En Estados Unidos, demócratas y republicanos reclaman al tristísimo presidente guerrerista Joe Biden por haber lanzado bombas contra Yemen sin el permiso del Congreso de la Unión como manda la Constitución.
En Gaza, más de dos millones de palestinos sufren el Holocausto provocado por Israel con el apoyo de Estados Unidos, mientras Sudáfrica acusa a ambos guerreristas por genocidio continuado ante la Corte Penal Internacional.
En Argentina, el pueblo organizado arrincona con su fuerza multitudinaria las iniciativas del loco Milei cuya motosierra no corta en pedazos la casta corrupta sino la esperanza de la gente, mientras en el foro de Davos se meten contra el feminismo que los confronta.
En Honduras, la resistencia organizada a nivel nacional prepara la Madre de todas las manifestaciones este 27 de enero próximo para respaldar a Xiomara Castro en su segundo año de gobierno, a pesar de todo el sabotaje golpista del bloque de oposición criminal cuyo coyote líder será juzgado el próximo 5 de febrero en Nueva York.
Juan Orlando Hernández, socio del Chapo Guzmán en la criminal empresa de traficar drogas y armas hacia y desde Estados Unidos, tendrá que escuchar los testimonios de Fabio Lobo, el Tigre Bonilla, Alexander Ardón, Mauricio Hernández y otros delincuentes que han enlodado el nombre de esta Patria.
Después del balance de los dos primeros años del partido Libre al frente del poder ejecutivo, sin duda los eventos más fuertes de este inicio de año serán la manifestación popular del sábado 27 de enero y el comienzo del vibrante juicio a los narcotraficantes de la dinastía azul de los Hernández, que utilizaron el Estado para destruir, robar y matar.
Sociedades evangelistas al servicio del insípido discurso de inocencia de JOH tendrán que aceptar, antes de someterse a la justicia por corrupción, que el osado pueblo de Honduras aprendió a presumir la culpabilidad de los canallas que hicieron todo lo que tenían que hacer para salir de la historia y entrar a perpetuidad en los calabozos del juez Castel.
La campaña de 300 mil dólares lanzada esta semana a través de la plataforma gofundme por la familia Hernández, alegando falta de dinero para pagar nuevos abogados defensores al final del juicio, no solamente indignó a la Nación, sino que enfureció las redes obligando a dicha plataforma a cancelar esa maratón perversa.
En el imaginario colectivo, los Hernández y sus socios militares, empresariales, religiosos, mediáticos, políticos y onegeistas, amasaron millones de dólares del erario público y lavaron monedas duras ensangrentadas por vidas inocentes.
La imagen de familia acabada, indefensa y sufrida no se corresponde con la realidad de un clan o de un cartel que tuvo en sus manos por 14 años la totalidad de los poderes constituidos y los poderes fácticos del país, una desgracia que hoy resulta difícil para Xiomara remover del tinglado público.
El pueblo con razón ganó el derecho de presumir la culpabilidad de los ladrones. Los conoce bien. Sabe que se agazapan en la asociación de medios antiguos, en el consejo de empresarios agiotistas, en la asociación minera destructora de Honduras, en la confraternidad de pisteros y en la sociedad civilona, esa que sirve a Soros y a la señora Aydé pero que antes obedeció a JOH.
En este contexto de lealtades a espaldas de la Patria, ha costado demasiado el consenso en el Congreso Nacional con la organización criminal más grande de Centroamérica, unida en bloque con un sector siniestro del partido liberal, ese que lleva por líder a un ex convicto de Nueva York en libertad condicional por lavado de activos. Agregados a ellos, unos cuantos diputados tristes carretas del científico loco del PSH, ese que se cree el Milei de los domingos del cinco, el más sabio de todos los designados del mundo.
Por ese BOC criminal, ya destartalado, es que Honduras no ha podido pasar las reformas habilitantes de la Comisión Internacional contra la Corrupción y la Impunidad, la CICIH, que demandan 86 votos. Apenas se ha podido aprobar esta semana el presupuesto nacional de 2024 e integrar la nueva junta directiva del Congreso que asumirá el 25 próximo.
A pesar de todos los cuestionamientos a la legitimidad de la junta directiva que preside el extraordinario parlamentario Luis Redondo y a la Comisión Permanente que eligió a los magníficos fiscales general y adjunto, ese BOC criminal no ha podido descarrilar el legislativo. Tenemos Congreso. Tenemos Ejecutivo y tenemos Corte Suprema integrada. Y tenemos pueblo organizado, es lo más importante.
Hay mucho por hacer, por supuesto.
La agenda de los derechos humanos en el gobierno actual es una exigencia popular, ni siquiera es una promesa, es el resultado del martirio de centenares de mujeres y hombres que ofrendaron su vida y su libertad para poder acceder al poder a través del gobierno. Y rectificar todas las omisiones y tropelías de la dictadura de los narcotraficantes corruptos.
Las personas que se enlistaron en cargos de elección popular para el Congreso, el ejecutivo y los gobiernos locales lo saben muy bien. Esto no es un concurso de popularidad. Es un deber que se considera sagrado en honor a las víctimas. Más respeto, entonces, camaradas.
Las expectativas deben estar a la altura de las posibilidades reales del país, de la voluntad de las personas tomadoras de decisión y del entorno internacional cada vez más presionado por el espíritu guerrerista del Pentágono y el carácter pendenciero de su antigua asesora desplazada en Tegucigalpa. Pero al final las expectativas deben responder a las exigencias del pueblo organizado en resistencia.
El aniversario del segundo año de gobierno de Xiomara y la manifestación popular de ese día, en la víspera del juicio del siglo para Centroamérica el 5 de febrero es lo más importante que está por enfrente. Un presidente, su cúpula, su partido y su clase política en las manos del juez castel en Nueva York. Pero ello no debe distraernos de nuestra agenda pendiente de refundación.
Buenas noches