Inteligentes y sabias como son las mujeres, desde el inicio de la humanidad han enfrentado la guerra de los hombres con agricultura, alegría y magia.
Es un hecho irrefutable que sin el conocimiento, la técnica, la ciencia y la espiritualidad de las mujeres, el mundo estaría destruido hace mucho tiempo por los pendencieros, dictadores arrogantes, nacionalistas ridículos y militares déspotas.
Casi siempre condenadas a un segundo y tercer plano por los reflectores de la propaganda, la comunicación social, las religiones y, particularmente, la política, las mujeres han realizado sin embargo un trabajo efectivo en los ámbitos de la cultura, las ciencias políticas y la economía.
En Honduras fueron las mujeres las primeras en rechazar con poesía, narrativa y con pedos la presencia de los marines gringos en 1954. ¡Cómo olvidar a Visitación Padilla en esa determinación de utilizar su belleza sin pudor delante de los militares invasores!
Más recientemente, hace 35 años, en 1982 las mujeres que fundaron el Cofadeh nos heredan el más vibrante ejemplo de trabajo por la paz del continente.
Mujeres madres, hijas, esposas y hermanas de los desaparecidos por el escuadrón de la muerte que fundaron liberales y nacionalistas junto a la CIA, enfrentaron la muerte con sus llantos, sus gritos desgarrados y su ternura universal jamás vista durante las reclamaciones sociales.
Como lo habían hecho las madres chilenas delante del palacio de Pinochet bailando solas la cueca en Santiago, aquél puñado de 12 madres con pañuelos blancos sobre sus testas, sosteniendo mantas blancas con el rostro perfilado de sus hijos e hijas, y su cañón de palabras cada primer viernes de mes en la plaza La Merced, nos educan en la paz hasta nuestros días.
Leticia de Oyuela, desde una silla de ruedas, escribiendo con alegría y con sesos bien claros el pulso de su amada Tegucigalpa, aún en medio de gestores culturales oficiales ignorantes del talante de aquella mujer, producía conocimiento e historia para la nación.
Esther Ruiz, venida de las montañas y llanuras de Santa Bárbara, surgida de las milpas de Quimistán, ha entregado su creatividad innata a la cultura campesina y popular de Honduras, desde su profundidad sencilla y feminista.
Itsmania Pineda, desde su proximidad con la juventud avasallada por la pobreza y otras violencias, ha usado sus métodos y técnicas periodísticas para comunicar al mundo la tragedia y la esperanza de este pueblo a través de Xivalvá.
Reina Cálix, maestra rural empírica desde los 15 años, organizadora de patronatos comunitarios y militante en las luchas campesinas por la reforma agraria, estuvo cerca de morir en las masacres de 1972 y 1975. Hoy sigue siendo maestra de maestras empíricas que, como ella, arrullan el mundo con las letras del abecedario.
Albertina García, hija de campesinos empobrecidos, que cuando creció en sabiduría y compromiso, retornó a su aldea a crear un centro de capacitación comunitario con una red de apoyo a mujeres maltratadas, que convirtió en microempresarias de la cultura lenca.
Y Bertha Oliva, también hija de campesinos de Olancho, emigró a Tegucigalpa buscando saberes y encontró la lucha por la vida, perdió a su esposo Tomás en la guerra sucia impuesta por Estados Unidos en Tegucigalpa pero levantó su bandera hasta nuestros días, construyendo paz con justicia, con memoria en procura de la vida, que es lo mismo que la paz.
Todas estas mujeres son parte de las 1000 mujeres de más de 150 países del mundo candidatas al Premio Nobel de la Paz, que se han reunido ayer en esta capital.
Ellas han confirmado con sus testimonios vivos que sin mujeres no hay paz. Y que mucho antes que el Consejo de Seguridad de la ONU aprobara una resolución hace 12 años, ellas ya trabajaban por la seguridad y la paz del mundo.
Felicitaciones al Cofadeh por convocar ayer al Foro de Mujeres por la Paz, porque sin encuadrarse en un discurso restringido de género ha hecho durante su historia un ejemplar trabajo de organización, acompañamiento y promoción de las mujeres en la defensa de la libertad, la vida y la verdad.
Editorial Voces contra El Olvido sábado 14 de octubre de 2017