Por: Eduardo Urbina*
Hoy cumplo un año de haber salido de Honduras en condiciones que solo yo conozco y la organización (COFADEH) que me salvo la vida, doce meses han pasado desde ese día donde me despedí de mi familia sin pensar que tantas cosas ocurriría. A continuación, hare una pequeña narración de todo lo que ha pasado (hechos mas relevantes) que hoy por hoy cambiaron mi vida totalmente.
10 de diciembre 2017
Salgo rumbo a Costa Rica (durmiendo una noche en Managua), luego del acoso y persecución tanto de fuerzas represoras del Estado así como grupos no identificados pero claramente vinculados al régimen.
15 de diciembre de 2017
En el marco de una protesta contra el descarado fraude electoral, personas desconocidas (seguramente enviadas por las mismas fuerzas armada) incendian un camión militar en una de las salidas de Tegucigalpa, capital de Honduras. Mientras tanto yo estaba en Costa Rica, datos que se encuentran acreditados en mis movimientos migratorios y fechado y sellado en mi pasaporte.
19 de diciembre de 2017
El juez No.12 de los juzgados de letras penal de la sección judicial de Tegucigalpa dicta una orden de captura inmediata contra mi persona. Dicha orden firmada por el “abogado” Neptalí Heber Mejía Leiva (juez de letras penal) y por Maribel Martínez (secretaria). Cabe mencionar que en esta orden de captura me acusan de: Incendio Agravado en perjuicio de la secretaria de defensa, atentado y uso de explosivos o material de guerra en prejuicio de la seguridad interior del Estado de Honduras.
10 de marzo de 2018
Se vencen mis 90 días de estadía en territorio costarricense. En harás de hacer las cosas de forma legal me dispongo a salir rumbo a Nicaragua. Donde soy detenido por una orden de captura internacional a petición del régimen hondureño. En la madrugada me trasladan al Chipote en Managua.
14 de marzo
Gracias a gestiones de diversas personas y organizaciones y a la buena voluntad del FSLN soy devuelto a Costa Rica donde solicito refugio. En este momento me detienen de nuevo y quedo en manos de Migración y Extranjería. En el trayecto del paso migratorio de Nicaragua a Costa Rica una funcionaria de CEJIL me escribe a mi teléfono y me dice “tenes que solicitar refugio” sin pensarlo al leer las palabras de esta extraña (en aquel momento, ahora mi muy buena amiga) hice justo la indicado. Esa noche dormí en la delegación de Liberia.
15 de marzo
Ingreso al centro de aprensión de la región central (centro de migración) donde me encarcelan junto a varios nicaragüenses que venían saliendo de la cárcel y tres salvadoreños exintegrantes de la Mara Salvatrucha. Aquí llega un abogado de HIAS (agencia socia de ACNUR) y me explica cómo íbamos a actuar y comenzar a recabar pruebas para la aprobación de mi refugio.
26 de marzo
Llegan dos agentes de INTERPOL a detenerme al Centro De Aprehensión ya que el régimen pidió mi extradición (con la firma del fiscal general Oscar Chichilla y una mandadera de la embajada de Honduras en Costa Rica de nombre Nelly Ondina Barnica Solorzano). Ese día paso de una detención administrativa a una detención Judicial donde me asignan un defensor público (ahora un entrañable buen amigo).
Quizás 5 días después de estar en los calabozos del Organismo de Investigación Judicial fui trasladado al Penal de Puntarenas (de esto no tengo fecha exacta ya que en los calabozos no sabes si es de día o de noche).
En este momento comenzó uno de los episodios más difíciles de mi vida. Desesperación, tristeza, impotencia, enojo, desesperanza, pero al mismo tiempo esperaba que todo saliera bien. Estuve detenido con narcotraficantes, asesinos, ladrones y traficantes de personas. Aquí me di cuenta que somos instantes y somos decisiones. En la cárcel sentí lo que era estar solo, esa soledad que no se va ni aun estando rodeado de personas. También reafirme algo que es evidente; ningún sistema penitenciario busca la reinserción de las presas y presos.
Dentro de la cárcel conocí muchas historias bastante dolorosas que indudablemente me hicieron más humano, más consciente y obviamente más fuerte.
20 de abril de 2018
La Comisión de visas restringidas y refugio aprobó mi status. Lo que en pocas palabras me regreso a la vida. Nos llenó de alegría a mí, a mis amigas y amigos, a mi familia y las organizaciones que estuvieron conmigo. También dentro del pabellón D del Centro Penal De Puntarenas hubo mucha felicidad, mis compañeros de prisión estaban muy pendientes del acontecer de mi caso. No podía creer que habíamos derrotado al régimen hondureño. No podía creer que estaba a horas (según yo) de recuperar mi libertad. Pero pasaron los días y no me excarcelaban. Todo era cuestión de tiempo y de burocracia. Mi amigo y abogado defensor al igual que varias organizaciones presentaron más de un habeas corpus para mi liberación, que La Sala Constitucional declaro con lugar semanas después.
22 de abril
Llego el día esperado, desde el 20 tenía mi maleta lista, mis cosas ya estaban comprometidas, las cosas usadas en la cárcel no se sacan de la cárcel, esto como creencia carcelaria para cortar del todo ese episodio. Al medio día firme mi carta de libertad, luego de varias horas de espera llegó un carro de migración y me detuvo de nuevo, respondí muy mal a esta última detención, tenía mucho enojo y desesperación acumulada. Me trasladan a la delegación de policía donde corroboraron que ya podían dejarme en libertad. Di mis primeros pasos, como un hombre nuevo, más justo, más humano, más consciente y más convencido de la necesidad histórica de cambiar nuestro país. Todavía recuerdo ese primer abrazo ya puesto en libertad, a mi entrañable amigo “El panda” y a su madre quien no permitió que en la cárcel a mí me faltara comida, agua, golosinas y cigarrillos. Salí del penal con calzoneta, así como me detuvieron, con varios libros leídos y un par más en la mochila. Gracias Tavo por llevarme libros tan buenos como los que me hiciste llegar.
En pocas palabras esta fue mi experiencia, que sin duda alguna pudo haber terminado peor. Con esto no quiero dar lastima, no busco victimizarme, con esto quiero hacer énfasis en la necesidad que tenemos como organizaciones sociales, como sectores organizados y como pueblo de unirnos y luchar juntas y juntos para cambiar nuestro país. Somos nosotras y nosotros quienes tenemos esta enorme tarea de rescatar la tierra que nos vio nacer.
Me han preguntado “¿No te da pena haber estado preso?” y hoy se los digo a quienes lean este testimonio, que no me avergüenzo de quien soy, que no me da ni un poco de vergüenza ser un expreso político. Mi que hacer jamás fue violento, desde adolescente me entregue a las causas del pueblo y en ellas seguiré hasta que mi corazón deje de latir.
Hare énfasis en la necesidad de unidad, de madurez y de gallardía. Estamos frente a una horda de delincuentes deshumanos, donde solo la convicción y la lucha nos hará salir de la crisis. Hoy por hoy puedo escribir esto, sabiendo que tengo un entrañable amigo en una cárcel de máxima seguridad. Hoy por hoy, como desde ese 20 de enero que lo detuvieron gritare y seguiré gritando ¡LIBERTAD PARA EDWIN! ¡LIBERTAD PARA LAS PRESAS Y PRESOS POLITICOS!
Así como tengo muchas amigas y amigos con procesos judiciales por defender la educación pública. Somos una generación que tiene una tarea enorme, que ni la cárcel, ni le persecución ni la muerte nos va a detener.
Quiero agradecer a mi familia, a mis amigas y amigos, a mis compas del movimiento estudiantil, a la militancia de mi Partido político, a los partidos amigos a nivel internacional, a las organizaciones nacionales e internacionales de derechos humanos, a los movimientos sociales hondureños y del mundo, a la Comisión de Visas Restringidas y Refugio, a la Defensoría Pública de Costa Rica, a La Sala Constitucional del Poder Judicial costarricense.
¡Gracias a ustedes las tarántulas no pudieron ni podrán acallar mi voz! Seguimos en pie, con la frente en alto y con la convicción que pronto mi patria será LIBRE.
*Exiliadoa en Costa Rica