Por: Sandra Rodríguez
Era una tarde lluviosa de octubre, con su paso lento pero firme, Nora Cortiñas, de la línea fundadora de las Madres de la Plaza de Mayo de Argentina, salió al patio del Hogar Contra el Olvido, fijó su vista ante las gotas de agua que empapaban el suelo, en un momento que decidió escaparse de Tegucigalpa para visitar a sus compañeras del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH), reunidas en dicho monumento a la Memoria Histórica en Santa Ana, al 23 kilómetros al sur de la capital.
Horas antes, la reconocida defensora de derechos humanos había llegado de Argentina, pues integraba el jurado calificador para el premio ambientalista “Carlos Escaleras” que se le otorgó a la representante del pueblo Garífuna, Miriam Miranda, el año pasado. Aunque se le había dejado espacio para descasar, expresó –mientras contemplaba la lluvia- que no es tiempo para eso, con tanto por hacer en la exigencia de justicia, y que al volver a casa ya podría descansar un poco mientras continuaba su accionar.
Ese caminar sin descanso, sin tregua y enfrentado el miedo, cumple hoy 40 años. Nora Cortiñas, y demás madres de detenidos desaparecidos, ahora abuelas que luchan por recuperar a sus nietos nacidos en cautiverio, tienen en su agenda 30 mil verdades pendientes que el Estado argentino ha sido incapaz de responder en una lucha que inició el sábado 30 de abril de 1977, con la primera manifestación de 14 mujeres que sólo exigían una audiencia con el dictador Jorge Videla.
Cansadas de esperar que las atendiera la vicaría castrense en la Catedral, a pocos metros del palacio de Gobierno, Azucena Villaflor sugirió cruzar la calle y hacerse visibles en la plaza. “Cuando vea que somos muchas, tendrá que recibirnos”. Nadie las atendió, y decidieron repetir el gesto. Primero, los viernes, luego, todos los jueves, a las 3:30 de la tarde. Villaflor fue secuestrada a fin de año y asesinada.
Siempre las acompaña su pañuelo blanco, bordado con el nombre de sus hijos y fecha de desaparición. Con él enmarcan sus rostros, guardan lágrimas, expresan gritos, proclamas, mensajes y la pregunta al vacío ¿dónde están los detenidos desaparecidos?
Su dignidad y coraje las hizo abanderar una lucha contra el poder fáctico. Son un ejemplo a seguir, las miraba y las escuchaba el resto del planeta, especialmente durante el mundial de fútbol de 1978, mientras acrecentaba el silencio de los genocidas responsables y cómplices del destino de sus hijos, hijas y nietos.
Se cumple 40 años de estas mujeres en las calles, desconfiadas de los políticos, denunciantes de las violaciones a los derechos humanos y la militarización, ellas continúan demandando que se abran los archivos “no abren esos archivos, porque tocan a políticos que siguen además estando en el candelero y siguen actuando”, declaró en su visita al COFADEH, Nora Cortiñas, de 87 años de edad y madre de Carlos Gustavo Cortiñas, militante del Partido Peronista en la villa 31, fue detenido-desaparecido en Buenos Aires, Argentina, el 15 de abril de 1977.
El drama que viven a diario las Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo, es que no se abren los archivos en poder del gobierno, no saben qué pasó con sus hijos e hijas; además del crimen más fuerte que se produjo con la apropiación de los bebés, que nacieron de mujeres que fueron secuestradas y cautivas durante la dictadura de 1976 a 1983.
Después fueron apropiados por los torturadores y por los represores para entregárselos a muchas familias, a veces entre ellos mismos, y de familias de policías y los que son partícipes de esa represión brutal.
Rompamos el silencio
Parte de los logros en su lucha, es que se han recuperado a 122 de esos bebés, cuya edad oscila entre 35 y 40 años, y que al sospechar que su vida no pertenece a determinada familia, sienten la necesidad de buscar su verdadera identidad, cuya historia pueden encontrar en sitios de internet, y finalmente visitan a las Abuelas de Plaza de Mayo.
El pasado martes 25, la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, celebró el hallazgo del nieto 122 y en el marco del 40 aniversario de fundación pidió romper el silencio para encontrar a otros cientos de bebés robados al nacer durante la última dictadura argentina “por favor rompamos el silencio, no dejemos con la duda a los más de 300 hombres y mujeres que todavía no saben quiénes son”.
Las madres de la Plaza de Mayo –llamadas así porque se manifestaban en dicho lugar frente a casa de gobierno- afirman que no hay olvido, no hay perdón, no hay reconciliación de ninguna manera, tiene que haber justicia, por eso ningún familiar, ni padres, ni madres, nunca han pensado en venganza, sino sencillamente en la justicia, y la verdad como el camino para la justicia.
Y en esa misma búsqueda de verdad y justicia el COFADEH con las Madres de los Pañuelos Blancos que desde 1982 se plantan en la Plaza de los Desaparecidos en el centro de Tegucigalpa, las abraza solidariamente, deseándoles fortaleza para continuar en esta lucha por la reparación de las víctimas, la no repetición y el nunca más.