LOS DOS MUNDOS DIVIDIDOS

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El sábado 26 de enero han terminado las acciones de protesta realizadas durante la semana en distintos puntos de Honduras, bajo la convocatoria de organizaciones sociales, religiosas, indígenas y partidarias.

El objetivo de las acciones de calle era exigir la expulsión del impostor Hernández del cargo de presidente y demanadar nuevas elecciones en el país, para restituir el Estado de Derecho.

En Tegucigalpa las peticiones fueron realizadas ante el Ministerio Público, la Corte Suprema de Justicia y las sedes diplomáticas de la ONU y del gobierno de Estados Unidos. Pliegos de peticiones y escritos jurídicos fueron entregados.

Por su parte, el partido Libre dedicó sus energías durante la semana a la negociación y aprobación de cuotas en la estructura electoral, como lo establecía el Acuerdo de Cartagena que puso fin a la Resistencia Nacional contra el Golpe en mayo de 2011.

Además, el partido Libre convocó su militancia para realizar el domingo una manifestación de rechazo al fraude electoral al cumplirse el primer aniversario de ese fatídico acontecimiento, también para exigir la liberación de los prisioneros políticos.

Al momento de justificar las dos acciones paralelas, el coordinador del partido Libre – Manuel Zelaya – declaró que desde la llanura social es imposible recuperar el poder político en Honduras. Esa declaración significó un punto de inflexión con los sectores organizados independientes.

“Si no hay una salida jurídica a través del Congreso Nacional porque no tenemos los votos o una acción militar ilegal, que nosotros no apoyamos, entonces sólo queda el Paro Nacional”, explicó Mel durante una comparecencia anoche en el canal UNETV.

Sin embargo, el político olanchano explicó que la actual situación de las centrales obreras y del magisterio, que están aplastados por el régimen actual, no les permite organizar un Paro Nacional para obligar por la fuerza la convocatoria a nuevas elecciones.

El derrocado presidente hondureño citó como ejemplo el proceso de expulsión de Somoza en Nicaragua, cuya salida de emergencia hacia Miami y luego a Paraguay estuvo precedida de 40 días continuos de cierre de todas las actividades económicas a nivel nacional, por las organizaciones sociales, políticas e insurreccionales.

Entre anécdotas y críticas sutiles, Zelaya tomó distancia de la agenda de la Alianza Ciudadana por Honduras al afirmar que sólo el partido Libre con sus 10 mil colectivos de resistencia, que se transformaron en comandos morazánicos, luego en comandos anti fraude y ahora en comandos insurreccionales, sería capaz de paralizar el país.

“Pero eso no será ahora, dijo el coordinador de Libre, será cuando el pueblo lo decida. Y si eso no es antes de 2021, entonces debemos estar preparados para enfrentarlos electoralmente en los 7 mil lugares donde nosotros tenemos gente cerca de las urnas”.

La dirigencia de la Coalición Ciudadana por Honduras, encabezada por Salvador Nasrralla, Luis Zelaya, Guillermo Valle, Carlos H Reyes e Ismael Moreno, habían anunciado la semana pasada que estaban en pláticas con Zelaya para conjuntar las acciones de esta semana.

Pero un comunicado del partido Libre en la víspera despejó las dudas. La dirigencia anunció que el partido realizaría por su cuenta una manifestación el 27 de enero y otra el 27 de junio de 2019, para levantar una encuesta si Honduras quiere o no seguir con JOH.

El mensaje de negación partidaria fue claro. Y un día antes de finalizar las acciones de la Coalición por Honduras, Zelaya insistió que no bastan 10 años de protestas continuas, porque si la gente no respalda las acciones de paralización ¿cómo es que queremos hacer cambios?, se preguntó.

Ante el riesgo que mañana domingo las bases descontentas del partido Libre por la falta de reformas electorales verdaderas no salgan a la protesta convocada, o que los sectores sociales desconvoquen a sus bases, Manuel Zelaya envió un mensaje amenazante: “Todo aquél que boicotee lo que hace libre pacíficamente, está con la dictadura”.

Por su parte, el teólogo de la liberación padre Melo respondió en un tono conciliador en su muro de facebook, dejando la puerta siempre abierta.

“Si tenemos claridad en principios, y claridad en el objetivo común de enfrentar y acabar con la dictadura que lidera JOH, y si jugamos limpio y de frente, sin agendas ocultas, seremos flexibles para construir alianzas y seremos tolerantes ante las diferencias. Con estos criterios, nadie sobra, todo mundo cabe, y cada quien aporta desde su propio lugar y alcanza el respeto de los demás, porque respeta a los demás”.

También el legendario y respetado dirigente sindical hondureño, Carlos H Reyes, desde la sede del Ministerio Público, respondió con esmerada diplomacia a la visión exclusiva de Zelaya.

“Ningún movimiento social por sí sólo derrotará a la dictadura y ningún partido político organizado lo hará por su cuenta, porque lo que tenemos enfrente es una dictadura neoliberal diferente a las que conocíamos respaldadas por los militares, la oligarquía local y el gobierno de Estados Unidos. Aquí lo que tenemos es una dictadura apoyada en el narcotráfico, la corrupción, la impunidad y el crimen organizado”.

Desde esta columna editorial suscribimos la visión de Melo y de Carlos y respetamos la visión política de Zelaya, pero ante la dimensión del desastre institucional de Honduras se demanda una posición seria. Y si la unidad es como una vasija de barro conducida por ciegos, bajo el riesgo de hacerse añicos, entonces tenemos que ayudarles aunque sea con bastones o perros guías. Pero no podemos seguir engañándonos ni perdiendo el tiempo inútilmente como pueblo sufriente.

Editorial Voces contra El Olvido, sábado 26 de enero 2019