LLEGA TRUMP, EL RUBIO Y LOS OTROS

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En su despedida de la Casa Blanca, en la víspera de su deprimente adiós, Joe Biden ha revelado que el 20 de enero llegará al poder una oligarquía electrónica, en referencia a Zuckerberg con su Meta, Elon Musk con su X y Donald Trump con su red Trust. Todos juntos en el poder desde el lunes.

Pero leyendo bien eso no solamente se trata de tres instrumentos desinformativos de los millonarios blancos de Estados Unidos, que son instrumentos a su vez de las agencias del poder oculto estadounidense particularmente la CIA, se trata de una oligarquía negacionista, anti planeta, anti mujer, anti migrante, homofóbica y misógina.

No estamos diciendo con esto que la declaración de Biden libere de culpa a los demócratas, porque estamos saliendo de un período perverso de injerencismo imperial que ha producido migraciones masivas, genocidios, guerras coloniales en Medio Oriente, Suramérica y en Europa del Este, entre otras latitudes.

En Honduras, los demócratas nos dejan sus narices metidas en la política energética – porque su interés es mantener el monopolio de la venta de petróleo para la generación de energía sucia–, y nos dejan su política metiche contra la soberanía judicial, porque no les gustó para nada que Honduras eliminara las ZEDE, que denunciara el tratado de extradición selectiva y que legalizara el Acuerdo de Cartagena, la amnistía de 2022 y la CICIH.

El regreso de la USAID con la embajadora Dogu en 2022, si bien coincidió con el juzgamiento federal de Juan Orlando Hernández por narco, también representó la activación de un enjambre social domesticado con chequeras para atacar permanentemente las acciones del gobierno surgido de la resistencia social, política y electoral de 2009.

En su afán de deshumanizar, demonizar y demeritar la lucha contra la corrupción, la justicia, la inversión social en las personas menos favorecidas y el adecentamiento de la economía, ese enjambre de lobistas sociales terminó convirtiéndose en la comisión de campaña de los dos partidos aniquilados de la oligarquía criminal del país.

La DEA, la CIA, el Comando Sur, El Pentágono y el Departamento de Estado han sido durante estos últimos tres años en realidad hostiles a los intereses de la sociedad hondureña, porque han intentado varias veces la creación de condiciones para un nuevo golpe de Estado, han empujado la continuidad del tráfico de drogas, la migración insegura y no han asumido su responsabilidad en el funcionamiento del crimen organizado local y transnacional.

De cara a los procesos electorales de este año 2025 es evidente el intervencionismo estadounidense al estilo Venezuela donde intentan sin éxito hace 25 años imponer un presidente títere y una oposición traicionera vendepatria. A todas luces, la transición demócrata a la oligarquía electrónica del 20 de enero no hace ninguna diferencia en esos propósitos para Honduras.

El financiamiento a organizaciones colonizadoras, incluyendo medios audiovisuales, carteles disfrazados de asociaciones civiles y comentólogos, busca impedir la continuidad de la transición hacia la refundación del país.

En doble vía, la fina y vulgar intervención en los asuntos internos de la sociedad hondureña juega a unificar las cenizas de los dos narcos partidos tradicionales, burguesías y oligarquías pro Miami sumisas al neoliberalismo insaciable y proclives siempre al crimen organizado en sus múltiples expresiones.

Aparte de unificar semejantes engendros del demonio para las internas y las generales, la política exterior de los Big Brothers intenta regresarnos a las ZEDES, a los carteles controlados por Washington, a las bases militares urbanas y al modelo de blanqueo de dinero como política pública del Estado. Al reino de la impunidad.

El liderazgo político actual, que sin controlar la asamblea legislativa ni el poder judicial mantiene el liderazgo del país, no permitirá que esa visión vasalla de la política exterior se imponga fácilmente en el territorio hondureño. Así lo creemos, así lo reclamaremos.

Las elecciones las queremos limpias, transparentes, participativas y confiables, como las quiere Estados Unidos, que sin embargo avaló un fraude monumental en 2013 con la embajadora Lissa Kubinski e impuso una vulgar reelección ilegal, inconstitucional, en 2017 con Heidi Fulton a la cabeza.

Los derechos humanos los queremos difundidos, promovidos y respetados, y las violaciones las queremos investigadas, sancionadas y nunca más repetidas, se trate de soldados rasos delincuentes o de generales criminales con estrellas.

En conclusión, los demócratas y también los republicanos millonarios de 2017 a 2021, y que regresan con todos los poderes el próximo lunes, han sido eso y más para la historia reciente de esta Honduras.

En las tareas de redención no caben tintas medias de aquellos disfraces de izquierdas que se presentan como independientes e higiénicos frente a los partidos y movimientos anti colonialistas, anti fascistas y antirracistas, pero que coquetean con los fondos de Soros, el instituto republicano para la democracia y los pentecostales o con los santos de los últimos días. De ninguna manera.

Como ha dicho claramente la presidenta de México, esos, quienes piden la intervención de Trump, de Rubio y de los otros anti humanos, esos son esencialmente traidores.

Este año será intenso, nos permitirá conocer el cobre de esos latinos sabuesos del régimen de los millonarios blancos supremacistas y de las hordas locales enemigas de las mujeres. Enemigas de Xiomara y de Rixi. Enemigas de Honduras, que tiene nombre de Mujer.

Este es un año de definiciones entre calientes, fríos y tibios. A los tibios los vomita el Señor, ya lo sabemos. Y a los fríos tendremos que enfrentarlos, sea que calculen desde la avenida La Paz o desde su nueva base urbana del San Felipe, o que acechen el país desde los comandos sociales cuyas siglas sólo tienen tres letras.

Buenas noches