Pretendieron asesinar los derechos humanos junto al teatro… ¡No lo lograron!

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Moisés Landaverde y Miguel Ángel Pavón, asesinados el 14 de enero de 1989 *fotos tomadas de internet y Diario Tiempo

Por: Félix Cesario (Poeta, periodista e histórico defensor de derechos humanos)


Hace muchos años, a la vuelta del tiempo pasado, recién tenía el gozo de celebrar mi cumpleaños entre seres amados. De pronto el golpe de la noticia -hace 31 años- del asesinato de Miguel Ángel Pavón y Moisés Landaverde; amigo, compadre de sueños de poesía y del teatro en el escenario de este de TIEMPOS DEL TERROR de ayer y Narco-Estado hoy. Ese 14 de enero de 1988, experimenté el dulzor más amargo al punto que se me rodaron unas lagrimas. Y lloré.

No preciso las circunstancias cómo ni cuándo que nos conocimos con Miguel Ángel Pavón, fue un día de luchas en defensa de los que estaba acorralando la policía, con toletes y gases que nos dimos las manos y sellamos nuestra amistad y compañerismo hasta siempre.- Era de mediana estatura, ni alto ni bajo, pelo aindiado, tez morena, del color de las tinajas de mi tierra, de hablar pausado, tardío en contestar una ofensa chafarotil, platica musicable entre los amigos y compañeros.-

Era propietario de sueños y esperanza de que, un día todos los humillados del mundo tuviésemos una cena en el punto exacto de los crepúsculos, con una igualdad de reposo y ternura. Sus artículos “Para el pueblo” como los llamaba en el desaparecido Diario Tiempo, eran un peldaño en esa construcción de esa esperanza, por una paz todavía anhelada, aún en su ausencia.

Nunca supe de sus personales dolores, solamente lo atormentaban las detenciones y violaciones de los derechos humanos de nuestros compatriotas; por un buen tiempo dejamos de encontrarnos, el por su tarea humanística y yo accionando para que, al fin de cuentas, le tocara defenderme. Miguel Ángel Pavón, lo mismo se movía con la urgencia que el caso de la vida de una o un compatriota corriese peligro, se largaba lo mismo a San Pedro Sula, Choluteca y era de verle la serenidad y satisfacción de su rostro cuando salvaba una vida; esbozaba una sonrisa y nos mandábamos un café. Le era negado el derecho a la pedantería y a la altanería. Era como un niño cuidando el retorno de mama.

Con Moisés (Moisa) nos presentó la lucha, la poesía, el trato y la amistad segura. Fue en una noche de farra, de noches de otoño de un año del cual tengo el recuerdo. Fue en ese lugar en donde se hacía teatro, se amaba, se soñaba con una patria-amor fresca como un amanecer y pura como la desnudez del agua lluvia. Al salir de aquella cantina-salón, ya éramos hermanos, amigos del “tus-tus de la mera cruz”, ni mentiras ni traiciones y así es hasta el día de hoy, que proso estos recuerdos en la víspera de mis cumpleaños.

Cerca de aquella noche de enero de 1988, en una callejuela Sampedrana, los asesinaron. Iban los dos compañeros en busca de un reposo, las fieras enrabiadas estamparon sus disparos. Con el dolor de muchos, las balas fueron arrancadas y en cada disparo era una rosa roja en sus camisas. Ahí quedaron dentro del modesto carro rojo de Miguel Ángel, quien se recostó en el timón del auto motor y “Moisa” quedó con la sensación de un grito para sus asesinos recostado en su asiento, aprisionando su inseparable morral de cabuyas de mezcal y se fugaron hacia nosotros mismos.

Todo luchador por los derechos humanos y todo teatrero tienen -y tenemos- algo y mucho de estos dos amigos y hermanos. Con su muerte los revivieron hasta siempre. Hoy coloca a cada una rosa roja, para que las auroras nos vengan esplendidas como la primavera.

Hoy, próximo a mi cumple años 75, he recordado en mi soledad a estos dos amigos y hermanos; ya días hace que no bebemos café, no recibo la ternura el abrazo caliente, por la amistad que hace falta; el consejo prudente de Miguel Pavón me falta y con “Moisa” decirnos -a boca de jarro- unos cuantos versos de Miguel Hernández, nuestro poeta preferido. La última vez que nos vimos con “Moisa” fue al subir las gradas de aquella placita, hoy bautizada por las y los estudiantes con dignidad “Plaza Eduardo Becerra Lanza”. Me dijiste “¡Hey! poeta hermano, teneme esto, ya vuelvo”. De esto que te aguardo ya hace muchos años, pero aun te espero. Sé que cumplís tu palabra, pero no tardes tanto hermano, se hace tarde, ya comienza el cielo a cundirse de lumbreras; con vos y Miguel Ángel tenemos tareas que cumplir, los derechos humanos nos aguardan y nos están esperando en el teatro de la vida, “Moisa”.

 

Por favor, no tarden.

 

*A 31 años del asesinato de los defensores de DDHH y maestros: Miguel Ángel Pavón (CODEH) y Moisés Landaverde (COPEMH), por escuadrones de la muerte el 14 de enero de 1988, en San Pedro Sula.