El llamado Occidente colectivo, en guerra contra China y Rusia, utiliza la vieja Europa etnocéntrica como punta de lanza del Pentágono en el teatro de la muerte llamado Ucrania, y provoca una ola inflacionaria global que sólo sirve para vender tanques, aviones y bombas.
En Francia, las juventudes de diversos orígenes que nacieron en ese país hablando francés y árabe, pero que son rechazados por su color de piel, religión y credos, han enviado esta semana un potente mensaje de fuego ardiente al racismo blanco de derecha que se declara enemigo de la migración y protector del sistema policial que asesinó a un niño argelino, detonante de la ira colectiva.
En Estados Unidos, donde Biden pierde la memoria, una pila de evidencias confidenciales contra el capo hondureño Juan Hernández pone en jaque a su defensa, y anuncia el calibre de la sentencia de Castel que estremecerá a Honduras en febrero 2024, dos años después de la extradición del indómito delincuente sostenido 14 años por Ottawa, Washington y Bruselas.
En Bélgica, la OTAN intenta convencer la próxima semana a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe – la CELAC – para que apoye la criminal guerra que ganan los fabricantes de armas asentados en Estados Unidos y que pierde a todas luces la población civil euroasiática.
Sin embargo, en Iguazú, frontera entre Brasil y Argentina, los principales líderes latinoamericanos han adelantado que no quieren tener el tema Ucrania en la agenda del encuentro ni a Selenski presente en la cita intercontinental. El liderazgo de América Latina quiere pedir cuentas a Europa en esa cumbre, por sus genocidios y esclavismos contra los pueblos autóctonos y negros de América. Distracciones, no merci!
Entre tanto, el planeta – nuestra casa común – alcanzó esta semana temperaturas récord que sobrepasan los 40 grados centígrados en las zonas polares, advirtiendo con ello que muy pronto la producción de alimentos para humanos, entre otras consecuencias, será un problema grave por las sequías en los campos agrícolas.
Con esos temas en la cabeza llegaron los parientes de las personas desaparecidas por razones políticas a su plantón del primer viernes del mes de julio en el centro histórico de Tegucigalpa.
El Cofadeh llegó a la Plaza La Merced, además, a refutar una línea de pensamiento trágico inducida en Honduras por sectores interesados en hacer fracasar el gobierno de transición que preside Xiomara Castro, sin importarles que esa empresa sería un fracaso para toda la sociedad hondureña.
En un comunicado público, la organización humanitaria enumeró entre otros inductores de ese pensamiento tremendista a las llamadas camisetas blancas, esos sectores políticos de derecha aliados con militares golpistas, nostálgicos seguidores del prisionero de Nueva York. Además, incluyó en general a impostores progresistas básicamente antimelistas, sus organizaciones privadas, y gente sin visión ni ambición democrática, según el Comité.
Esta organización fundada en 1982, nacida como consecuencia de la doctrina de seguridad nacional, auténtica teoría supremacista del Pentágono, se defendió anticipadamente de los ataques políticos de los inductores que pretenden etiquetarla como organización afín al gobierno.
Nosotras no somos anti gubernamentales, dijeron, porque ante todo somos una organización de lucha por la justicia, la verdad, la no repetición de los hechos y la reparación de las víctimas del Estado de Honduras y de los Estados Unidos.
Tampoco somos una organización pro gubernamental por el hecho de coincidir con políticas públicas en materia de derechos humanos, como la Ley de condena al Golpe, la Ley de Amnistía a perseguidos políticos, el Museo Nacional de Memoria Histórica o el programa nacional de reparaciones.
El Cofadeh explicó que en el pasado ha coincidido con las iniciativas de algunos gobiernos como el que presidió el socialdemócrata Carlos Roberto Reina y el liberal Manuel Zelaya e incluso coincidió con el nacionalista Ricardo Maduro.
Entre 1994 y 2008, el Comité acompañó la supresión del servicio militar obligatorio, la reforma policial y militar, la creación del Ministerio Público y la apertura de juicios penales a algunos de los asesinos del batallón de la muerte 31-6. Irónicamente, la declaración del Día Nacional del Detenido-Desaparecido el 30 de agosto fue aprobada durante un gobierno nacionalista.
Para desmarcarse claramente del período 2009-2021, el Cofadeh en su plantón remarcó que eso no fue un gobierno sino una dictadura de narcotraficantes corruptos y de bastardos sin identidad nacional, vendedores de la Patria. Aquello no era reconocible ni tratable. Era un régimen permanentemente rechazado y sin posibilidades de ningún entendimiento. Eran delincuentes. O, más bien, siguen siendo.
A criterio de esta organización, los sectores que hoy buscan a toda costa frenar el avance del gobierno de transición que encabeza Xiomara actúan en nombre y representación de los capos prisioneros de Nueva York, y hacen causa común con los servicios diplomáticos de derecha que intentan desviar las iniciativas refundacionales del partido Libre, representante de las resistencias nacionales.
En su clásico plantón de los primeros viernes, el Comité de víctimas defendió el derecho del Estado a ejercer en todo tiempo el monopolio de la fuerza y a tutelar los derechos fundamentales de las personas, pero en ningún tiempo, dijo, eso debe hacerse sin democracia y sin Derecho, y mucho menos debe hacerse con medios zalameros de la violencia.
Necesitamos una policía honesta y transparente; una instancia de investigación criminal con rigor científico y ético, sujeta a la autoridad, y sobre todo una Corte y una fiscalía general fuertes, que representen los intereses de la sociedad y no a los dueños de los partidos políticos que les nombran. Así lo dijo el Cofadeh mientras transcurrían las negociaciones para nombrar a los nuevos fiscales en reemplazo de los viejos representantes del crimen organizado que terminan en septiembre.
Este tema cobra vigencia justamente, porque el próximo lunes llegan al país tres expertos de las Naciones Unidas para sentar las bases de la CICIH, instancia independiente que reclama el pueblo hondureño para enfrentar sin dilación las redes, las estructuras y las dinámicas de la corrupción incrustada en las iglesias, partidos políticos, gremios empresariales, instituciones internacionales y organizaciones civiles locales.
La imposibilidad de investigar, acusar y juzgar ejemplarmente a los criminales hondureños con los instrumentos nacionales propios debe terminar. Hay que usar lo que existe a nivel internacional, dijo el Cofadeh, refiriéndose a las convenciones aplicables en materia penal, administrativa y civil. Para que los canallas no se burlen más de este pueblo.
En ese sentido, la organización humanitaria invitó a la ONU a llegar sin temor político ni cálculos diplomáticos, llegar con todo, porque a nivel del poder ejecutivo y del pueblo existe la voluntad total y el consenso suficiente para pasar a la acción.
Eso fue dicho así porque en el Congreso Nacional se han unido los partidos Liberal, Nacional y Salvador de Honduras, para mantener el código penal de la impunidad e impedir la aprobación de las leyes habilitantes de la CICIH, particularmente la Ley de Colaboración Eficaz y el lavado de activos.
Como lo ha dicho el ministro de la transparencia, Edmundo Orellana, en ese Congreso están refugiados el “montón de sinvergüenzas» beneficiados de la impunidad de la dictadura que expulsó la MACCIH. Y ese montón sólo se representa a sí mismo, y a sus amos, por eso boicotean la CICIH.
Bien se los ha dicho Luis Redondo, el líder del parlamento, no se distraigan, esto no se trata de la ratificación de un acta que ya fue aprobada, esto es como lo dice el máximo representante de la literatura contemporánea, Julio Escoto: es el ruido del juicio a JOH y a su organización criminal, la más grande de Centroamérica. Ubíquense.
Buenas noches
Editorial Voces contra El Olvido, sábado 8 de julio de 2023