Tegucigalpa.
Por Sandra Rodríguez
¿A qué se enfrentan las mujeres que defienden los derechos humanos en Honduras, las que se oponen a las arbitrariedades de sus compañeros de trabajo, las que no toleran los maltratos, las que denuncian antes las autoridades y son ignoras, las desterradas?
“Me he enfrentado a la muerte”, así lo resumió, si pensarlo mucho, Orbelina Flores Hernández, una mujer, campesina, madre, abuela y defensora de derechos humanos en una de las regiones más conflictivas de Honduras, El Bajo Aguán, donde se libra una lucha por la tierra y el sonido de las balas es un constante ir y venir interrumpiendo los pocos lapsos de tranquilidad y en las peores circunstancias; llevándose de por medio la vida de quien encuentre.
Entre lágrimas, no puede ocultar en su mirada de ojos verdes, cansada y con miedo, el paso de la vida. Ya son 55 años luchando en esta vida, la cual ha dedicado a defender sus derechos, la de sus hijos e hijas, compañeros, compañeras y personas que conoce por ser víctimas de alguna injusticia.
Y es que «Defensor de los derechos humanos es un título que todos y cada uno de nosotros podemos ganar. No es una función que requiera calificación profesional. Solo depende de que miremos a nuestros congéneres como seres humanos, de que comprendamos que todos tenemos derechos a toda la gama de derechos humanos y del compromiso de ver hecho realidad ese ideal», según Navi Pillay, quien fue Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
Orbelina Flores, llegó al mundo el jueves 10 de noviembre de 1960, en la comunidad de Taujica, Tocoa, departamento de Colón, desde su niñez las cosas no le fueron fácil, eran siete hermanitos que al morir su padre y madre quedaron al cuidado de sus tías “apenas pasé primer grado de primaria, pues no tenía quien me amparara”, recordó la defensora, sin embargo eso le ayudó a formar su carácter fuerte y firme ante las adversidades.
“Siempre he sido campesina, mujer de trabajo”, afirmó Orbelina, quien se casó a los 20 años de edad, procreó nueve hijos e hijas y una adoptiva; enviudó en 1998 y desde entonces asumió el papel de madre sola, con el cuidado y crianza de los niños y niñas, al igual que lo hace el treinta por ciento de mujeres hondureñas conocidas también como madres solteras o jefas de hogar.
Para ese tiempo, los y las campesinas comenzaron a organizarse en cooperativas para recuperar tierras adueñadas por terratenientes, y ella como madre vio la necesidad de unirse a la lucha para que sus hijos tuvieran mejores condiciones de vida.
Convirtiéndose así en una de las fundadoras del Movimiento Unido Campesino del Aguan (MUCA), que para noviembre del año 2001 se organiza el con la participación de 28 grupos campesinos en torno al “reclamo legítimo de las tierras que fueron declaradas para fines de reforma agraria desde los años 70 y que pasaron de forma fraudulenta a manos de empresarios corruptos”, según escrito de “Recuento de los hechos y la recuperación de las Tierras de la Reforma Agraria en Honduras” de AlbaTv.
Lo que buscaba Orbelina, quien siempre ha vivido en la comunidad de La Confianza, era adquirir tierra para ella y sus hijos, al menos dónde cultivar sus alimentos ya que la tierra es vida, sin ella no somos nada “pero por exigir este derecho se me ha venido muchas dificultades”, recalcó.
De las veinte personas que iniciaron el MUCA , cuatro eran mujeres, Beatriz Elvir, Maribel Mejía, Elida Bobadilla y Orbelina Flores; el campesino Adolfo Casteñada creyó que era importante involucrar más mujeres porque su labor es valiosa, y así fueron integrándose otras compañeras, que no sólo apoyaban en labores de roles de género, sino que fueron ocupando cargos de toma de decisión y formándose en temas de defensoría como derechos de la mujer, consejería en violencia y derecho a la tierra, acompañadas por diferentes organizaciones entre ellas el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH).
Mujeres al frente de la lucha enfrentando amenazas
En la zona del Bajo Aguán no es extraño ver a mujeres encabezando tomas de tierras, carreteras, protestas sociales o enfrentándose a las autoridades locales que las criminaliza, señala, ataca y estigmatiza, expresó Orbelina, haciendo mención de la toma de “los siete mil machetes”, la primera gran manifestación donde igual número de personas defendieron la lucha con machete en mano, su única e insigne herramienta de trabajo.
“Veníamos con un machetillo en la mano, eso fue allá por el 2001, estamos recuperando las tierras de la Reforma Agraria en el Bajo Aguán”, agregó.
“Como mujer, campesina y defensora del derecho a la tierra me he enfrentado a la muerte y no sólo yo, sino que mi familia, los que dependen de mí y los que sólo buscan comer del fruto de su trabajo”.
Pero la muerte también ha tocado a otras personas, y llegó a través de la infiltración sobretodo en grupos paramilitares que imponen miedo y con ello el silencio que no permite denunciar, sin embargo la defensora no sabe callar las injusticias, y afirmó su decisión a seguir denunciando aquellas situaciones que ponen en riesgo la vida y el trabajo en la comunidad, desde los ataques que vienen de parte de los terratenientes, los militares que tienen sitiada la región y las autoridades judiciales que están del lado del poderoso.
Su preparación y disponibilidad, la ha llevado a coordinar la junta de vigilancia del Observatorio Permanente de Derechos Humanos del Bajo Aguán (OPDHA), comentó, labor que no ha sido del agrado de muchas personas porque desde ahí observa, acompaña y da seguimiento a las denuncias por violaciones a derechos humanos.
La vida es muy valiosa, afirmó Orbelina, quien al ver cosas fuera de lo normal en la comunidad, quiso reclamar, teniendo como respuestas amenazas a muertes, la señalaron como infiltrada y mala persona, eso le afectó mucho, en el 2013 fue expulsada de la organización que con lágrimas ayudó a fundar, apartándola de los espacios le lucha que había logrado.
Pese a que una de las primeras recomendaciones para el Estado de Honduras en el Examen Periódico Universal (EPU), del 2010, era garantizar el respeto a los derechos de las mujeres, en la revisión del 2015, las organizaciones de mujeres campesinas y feministas negaron que haya avances de parte del gobierno.
Si bien es ciento se abrió la Unidad de Investigación de Muertes Violentas en al Aguán (UMVIBA), en su momento no se informó que 815 mujeres, entre ellas Orbelina, han sido criminalizadas en la lucha por el acceso a la tierra, siendo víctimas de desalojos violentos y detenciones ilegales y asesinatos.
Tampoco se dijo que “las mujeres campesinas no tienen acceso a la tierra, crédito y asistencia técnica y que al contrario su lucha ha sido criminalizada y que solo en el 2014 cuatro mujeres campesinas fueron asesinadas”, denunció La Plataforma 25 de Noviembre en contra de la violencia hacia las mujeres integrada por organizaciones campesinas y feministas ante la presentación del EPU por parte del Estado de Honduras en Ginebra, Suiza.
Orbelina cree que la justicia tiene que ser pareja, el dinero y las influencias no pueden estar sobre las decisiones a favor de los poderosos, sino que se debe garantizar la vida como derecho máximo de toda persona.
Paradójicamente, en el Bajo Aguán, ese derecho es amenazado constantemente, Orbelina López ha llorado el por asesinato de muchos de sus compañeros, y lo más doloroso es que sus muertes están en la impunidad, “vi caer a Juan José Escoto, Toño Belly, José Ángel Flores, Silmer George, a los dos Jacobos, a Dony, Lalo, Daniel, son muchos compañeros, y otros que recuerdo por sus sobrenombres, pero que no menciono por el nerviosismo y miedo que siento”.
El miedo a veces no deja hablar a las mujeres, las víctimas directas de la violencia estatal, sexual y económica en el Bajo Aguán, y si lo hacen, las autoridades las re victimizan y en las comunidades señalan como culpables.
“Yo enfrento el miedo a la muerte, no me espera otra cosa, porque no tengo derecho ni a reclamar que me salven mi vida, mucho menos la de los demás”, lamentó la defensora al referirse al papel de parte de las autoridades cuando se apersona a interponer una denuncia, ya sea en la ciudad de Tocoa, La Ceiba o en Tegucigalpa, como lo hizo recientemente tras el asesinato del presidente del MUCA, José Ángel Flores y el compañero Silmer George, por una supuesta banda paramilitar, en La Confianza, el pasado 18 de octubre, sumando a 125 asesinatos registrados por el OPDHA.
Estas acciones la hacen parte de las más de 1172 mil personal víctimas de migración forzada interna en Honduras, ya que debe moverse de la comunidad, huyendo de un lugar a otros, y eso desestabiliza emocionalmente porque teniendo su casa, su familia, sus animalitos, no puede disfrutar de ello.
“No estar en casa me afecta, es muy dolorosa se extraña hasta el cafecito caliente, he estado hasta año y medio huyendo cuando no puedo salir ni al patio, no puedo ni barrer tranquila porque en cualquier momento me pueden atacar”.
Las autoridades judiciales saben todo lo que ha sucedido en el Bajo Aguán, ya no sé qué hacer, ya me cansé de estar denunciando, por lo que pido a los organismos nacionales e internacionales, que nos ayuden a pedir las investigaciones de los asesinatos de nuestros compañeros y que actúen contra los violadores de derechos humanos, agregó Orbelina.
Consideró que es difícil que las autoridades hondureñas actúen en favor de la labor de los y las defensoras de derechos humanos, de los y las campesinas, y aún más, que den importancia a la situación de vulnerabilidad que enfrentan las mujeres, aun cuando sus hijos e hijas están de por medio, “pero no tengo porque huir, pues las denuncias que hago son reales, sin embargo temo por mi familia”.
Mientras tanto, Orbelina seguirá cosechando plátano, maíz, frijoles, yuca, malanga, limón, naranjas y criando gallinas, pollos, patos, porque le gusta tener en su patio sus alimentos, pero tiene claro que la principal necesidad es la de justicia y que se respete la vida.
Finalizó diciendo que “Si me pasa algo es responsabilidad de la banda paramilitar que opera en la región, y del mismo Estado que es el garante de brindar la paz, al seguridad de nuestras vidas, porque merecemos lo mejor al igual que todos los ricos, con igualdad, porque solo buscamos como sobrevivir, lo que es más complicado cuando hago estas denuncias, pero no me detendré hasta donde Dios me preste vida…”