¿QUIÉN SERÁ EL PRÓXIMO… O LA PRÓXIMA?

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En 2006, Rocío Tábora, la ex ministra de finanzas de la dictadura ahora en prisión, publicó un pequeño libro que contiene las primeras reflexiones sobre su incursión en el Partido Nacional a través del gobierno de Maduro, en 2002. El leviatán herido, reflexiones sobre el poder, el Estado y la ciudadanía.

Originalmente el borrador de ese libro era titulado “para que la cultura política no te mate”, pero el editor de entonces propuso que el diablo tomara la guadaña desde la carátula. Para entonces Rocío hablaba como mujer de izquierda, profesional de la psicología, administradora labrada en la ONU, madre de dos hijos, feminista y víctima de la violencia patriarcal de género.

En el texto, la ex funcionaria, arrestada esta semana bajo presunción de fraude durante la compra de siete hospitales móviles a Turquía por 47,5 millones de dólares en 2021, relata sus propias vivencias en las entrañas de la bestia burocrática organizada por kachurecos y liberuchos. Esa bestia que prometió, incumplió, robó y dejó morir más de 10 mil personas por Covid-19.

En el origen, el leviatán es el diablo, el Estado que somete con fuerza a las personas en nombre de un contrato social débil, deshilachado, sin consenso político. Es el Estado raspado por el golpe de 2009, herido de muerte por el fraude de 2013 y asesinado por la reelección ilegal de 2017, entregado totalmente al cartel criminal del bipartidismo narco que enmierdó a Honduras.

Con pasos firmes en la burocracia, desde la subsecretaría de la presidencia a la titularidad de finanzas, Rocío Tábora fue conducida a un culto secreto de iniciación azul en el cual renunció a todas sus militancias y vendió su alma a Luzbel.

En el ceremonial de iniciación al cachurequismo participaron Ricardo Maduro, María Antonieta Bográn, Luis Cosenza, los Rivera Callejas y Juan Orlando Hernández, entre otros. “No puedo seguir avanzando a la toma de decisiones si no me reconocen una de ellos”, reveló en su momento al comentar cómo había resuelto su crisis de identidad al interior del Estado.

Rocío fue exorcizada de la FUR, del movimiento urbano de una de las organizaciones insurreccionales de los ochentas, y de la doctrina social cristiana que le financió la Conferencia Episcopal en la Universidad Católica de Chile.

Las imágenes del jueves muestran a una mujer sufriente, esposada, humillada en público por el Leviatán que ella misma había descrito en sus memorias anticipadas. Rocío llora sin la solidaridad militante de sus colegas de la organización criminal más grande de Centroamérica ni del BOC, ese grupo de choque constituido para defender a los hombres corruptos que huyen cada vez de la justicia nacional hacia los brazos de Daniel Ortega y Chayo Murillo. El BOC no defiende a las mujeres.

La esposa del coyote mayor, obviamente, aprovechó el momento insolidario para enviar versículos de su Biblia a la ex ministra amiga, sin reconocer que este monstruo de varias cabezas controla las entradas y salidas, las dimensiones del bien y el mal, los comités centrales del colofón rojiblanco y el azul, toda esa estructura Hernández García que no ha sido castigada todavía.

“Estar en los intestinos de la bestia me ha permitido – dijo Rocío en 2006 – generar reflexiones de nuevos tratos, nuevos pactos, para tener una patria que podamos gozar”. Lamentablemente esos pactos fueron también delincuenciales, como el de los hospitales móviles.

“En 2002, en medio de dudas y temores, decidí dar el paso para entrar como sonámbula por los pasillos del poder de mi país”. Ella hace referencia a su entrada con Maduro y Cosenza a una burocracia institucional que ya le había negado justicia por la violencia sufrida en casa, y en público. Y ahora le ofrecía un nuevo trato en el interior del animal.

“Me sentía víctima no solo de la impunidad institucional, sino social, esa que no puede contener la violencia contra las mujeres”, escribía en el prólogo del libro que justifica el paso hacia la identidad burocrática y partidaria desde esa otra burocracia lenta y controlada, la burocracia de la ONU.

Ahora, 17 años después de aquellas reflexiones personalísimas, le toca a la exfuncionaria enfrentar la policía, el Ministerio Público, el poder judicial y la prensa, que son en realidad rescoldos de la dictadura de sus amigos que huyeron a Nicaragua o que los jalaron a Nueva York.

Ricardo, Ebal, Mauricio, Oscar, Lisandro, Rolando y una larga lista – más de 40 — atravesaron los límites del Momotombo antes que Rocío lo intentara sin éxito en Guasaule, y ahora esos hombres del patriarcado miran los hechos por televisión desde sus escondites, prometiendo regresar triunfales en 2026 para volver al Estado imaginario del general robacarros y del científico loco. Esos son una jauría sedienta de calle y de gobierno y de poder, que no logran todavía la empatía del pueblo, porque hieden al pasado, transpiran la putrefacción de los convocantes.

En un artículo reciente escrito en La Tribuna, en febrero de este año, la hoy prisionera de Támara, citando la narradora argentina Rita Segato, afirmó que “la historia de la burocracia no es la historia de las mujeres”.

El espacio público – decía Rocío — es estrujante y doloroso, como máquina nos va triturando, escupiendo y dejando solas a nosotras, las víctimas favoritas, a las que hay que culpabilizar de lo malo e indecible de otros; nosotras, tema objeto de cajas chinas y chivos expiatorios, amenazadas a muerte, insultadas, trabajando en medio de redes que no siempre entendimos.

Continúa la copaneca, hermana del asesinado periodista German Rivas, que “en esa narrativa de la lucha por la inclusión y los derechos, viviendo nuestra política (desde el poder), no vimos todo ese contexto ni dimensionamos el impacto en nuestras vidas y la de nuestras familias”.

Demasiado tarde. “Al final, somos todo lo vivido, todo lo soñado, y políticamente construido y aspirado”. Así escribía en su artículo premonitorio esta mujer que hoy se ha quedado sola, sin el piso de Marco Bográn ni el apoyo de su líder acusado por conspiración contra Estados Unidos, uso de armas de guerra y tráfico de drogas, más de 500 mil toneladas por año.

Debe ser duro para su familia y sus amistades verla así, en los brazos del leviatán herido, en esa cárcel violenta donde las mujeres privadas de libertad han sufrido incomparables violaciones a sus derechos humanos.

Mientras Rocío Izabel enfrenta sola este látigo implacable del escarnio público, sus colegas se esconden preguntándose quién será el próximo o la próxima, y socavando la legitimidad del Congreso y su junta directiva, llamando al pérfido Almagro a intervenir, suplicando a la gusanera gringa que ataque a Xiomara y organizando marchitas tristes que sólo reúnen a los militantes de la corrupción y el crimen organizado.

Mientras esa estructura criminal insolidaria con las mujeres sigue atacando la amnistía a las víctimas del golpe de Estado de 2009, Pedro Sánchez en España ha jurado como presidente muy a pesar de la jauría que ladraba contra la amnistía al liderazgo independentista de Cataluña.

Y mientras los corruptos locales siguen temiendo la exigencia popular de la justicia por los hechos de los últimos 14 años, el Cofadeh se prepara para conmemorar su nacimiento hace 41 años, el 30 de noviembre de 1982.

Buenas noches

Editorial Voces contra El Olvido, sábado 18 de noviembre de 2023