Este primer párrafo sigue los movimientos del lujoso avión que utiliza el niño malcriado que atravesaba chuña el Río Grande de Gracias, y sigue también los movimientos del presupuesto público a dos semanas de la apertura de urnas.
El avión conecta Managua, Glasnow, Washington y Taipei en una semana, con un sólo elemento común: el impostor presidente de Honduras promueve el negocio personal de las zonas de empleo y desplazamiento, Zedes. Ese es el elemento visible, el oculto es probarse a sí mismo que no es arrestado en ningún aeropuerto del mundo, como soñaría gente ingenua en Tegucigalpa.
El dictador Hernández está jugando a la visibilidad internacional en la víspera de las elecciones del 28 de noviembre. Su estrategia es protagónica. Aparecer triunfante, seguro y promotor oficial de negocios del Estado, mientras en realidad su objetivo es borrar cualquier imagen posible de objetivo judicial, construyéndose una estatua mediática de hombre de business. Y preparar el próximo escenario de su estructura organizada.
A Managua fue a reunirse con el enemigo político de Washington en la región de Centroamérica, su amigo Ortega en el disputado golfo donde tiene su Guayaba, y a Washington fue a reunirse con activistas y lobistas de su plan de negocios utilizando un álbum fotográfico como pretexto público. Eso que llaman libro.
En realidad eso es la apariencia. Este prototipo de viajero global, que atraviesa el mar para ir a mendigar recursos verdes a la cumbre climática de Glasgow y luego llegar en Taipei para vender a Honduras como destino absoluto de ZEDES, no está diciendo todas sus intenciones. Es mucho más lo que está ocultando en forma deliberada. Está participando directamente en la campaña con objetivos calculados, simulando una despedida de niño brioso que superó los arrabales empobrecidos de la comarca lenca.
En estos malabares con fuego, en realidad Hernández empuja la plata que asegure el poder aunque pierda el gobierno. En agosto aseguró un acuerdo de préstamo por 70 millones de dólares con el Banco Centroamericano para dar bonos justo ahora a casi 300 mil electores afectados por las tormentas de diciembre del año pasado. Ese banco, no lo olvidamos, es el mismo que prestó dinero a FICOHSA para financiar a DESA, que asesinó a Berta Cáceres.
El uso de los presupuestos de varios ministerios para entregar bolsas de comida a la masa de activistas a nivel nacional, para aumentar salarios y bonificar policías y militares justo ahora, son elementos inadmisibles que contrastan con la supuesta agenda internacional del dictador. ¿Por qué no congelar ese tipo de transferencias al menos 6 meses antes de las elecciones generales? No contestan, porque las fidelidades tienen precio. Las diputaciones se compran y eligen magistrados, fiscales y jueces.
Afortunadamente, la población hondureña en general no es ingenua en relación a este funcionamiento del poder, y tiene la capacidad de darle vuelta y reconstruir el templo. La gente sigue los movimientos de los perversos. Está atenta y preparada. No tiene miedo, aunque la policía haya aumentado sus efectivos de 13 mil a 20 mil y los militares construyeron más batallones y crearon nuevas unidades.
En nuestra experiencia, sin embargo, ese no es un buen mensaje para el respeto de los derechos humanos. Es, al contrario, un pésimo mensaje sobre las prioridades del país, que demanda seguridad social, salud, educación, democracia, felicidad. No chafas, no policías, no armas, no gases.
Digámoslo claramente: El país no está para jugarretas. Son muchas Honduras tus muertes.
Las misiones de observación, el cuerpo diplomático, los analistas privados, las iglesias, los partidos opositores y las organizaciones de masa deben saberlo muy bien: después del golpe de Estado es bien fácil provocar en Honduras un conflicto político, irnos a las calles y enfrentar esa mesa de crisis dirigida por asesinos armados, y prolongar el conflicto de 2009 no resuelto todavía.
Lo que no es fácil es bajar estas tensiones que acaban destruyendo vidas, libertades y esperanzas. Y eso requiere mucho dinero y tiempo. Entonces, los impulsores de este modelo del crimen organizado de los últimos 20 años deben aceptar que fracasaron. El país es ahora mucho más empobrecido, la fragilidad ambiental no da para más. Ese modelo NO sirve para la inversión limpia y verde. El país emigra por la incertidumbre y las violencias.
Además, nuestros valores de cultura democrática están en quiebra por culpa de estos corruptos, de los narcos y de los destructores del Estado de Derecho. La tolerancia, el respeto, la justicia, la paz, la libertad y la vida no están en la escala superior de la Sociedad y del Estado. Y eso debemos corregirlo. Eso no puede seguir, pero eso no se corrige con chafas ni policías represivos, violentos y amamantados por la Escuela de las Américas.
Respeten, no trampeen, el pueblo quiere la transición y eso es obligatorio. En ese propósito, las jugarretas aéreas del dictador Hernández con amigos y enemigos de Washington, más las tropelías financieras de sus cuadros bipartidistas, no están contribuyendo. En estas distracciones no habría que dudar la posibilidad que la próxima parada del avión Challenger sea en Pekín o en Moscú. Y ahí vamos a reír o a llorar.
Pero una realidad es segura: Si quieren seguir jugando con fuego, aténgase a las consecuencias.
Buenas noches!
Editorial Voces contra El Olvido, sábado 13 de noviembre de 2021