El Comité de Familiares de Detenidos – Desaparecidos en Honduras, Cofadeh, comparece este primer viernes de septiembre 2020 a la plaza virtual donde nuestra voz es vigente, punzante y persistente.
Venimos saliendo de un intenso mes de agosto, que contiene las dos fechas más tocantes de la vida personal e institucional de este Comité, víctima de la práctica criminal de la desaparición forzada: el Día nacional y el Día internacional del Detenido Desaparecido.
Venimos a esta plaza con la convicción que los desaparecidos y las desaparecidas no son un asunto del pasado, sino del presente y del futuro. Y no porque queramos, sino porque el Estado está en deuda de justicia, de reparación y de nunca más.
Los desparecidos no han desparecido, porque sus ideas, sus ejemplos y obras están a la base de todos los procesos de liberación de los pueblos en el mundo y en las exigencias contra los corruptos, narcos y golpistas a nivel local, siempre con su voz potente por la vida y la libertad.
Estamos en esta plaza consciente que ninguna palabra es capaz de reemplazar el vacío permanente de los seres queridos que faltan, esos hombres y mujeres que gimieron en las manos brutas de los torturadores tontos y de los oficiales de policía y del ejército mercenario pro gringos que hoy reclaman respeto, ¡por favor!
Al jefe del estado mayor de las fuerzas armadas, todo escrito con minúscula, le espetamos que no tiene ningún derecho de callar al pueblo cuando éste asocia las cachuchas con la industria criminal del Pentágono y la CIA en Honduras, y con la impunidad y la violencia, con las violaciones a los derechos humanos.
No vamos a permitir que nos asocien con el narcotráfico dice prepotente el jefecito uniformado, ataviado en exceso delante de un país abatido. Eso es la fuerza militar pretoriana hondureña, un presupuesto abultado, un montón de recursos inútiles organizados para proteger las bandas con poder político que asaltaron el Estado en 2009 para robar, matar, desterrar y encarcelar a la oposición social, política y moral de la nación.
Las madres, hermanas y demás familiares de los hombres y mujeres desaparecidas por los militares de Honduras y Estados Unidos, dejamos constancia de nuestro rechazo a esa fuerza violenta que representan los batallones y las postas militares del país. Y nuestro rechazo a ese discurso impostado de falsa dignidad herida.
Dejamos constancia también que ese poder judicial sumiso y fantoche, el mismo de 1982 que se reía de nosotras cuando interponíamos recursos de exhibición para nuestros hijos desaparecidos y nos mandaban igual que los chafas a buscarles a Cuba y a Nicaragua. Esa misma prepotencia institucional hunde sus colmillos desde 2014 contra tres jóvenes perseguidos de una ex rectora intolerante.
Moisés Cáceres, Sergio Ulloa y Cesario Padilla, un sociólogo, un trabajador social y un periodista, sentenciados a prisión por usar los anteojos de Camilo, la barba de Fidel y la boina del Ché en la reclamación pública de la educación gratuita.
Este comportamiento linchador del Ministerio Público, de la Corte y de los acusadores privados es el mismo que vemos contra la comunidad defensora del agua, de los litorales y los bosques, y es precisamente este salvajismo penal que está causando la muerte en vida de los prisioneros políticos en Honduras.
Dejamos constancia de nuestra solidaridad y de nuestro dolor profundo por esta situación que sufrimos en manos de la dictadura Hernández y asociados, de la cual es responsable el partido republicano y los demócratas de Washington. Abrazamos ese sufrimiento y exigimos parar.
De los hechos y de los hechores, ni olvido ni perdón.
COFADEH
Tegucigalpa, M.D.C, 4 de septiembre 2020