El jueves anterior en el Estado de California, fue entregado un premio importante a las obras jesuitas en Honduras, particularmente a Radio Progreso y al Equipo de Reflexión, Investigación Social y Comunicación.
El director de estas obras, el sacerdote Ismael Moreno por todo el mundo conocido como el Padre Melo, recibió el reconocimiento del Centro de Recursos para América Central – fundado en Los Ángeles en 1983 por la diáspora salvadoreña y académicos estadounidenses.
En sus palabras de aceptación del premio “Campeones de la Justicia”, el padre Melo hizo un contundente retrato de la Honduras actual.
De entrada, calificó al pueblo hondureño como profundamente noble pero amargamente empobrecido en su vida material y en su conciencia por una élite corrupta y violenta y, que por tanto, este es un pueblo que necesita amor y consuelo.
El perseguido religioso progreseño hablaba, claramente, del pueblo que esta semana reinició masivamente su éxodo incierto hacia los Estados Unidos, a través de las peligrosas rutas migratorias que atraviesan Guatemala y México.
Melo tenía en su mente este pueblo que huye por carecer de ingresos dignos y, principalmente, por la violencia que muerde sus vidas cada día. Estaba hablando del pueblo perseguido y criminalizado por defender sus bienes naturales.
Sin duda, mientras el padre Melo proponía la pedagogía del consuelo y del amor para este pueblo aturdido por la violencia de los aumentos a los precios de la energía, el transporte, el gas, los alimentos, todos comprendíamos que hablaba del 80 por ciento o más de los nueve millones de hondureños.
Como religioso católico, el director de Radio Progreso no escondió el bulto. Dijo bien claro que su Iglesia debe retornar al Evangelio que anuncia la libertad a los cautivos, la liberación a los oprimidos y que camina al lado de los pobres y no prendida a las billeteras de los ricos.
El padre Melo tomó en su discurso la santificación del salvadoreño monseñor Oscar Arnulfo Romero para subrayar que de nada serviría poner un santo más en el altar, para luego dejarlo solo. “Romero es impensable sin pueblo, sin palabra mordiente y sin denuncia de los poderes establecidos”, dijo Melo ante una influyente audiencia estadounidense.
Al momento de precisar las responsabilidades del caos actual que sufre Honduras, el Campeón de la Justicia 2018 puso en la lista a los políticos, a un sector del empresariado, a los profesionales y académicos, a muchos periodistas y propietarios de medios de comunicación, sin excluir porsupuesto a los religiosos y diplomáticos.
Inmediatamente después de hacer esta lista que incluye a las iglesias evangélica y católica, Melo confesó que todos estos actores estamos dedicados a sostener una mentira, la mentira del régimen que lidera Juan Orlando Hernández.
“Es una farsa todo lo que dice la publicidad del régimen y que repite Juan Hernández en los foros internacionales. Él mismo es una farsa”, dijo el campeón sin titubear. Y enseguida afirmó que esto lo sabe la embajada de Estados Unidos en esta capital, los representantes diplomáticos canadienses y europeos, los pastores y obispos. ¡Todo mundo lo sabe, pero casi todos callan o apoyan, y avalan, porque de esa mentira se nutren, y porque tienen miedo a las propuestas del pueblo.
Dicho lo anterior, el director del programa América Libre, que se transmite de lunes a viernes a las 8:00 de la noche por la frecuencia 103.1, denunció directamente a la embajada de Estados Unidos.
“Estamos aquí para denunciar que el régimen corrupto y violador de los derechos humanos en Honduras es protegido, cuidado y halagado por el gobierno de los Estados Unidos a través de la embajada del Departamento de Estado en Tegucigalpa, que es la más importante legitimadora de este régimen y, por tanto, es corresponsable de las violaciones y represiones contra la sociedad hondureña de los pobres”.
Así de directo lo dijo Melo. Y explicó sin andarse por las ramas que la Unión Europea, Washington y Canadá sostienen al impostor por miedo a las decisiones del pueblo hondureño.
“¡Dejemos de tenerle miedo al pueblo, no sigamos apoyando esta mentira sólo para “prevenir” que la ciudadanía irrumpa con sus liderazgos propios. Dejemos que la voz del pueblo irrumpa con sus demandas y sus sueños!”, recomendó el también director del ERIC en El Progreso, Yoro.
Aquí estamos hablando de las voces y propuestas que serán cada vez más fuertes en irrumpir; por ejemplo, los días 25, 26 y 27 en el Foro Mesoamericano/Alba Movimientos que tendrá lugar en la Universidad Nacional aquí en Tegucigalpa, o el 26 de noviembre cuando la Convergencia contra el Continuismo divulgue los primeros resultados del plebiscito revocatorio de Juan Orlando Hernández.
Al final de su discurso, siempre con pasión en la esperanza activa, el premiado del Centro CARECEN insistió que es un deber ético sacudirnos esta mentira que hay en Honduras, no callarla, no avalarla, no vivir en ella. No cambiar nuestra responsabilidad de despreciar esta mentira que se hace llamar gobierno, porque es una burda caricatura de régimen autoritario y dictatorial.
Mientras hablaba el padre Melo en la transmisión de Facebook live, pensábamos las imágenes de los privados de libertad que son acuchillados y tiroteados en cárceles bajo control militar, o esas escenas de policías torpes atacando personas porque gritan Fuera JOH, o agrediendo a quienes exigen explicación frente a los abusos de poder. O peor aún, en esos oficiales policiales corruptos, integrantes del crimen organizado, dirigiendo la comisión de derechos humanos en Mateo y coordinando la protección de las víctimas. Sólo en este neo-cari-iato es eso posible.
El Premio Campeón de la Justicia no se despidió de Estados Unidos sin antes proponer un plan. El plan de una nueva comunidad. Una nueva sociedad que ya cuenta con todos los recursos, pero que le falta el más importante: la condición humana, el optimismo en la gente sencilla. Esta condición, dijo Melo, es la que tenemos que impulsar para construir una propuesta de soberanía, dejando de apoyar la gran mentira…
Sin olvidar el campamento de Guapinol en Tocoa, la resistencia de Reitoca en el sur de Francisco Morazán, ni la vigilia permanente de Pajuiles en Atlántida y la determinación de Azacualpa en Copán, el padre Ismael Moreno pegó un grito hacia el cielo y hacia la tierra antes de recibir el premio.
“Nuestro grito en este desierto neoliberal es que nos sacudamos la mentira, ésta a la que nos han sometido, y emprendamos el audaz camino hondureño en base a la verdad de no esperar de afuera o de arriba las respuestas. Vayamos hacia la verdad que soñamos, donde todos contamos y valemos. Este es nuestro grito de justicia”.
Así concluyó una ceremonia pública en Los Ángeles, California, el jueves anterior, que puso a Honduras en el centro de la discusión. Por eso, desde esta columna de Voces contra el Olvido, adoptamos esas palabras dichas en nombre del ERIC y de Radio Progreso, en nombre de la Honduras de acá, y felicitamos con proximidad, ternura y amor al compañero director, el padre Melo.
Editorial Voces contra El Olvido, sábado 13 de octubre de 2018