Tegucigalpa.
El Centro de Estudios de la Mujer Honduras CEM-H, inauguro la campaña “Somos Trabajadoras” en donde se visibiliza el trabajo doméstico como un sector que fortalece la economía del país.
Han iniciado un proyecto de organización de las domesticas en que están realizando varias acciones como capacitaciones, talleres, la Escuela de derechos laborales y la Red de Trabajadoras Domésticas; hasta ahora la integran 30 mujeres que se dedican al trabajo doméstico remunerado.
Anaqueli Calix de 22 años empezó a dedicarse a labor de trabajo doméstico a la edad de dieciséis, originaria de La Paz, emigro a la capital de Honduras con el propósito de estudiar, pues su sueño es entrar a estudiar a la Universidad Nacional Autónoma de Honduras UNAH, para ser abogada, es secretaria y termino sus estudios de bachillerato.
“Yo crecí en un pueblo lenca de La Paz, llegue a tegus con un sueño, graduarme para tener un mejor futuro, poder ayudar a mi familia que es muy humilde pero bien unida”, expreso Calix.
Un ocho de febrero Anaqueli decidió salir de su casa materna para perseguir sus anhelos, sin conocer a nadie. Una semana antes le informo a su mama sus planes a lo que la señora le dijo “no, estas muy pequeña, si salís de la casa, las puertas se van a cerrar, aquí no volvas, porque ya no voy a tener hija, no va a pasar ni un mes cuando vas a regresar con las maletas”, después de tantos años cuando Calix cuenta esta parte de su vida su voz se quiebra y lágrimas se asoman por sus pequeños ojos cafés.
“Siempre eso resonaba en mi cabeza todos los días, al llegar empecé a trabajar con una familia, recuerdo que lo primero fue hacer una espinaca, me resonaba lo que me dijo mi mama, pero pasado un tiempo me pagaron mi primer mes, empecé ganando dos mil lempiras, me compre un celular, llame a mi mama y le dije hoy es un mes y todavía no he llegado y espero seguirme manteniendo”, adujo Calix.
Hablo con sus patrones y les expuso que la idea de llegar a Tegucigalpa era seguir estudiando a lo que ellos no se opusieron, así que un día la joven salió sin rumbo a buscar un colegio donde poder matricularse, pidió información y empezó a estudiar en el instituto María Auxiliadora donde se graduó de secretaria, trabajaba de lunes a sábado y los domingos iba a clases.
“El trabajo en un principio era difícil porque no sabía nada, pero aprendí, lo que más les gustaba a los patrones era como cocinaba, aprendí a cocinar bien rápido, uno en los pueblos no pasa de barrer, trapear, hacer frijoles y arroz, al principio tipo nueve de la noche me encerraba en mi cuarto a llorar porque extrañaba a mi familia, nunca había salido de la casa, me decía tengo que salir adelante, tengo que lograr mi objetivo, estuve cuatro años en esa casa”, manifestó la joven.
Después de un tiempo la ponían a bañar los perros, a lavar carros, no había niños en la casa, solamente dos jóvenes universitarios uno que estudiaba medicina y otra odontología, “había que atenderlos como si fueran niños” exclamo Cálix.
Conoció el proyecto de CEM-H porque su mama siempre ha estado organizada, en el pueblo Calix colaboraba con Plan Honduras, en una reunión donde su progenitora se encontraba conoció a las del CEM-H, empezó a escuchar de la organización, hizo su práctica como secretaria con el CEM; la idea de la red surgió porque hablando entre ellas se dieron cuenta que la mayoría que estaba en las capacitaciones eran empleadas domésticas y surgió el pensamiento de organizarse como Red de Empleadas Domésticas.
Por su parte, Hilda Márquez de 56 años, quien toda su vida ha realizado la labor de trabajo doméstico manifestó que la idea de iniciar una Red de Trabajadoras Domésticas es para que las generaciones que siguen puedan gozar de los derechos que ella a lo largo de su vida no ha disfrutado.
Es madre de nueve hijos (hace ocho años le mataron uno), su cónyuge trabajaba como guardia de seguridad, pero por la muerte de su hijo tuvo un derrame, le afecto una pierna y lo despidieron por considerarlo discapacitado; desde allí a Márquez le ha tocado luchar con sus otros hijos.
Originaria de La Paz se trasladó a Tegucigalpa de siete años con su familia, empezó cuidando niños por cinco lempiras, todavía en los años 70s ganaba 40 lempiras al mes.
“Cuando uno no es estudiado, en mi caso mi papa abandono a mi mama por eso no tuve la facilidad de otra cosa, yo le ayudaba a ella con trabajo, vale más que mi mama no se llenó de hijos solo tuvo tres, por eso no aprendí a hacer otra cosa que trabajar como doméstica”, explico Márquez.
Según la domestica el trabajo no es remunerado de acuerdo a las labores que realizan, se levantan de madrugada y se acuestan hasta que se acaban los quehaceres en la casa, no tienen seguro porque este es si el patrón quiere o no, a veces tienen que soportar los malos tratos de los patronos, violencia doméstica, porque en ocasiones se encuentran con patronas que las golpean, las insultan, las tratan mal y en ocasiones hasta abuso sexual, lo cual no es denunciado por miedo a perder su única fuente económica.
Cuando Márquez se dio cuenta que existía la posibilidad de una Red de Trabajadoras Domestica aseguro que “vi como imposible, porque las trabajadoras domésticas siempre hemos estado en el olvido, pero a medida que hemos estado reuniéndonos veo que si hay un interés en las personas que llevan este proyecto y las compañeras que están tienen esa seguridad de que si podemos llegar a tener todos los derechos, que los patrones no nos vean como animal raro, como que no valemos”, finalizo la domestica.