La movilización

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De nuevo, no hay duda que en Honduras están enfrentadas dos maneras de ver el presente y el futuro del mundo.

Basta ver los mensajes de la movilización popular del 7 de noviembre en Tegucigalpa y los discursos del partido Nacional un día después en San Pedro Sula.

En la tarima popular quedó claro que el país no puede seguir sobre el modelo narco corrupto que asumió el Estado en 2009, para destruir los recursos naturales y matar al pueblo.

La propuesta de la multitudinaria manifestación de la capital fue clara. Reconstruir las instituciones del Estado de Derecho, todas, y poner el respeto a los derechos humanos al centro de la nueva gestión pro constituyente.

Reconstruir y transformar es otra vez el mandato ético para la sociedad hondureña, ese mismo mandato que Carlos Flores Facussé bloqueó en 1999 después del huracán Mitch en alianza con Callejas, y que repitió su bloqueo en 2009 en alianza con Juan Hernández.

En estos puntos es total la coincidencia entre la Convergencia Ciudadana contra el Continuismo y los partidos de oposición a la dictadura de liberales y nacionalistas controlados por Hernández. Hay que romper ese candado.

Los mismos operadores políticos desde las cumbres del Hatillo o desde la embajada de Estados Unidos no pueden seguir decidiendo el curso del país. Son fracasados. No construyeron nada seguro, ni para ellos mismos.

Además, hay claridad ciudadana en el hecho que no puede haber transición política con las mismas sabandijas controlando el Ministerio Público, la policía, el ejército, la Corte Suprema de Justicia y el Congreso.

Pero en San Pedro Sula, en cambio, los partidarios leales al nacionalismo golpista centraron su discurso en la venta del territorio, el autoritarismo militar y el desprecio a la disidencia política. Se burlaron de Salvador y propusieron continuar lo mismo.

Para ellos todo va bien, la dósis del miedo puede bajar o subir según convenga, los 57 mil deportados al volver tendrán trabajo, los capitales para su empleo van a llegar desde lejos, y ya somos felices de todos modos, para qué preocuparnos por el juego de X-0.

Para este grupo armado del partido Nacional y del partido Liberal, que asaltaron el Estado en junio de 2009, no hay otra opción de desarrollo más que entregar por pedazos el país a los paraísos fiscales de delincuentes internacionales, entre los que están las reinas, princesas, presidentes, artistas, ladrones de toda laya.

Mientras tanto, en otro sector del país la señora Marlenne Alvarenga, que robó a Salvador los sellos del PAC, proponía la eliminación del laicismo y la imposición de Dios en las escuelas, cárceles, televisoras y en todos los espacios donde habita el demonio, porque eso de la libertad es un disparate dice la señora.

Por semejantes bajezas y estupideces juntas es que en la tarima popular se planteó la recuperación de la Patria con castigo. No hay más tiempo para bromear con un país de 8 millones de seres humanos que pueden retomar y merecen una nación de verdad, no un chiquero de esta banda de Alí Babá.

Después de la salida a las calles el 7 de noviembre quedó claro que el 26, 27, 28, 29 y 30 serán días diferentes para las fuerzas sociales y políticas de Honduras… para enfocarnos en aquellos propósitos. Un nuevo ciclo ha comenzado, sin duda.

Editorial Voces contra El Olvido, sábado 11 de noviembre 2017