La impunidad agranda heridas

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Tegucigalpa.

Por: Riccy Ponce
“Me siento muy dolida, cada día esa herida se abre al saber de que los asesinos no han sido castigados, que siguen cometiendo otros asesinatos a más después de siete años del golpe de estado, el cual no ha pasado. Hay jóvenes asesinados, hay jóvenes desaparecidos, hay jóvenes torturados, hay personas desaparecidas y no sólo jóvenes sino de toda edad en Honduras”.

Estas son las desconsoladas palabras de Silvia Mencía, madre del primer mártir del golpe de estado del 28 de junio del 2009, su nombre se lee en las calles, en las consignas entre manifestaciones sociales, en una plaza popular destruida por la remodelación vial al oeste de la capital, es Isy Obed Murillo Mencía, y siete años su sangre derramada exige justicia.

La familia Murillo Mencía, no sólo está pidiendo justicia para Isy, sino para todas las personas asesinadas injustamente, “esa es la lucha que nosotros tenemos, que la justicia no sólo llegue para Isy Obed, si no como le dije antes, para muchos compañeros que han sido asesinados injustamente”.

Nosotros somos una familia que no tenemos enemigos, hasta ahora sólo los enemigos que asesinaron a nuestro hijo, afirmó doña Silvia.

La familia jamás imaginó el cambio que tendría su vida, pues de la noche a la mañana debían cuidarse de su entorno, de los enemigos encubiertos y mentirosos, de quienes mataron a su hijo porque andaba en la manifestación exigiendo el retorno del entonces presidente Zelaya, aquel 05 de julio del 2009.

El ejercito comandado por Micheletti es el asesino de Isy Obed

Doña Silvia declaró a defensoresenlinea.com, que el asesino de su hijo fue el ejército comandado por el entonces presidente de facto Roberto Micheletti, después de ejecutar el golpe de estado.

“Yo considero al ejército porque ellos dispararon, no fueron enemigos, fueron los del ejército, los que dispararon en contra de mi hijo, comandados por Micheletti, el mayor   culpable es Micheletti, porque por amor al poder él lo que quería era ser presidente aunque no fuera elegido por el pueblo; y por eso se  llevó de encuentro a la familias hondureñas, asesinándolas por defender la causa del  pueblo”.

Isis Obed tenía 19 años, su vida se apagó cerca  de  la pista de aterrizaje del aeropuerto Internacional de Toncontín, acompañado de más de medio millón de personas que esperaban el retorno no solo de “Mel” Zelaya, sino del orden constitucional hondureño, del cual aún no se sale, porque como afirma Bertha Oliva, coordinadora general del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH) “estamos en pleno golpe, y lo peor es que está disfrazado de democracia, paz y justicia”.

El joven se encontraba con ocho miembros de la familia apoyando al mandatario hondureño, después de una semana del golpe y expatriado a Costa Rica, pero sin saber que ese día sería el último de su corta vida, cuando militares de las Fuerzas Armadas hondureñas comenzaron a disparar contra la población en resistencia.

Los hondureños no se han podido recuperar después del golpe de estado del 2009 ya que, desde la fecha, el país sufrió un grave deterioro económico social y político, aumentando la tasa de homicidio, migración, desempleo, conflicto agrario, inseguridad, femicidios, crímenes de odio, y en general un deterioro al respeto de los derechos humanos.