Estados Unidos tiene finalmente en su poder al jefe del cartel que abastecía su mercado con 500 mil toneladas de cocaína desde 2004 hasta 2022.
Honduras tiene finalmente uno menos, el más visible de la estructura podrida que envenenó la vida del país.
Lamentablemente esa estructura sigue viva y la tarea es desmontarla paso a paso. Debe ser así, porque perturba la recuperación de Honduras.
Después de 18 años de liderazgo criminal asociado al golpismo violento, el pueblo rechaza las curas que no curan. Rechaza los cuentos del cristianismo que ora mientras mata.
Así mero iba el hijo del general de cerro que ultrajó la honra de Lempira, que saqueó el presupuesto nacional y expulsó más de dos millones de personas de este territorio. Orando y tramando.
Hay que decirlo otra vez. Fue el hecho desestabilizante de niñas y niños arribando solos en 2015 a las bases militares gringas de la frontera con México que despertó la ira de los amos del narco.
Fue la imagen potente del éxodo masivo de madres y abuelos que persuadió a las élites trumpistas fascistas que el narco es un negocio sucio que amenaza la seguridad interior.
Tuvieron que parar. Obama, Trump y Biden no podían continuar jugando así vulgarmente.
Comprendieron que su empresa mata, corrompe y destruye, pero no puede darlo todo. Es una máquina de tesoros destruyendo seres que arrasa también el instrumento Estado.
El ex dictador hondureño era una marioneta de ese negocio sanguinario, como Uribe, Peña Nieto o el mismo Chapo, que arruinaron Colombia, México y Honduras.
En esos países tienen iglesias, medios de comunicación, gremios empresariales, bancos, policías y chafas enriquecidos, pero Estados drogados. Sin fuerza institucional.
En Honduras, el partido surgido de la resistencia del pueblo aliado con la generación anticorrupción, no habría accedido jamás al gobierno en enero pasado sin la condición objetiva del fracaso político de los carteles.
Igual que López Obrador arribó en el punto de la debacle política del cártel de Sinaloa o Petro que está a punto de llegar al fin del uribismo.
En estos países los narcos corrompieron la superestructura de la sociedad para darle ciudadanía a la muerte, pero fracasaron en la conquista del alma popular. Tuvieron éxito con algunas almas, pero se jodieron con todas las demás.
Honduras está hecha un desastre, sin instituciones confiables, sin capacidad de resolver los derechos básicos de la gente, fragmentado, sin justicia, pero ese pueblo gaseado es su tesoro. Los vándalos ganaron. El pueblo sonriente venció a los déspotas.
Entonces, la decisión de Estados Unidos de reprimir a la sociedad hondureña usando a cachurecos y liberales, a bandas religiosas y criminales de toda laya, no pudo matar la esencia vital de este pueblo. No pudo. Por eso anoche celebró, bailando.
Pero es cierto que el modelo narco envileció a muchas personas y apendejó a miles con la ambición sin límite por el dinero fácil, la adopción del consumismo basura, la normalización de la violencia como norma de relación social y la imposición de credos sin espiritualidad.
Es verdad eso, y es nefasto para el país. Porque la banda de los Hernández y sus 70 ladrones en lista de extradición representan un retraso de 150 años respecto a Costa Rica y Nicaragua, para citar los vecinos más próximos.
Por eso, la mancha borrosa del avión de la DEA atravesando Teguz con el esqueleto de su marioneta, nos obliga a declarar NO a la categoría de colonia gringa. El chantaje que impone condiciones al Estado a cambio de extradiciones de narcos lo rechazamos.
El pueblo de Honduras ha demandado que se lleven a los 70 o a los cien que zamparon cocaína hasta por las narices a Norteamérica, que los zampen al horno como gansos de acción de gracias, pero ahora que nos dejen rehacer los tribunales, las cortes, las fiscalías y las policías de investigación.
Si ustedes siguen aquí nombrando y entrenando operadores de justicia tendremos bien pronto otra vez a los sucesores y a sus nuevas sucursales en acción, provocando nuevas caravanas. Señora de la embajada de la avenida Los Próceres, no olvide esto que le estamos diciendo.
Los agentes de la DEA que mataron a los indígenas miskitos en 2012, los otros agentes que han facilitado las operaciones de la élite corrupta hondureña en el corredor noroccidental y la embajadora Kubiski que los protegió, no les hemos olvidado.
La teniente Heidi Fulton, que organizó, declaró y bendijo la reelección ilegal del capo a gran escala en 2017, contra la Constitución hondureña, a esa señora el pueblo no la olvida.
No olvidamos los 12 contratos con las firmas lobistas de Lanny Davis, de Gus West Government Affairs y de Porter, pagados con dinero del público hondureño para presionar a fiscales y manipular medios estadounidenses a favor de los Hernández. Esos 100 millones de lempiras botados no los olvidamos. Los reclamamos.
Todo esto es dicho porque hay señales evidentes que el departamento de Estado y otras instituciones quieren seguir interfiriendo decisiones en Honduras. No queremos eso. Ya basta.
La eliminación de las republiquetas soberanas que habían impuesto bajo el disfraz de zonas de empleo y desarrollo es alentadora, porque eran estructuras jurídicas para avanzar los objetivos de lavado de activos del tráfico de drogas, armas y personas. ¡Han sido bien eliminadas bajo presión popular!
Celebramos, pues, la acción del Congreso Nacional la misma madrugada cuando se llevaron al sátrapa de Las Palmeras, y en esa dirección el pueblo apoya todas las nuevas rectificaciones que se puedan hacer en lo sucesivo. Pero no nos condicionen.
No sabemos si están comprendiendo que es el tiempo de las rectificaciones y de los castigos locales, igualmente. Tenemos que estar seguros, porque ustedes son parte esencial de este problema.
Las cárceles nacionales queremos llenarlas con los delincuentes del modelo narco y no con los disidentes sociales. La estructura del cartel del río debe respetar al pueblo de Honduras antes que a las barras y a las estrellas.
La embajada de Estados Unidos no puede seguir dándole soporte político a Oscar Chinchilla ni a Rolando Argueta, porque ellos son bases de la dictadura miserable de Hernández desde la impunidad de sus cargos.
El pueblo exige juicio político esta semana a ambos parásitos y ustedes deben acompañar el proceso con declaraciones de respaldo, que no dejen dudas de su abandono a tales figuras decorativas, y de acompañamiento al pueblo de Honduras.
Este es un llamado igualmente válido para la Unión Europea, que ha sido soporte de los enemigos de Honduras.
El encuentro del reo Hernández con el juez Castel el 10 de mayo a las 11 de la mañana será una noticia morbosa para la red de Hermes, pero será lejana para los propósitos del pueblo de Honduras. Ese día el tal joh ya no estará de moda, sólo será el negociante de los años que quiera padecer. Estará fuera de nuestra historia. Será solo un borroso recuerdo.
El pueblo decide no seguir distrayéndose. La tragedia ya fue sufrida. No más novela recalentada. El pueblo decide pasar al juzgamiento de la élite mediática, de los pastores evangélicos y el cardenal que han bendecido la miseria de los narcos.
El pueblo decide pasar al combate de los empresarios narcos y de los políticos basura que se esconden en el Congreso y en las alcaldías. Y en los bancos.
El pueblo tiene sed de justicia y hambre de reparación. ¿NO son ustedes capaces de escucharlo? ¿No ven en ello el enorme poder de transformación de la sociedad hondureña?
Con este espíritu vemos los acontecimientos posteriores al jueves y viernes de esta semana aquí en Voces contra el Olvido.
En esta dirección queremos acompañar las iniciativas de la comunidad internacional en Honduras, para que esta sensación de vaciado moral que deja la extradición de narcos hacia Nueva York no sea una mancha que nos identifique en el mundo. Eso no nos gusta.
Para nosotras, el barrio de escorias naranjas que se va poblando en Nueva York con más de 35 habitantes uniformados es exactamente manufactura de ustedes que les dieron cuerda, los alimentaron y los reconocieron. Ellos representan su fracaso, no el nuestro.
El pueblo de Honduras está dispuesto a cambiar las cosas si ustedes no interfieren, con la promesa que quienes se aparten del propósito serán pasados por el fuego popular, ese mismo que ya demostró ser implacable con las traiciones.
Llevenselos a todos, a su lista de 70 o de 100, incluyan también las mujeres narcas que balanceen esta historia patriarcal, luego caminen con cuidado entre nosotros porque miles de amigos, vecinas y familiares fueron torturados, muertos y perseguidos por estas sabandijas que ustedes mantuvieron con poder dentro del Estado. ¡Ya basta! You understand?
Good night!
Editorial Voces contra El Olvido, sábado 23 de abril de 2022