienda entre comillas, nos encontramos con que el multipartidismo está ahí creado, pero no puede funcionar, y ahí vuelvo con Gramsci: “muere lo viejo, pero lo nuevo no puede nacer”.

La virtual reelección procede de una sentencia espuria de la Corte Suprema de Justicia

Entonces desde el punto de vista del poder y todo el aparato mediático para hacer creer a la gente de que la reelección ya está declarada y está decretada, con una sentencia espuria, pero que ya está decretada; entonces dicen ya está, ya está la reelección y luego lo que hay que hacer es que el Congreso Nacional tiene que reglamentar cómo es que va a ser esa reelección.

Y primero, la reelección no existe, y en el derecho constitucional hondureño nunca ha existido la reelección, por lo menos el derecho constitucional moderno de Honduras, nunca ha existido la reelección, afirmó Manuel Gamero.
El analista subrayó que “dicen que se va a reglamentar una sentencia de la Sala de lo Constitucional, un absurdo porque una sentencia no se puede reglamentar y luego tampoco se puede reglamentar una norma constitucional, es absurdo cómo va a reglamentar una norma constitucional”.

Entonces el tema de la reglamentación se cae de cuajo, pero entonces hablemos de plebiscito, y es importante ver cómo se manipulan las figuras. El plebiscito es una figura de consulta popular directa, pero no tiene los alcances (no los puede tener) para reformar la Constitución. En el plebiscito puede preguntarle a la ciudadanía si quiere o no quiere una Asamblea Constituyente, porque solamente la Asamblea Constituyente, el poder originario, es el que puede hacer una nueva Constitución; pero hasta ahí, ese es el poder originario, sostuvo Manuel Gamero.