Por: Sandra Rodríguez/ Fotos: Dunia Montoya (Facebook)
Tegucigalpa, Honduras.- Hace 38 años, un hogar se quedó a la espera del hijo, esposo y padre, quién debió huir a causa de la represión política que abatió el país en la década de 1980.
Las imágenes expuestas en la galería pública de rostros de víctimas de lesa humanidad, como un altar a la memoria, fuera de las instalaciones del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH), junta al pueblo en emociones y recuerdos, pero más en la deuda histórica de los gobiernos represores que desaparecían a quienes les incomodaban.
La periodista de la revista Honduras Laboral y defensora de derechos humanos Dunia Montoya, compartió este 15 de septiembre, parte de sus memorias con respecto a su último adiós con su papá Manuel Montoya Menjivar y Orlando López, esposo de su tía.
Mientras se realizaban los tradicionales «desfiles patrios» exibiendo tropas policiales y militares, además grupos estudiantiles de educación media en el Estadio Nacional, a pocas cuadras los rostros de jóvenes soñadores por una patria en igualdad de derechos, estaban en la calle, al paso de la movilización popular que denuncia a la dictadura de Juan Hernández.
Ahí, en la misma fecha que vio por última vez a su papá Manuel, Dunia se reencontró con su mirada, recordando que es prohibido olvidar, y compartió el siguiente texto en su cuenta de la red social Facebook:
Un día como hoy 15 de septiembre de 1981, mi padre Manuel se despidió de su familia, su compañera de vida Alba Medina, mi madre. De la abuela Toña, el abuelo Miguel, sus hermanas, hermano y de lo más presiado para él, sus hijas e hijo.
Ya mucho antes habíamos sufrido con él cada golpe, cada día de sus capturas y detenciones ilegales por agentes de la entonces DNI (Dirección Nacional de Investigación), temíamos siempre lo peor.
Esos momentos eran de inmensa incertidumbre y tristeza para todos.
Recuerda que ese 15 septiembre reunió a la familia para notificarles la más dura decisión. Tenía que huir sin saber para dónde, ya que no soportaba poner a sus seres amados en mayor riesgo.
Desde entonces -realata Montoya- ella no pudo tener paz y tranquilidad, pues con su papá se fue también las alegrías de niña y debió asumir junto a doña Alba, el cuidado de sus hermanos más pequeños e intentar darle mucho más amor a la abuela que perdía a unos de sus amados hijos.
17 meses después de aquel adiós, en febrero de 1983, la familia Montoya obtuvo una información muy escueta que advertía prepararse animícamente para recibir cualquier mala noticia.
«Desde entonces nunca supimos nada que nos diera la certeza de su paradero. Junto a él también salió su cuñado Orlando López, esposo de la tía Carmen, quien quedaba con un hijo muy pequeño y embarazada, sin que él lo supiera», relata el texto.
Esperamos por años el retorno de ambos, buscamos amigos, conocidos, compañeros pidiendo información y nada, lamenta la defensora.
Muchos años después acudí a Cofadeh, superando los miedos, para solicitar su apoyo en la búsqueda, y al menos dejarlos en los registros para que no quedaran en el olvido y reivindicar su ideales y su amor por esta patria. Dunia Montoya
Este año Cofadeh expuso sus fotografías para el 30 de agosto Día Internacional del Detenido Desaparecido (en la jornada cultural por la Memoria), el dolor tocó mi corazón.
Y hoy que también ví sus rostros en las afueras de Cofadeh mientras nos movilizamos este 15 septiembre, no pude más que llorarlo de nuevo, escribió la hija de Manuel.
Paradójicamente nos dejó el día del cumpleaños de mi hermana Brenda, su niña.
¡Papá se quedó para siempre prendido en nuestras vidas!
Dunia Montoya, hoy y siempre la hija de un desaparecido, siguió en la movilización, que media hora antes fue brutalmente reprimida por la Policía Nacional, entidad que mantiene las prácticas de tortura y ataque contra quienes no saben callar las acciones arbitrarias de los gobernantes en Honduras.
En la década de 1980 e inicios de los 90, el COFADEH registró 184 víctimas de desaparición forzada en la implementación de la Doctrina de Seguridad Nacional, sin que exista aún, juico contra los ejecutores materiales e intelectuales.