Por: Felix Cesario*
Cuando aparezcan los desaparecidos;
en ese día, a esa hora, en ese instante de la historia,
han de llegar fraternos, humanos, únicos, esplendidos,
hondos y musicales, como un amanecer sucio de ternura.
Vendrán:
Manfredo Velásquez, Eduardo Lanza, Jorge Zavala Euraque, Hilda Rosa Cerrato, María Ediltrudis Montes, Róger Gonzales, Reynaldo Díaz, Roberto Fino, rumorosos como un milagro
con sus cuadernos universitarios bajo el brazo y el amor del hombre por el hombre,
con sus sonrisas y empapado de espantos sus cabellos.
De igual manera vendrán:
Fidel Martínez, Tomás Nativí, olorosos a muerte, a verdugo
y a cáceles; llegarán a darnos las gracias por los insomnios
y por estas esperas largas agujeradas de esperanzas
nos pedirán un plato de paz y un vaso de ternura
mientras nos enseñan el ABC de la lucha,
para bañar de libertad a este pueblo, a los pueblos
y a borrarles el terror, a construirle nuevos horizontes a este país,
devolviéndole la dignidad perdida.
Vendrán, espiritualmente entre las manifestaciones populares:
los Félix Martínez, los Herminio Deras, los Gustavo Morales, los Rolando Vindel, los Cristóbal Pérez, los otros y las otras y los muchos ante el asombro de las víboras y las hienas
que han hecho de este país un paisaje, circo-estadio-militar sangriento, tristísimo y violento.
Estarán –para ese entonces-
las madres, las esposas, los hijos, los hermanos, los compañeros
para el abrazo de niños de corazón de azúcar
ese día, cuando aparezcan los desaparecidos, dejará de ser un secreto de estado
del pentágono
ese día será una manifestación espontánea de banderas y un mar de pueblos liberados.
Han de aparecer los desaparecidos en el instante exacto de la historia
con todo el terror de la ternura.
*Poeta, periodista e histórico defensor de derechos humanos