LA DICTADURA RIDICULA

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La dictadura del Partido Nacional que asaltó el poder con militares después del golpe de estado de 2009, quiere dialogar con “los vencidos” para legitimar la figura del impostor. Sus amigos liberales y otros, le ayudan en este propósito.

En realidad es un gran “esfuerzo” internacional por justificar la dictadura hondureña, que se hace ayudar de los lobistas de Norteamérica y Europa para destruir la conexión entre la resistencia al fraude y Salvador Nasrralla.

Es una estrategia simbólica, por tanto política, apartar al carismático “outsider” de la gran masa social que lo impulsó frente a la banda criminal que asaltó el poder político.

La estrategia es destruir la alianza Pueblo – Salvador para autodestruir la instancia del diálogo político, en la que de todos modos ellos mismos no creen. Y de paso, van a culpar a otros por esa perdedera de tiempo.

Por un lado, el pueblo considera que imponer el diálogo es perder el tiempo a fin de aclimatar a los asesinos en el poder y, por otro, los bancos internacionales saben que financiar la dictadura es reconquistar la obediencia popular con parques, bonos y obras de cemento.

En realidad es una mascarada para asegurar la impunidad a los militares, policías y paramilitares responsables de asesinar a más de 40 personas y encarcelar a una treintena de disidentes políticos entre noviembre 2017 y febrero 2018.

Es la repetición de los eventos de 2009 y 2010, que sólo ha logrado profundizar la crisis de Honduras que de nuevo va a desembocar inevitablemente en catástrofes. Y es un juego que tiene, además, otros propósitos.

La Organización de Naciones Unidas sabe muy bien que antes de 2009 su análisis prospectivo indicaba que el país avanzaba a una zona de quiebre democrático y no hizo nada para evitarlo, porque hacer nada convenía al poder hegemónico. A las transnacionales. A Estados Unidos.

Es lo mismo que ocurre ahora, la ONU sabe que después del golpe electoral de los narcotraficantes en noviembre de 2017, Honduras avanza a una nueva ruptura de efectos regionales.

Pero la ONU-Honduras juega en estos días a la opción del diálogo bajo la influencia de una estrategia puntual del expresidente cuya administración post Mitch está bajo cuestionamiento internacional. Y eso no se olvida.

El ex presidente Carlos Flores Facussé, que en 2009 negoció con los golpistas por tiempo indefinido el cargo de su hija Lizzy Flores como su embajadora en la sede de la ONU en Nueva York, impulsa el diálogo nacional como carta de presentación de la muchacha.

La elección para presidir la Asamblea de la ONU será el 5 de junio próximo en competencia con Ecuador. La Asamblea anual comenzará en septiembre.

Para ganar el simbolismo de presidir esa Asamblea, la gran campaña es presentar a Honduras como país de paz, desarrollo económico y modelo de democracia.

Es, en realidad, el mismo discurso ridículo que vendía Edgardo Paz Barnica, el embajador de Rosuco en 1982, mientras Honduras era asesinada por el partido liberal, las tropas de Estados Unidos y el batallón de la muerte 3-16.

No es casual, entonces, el papel que juegan los muchachos liberales leales al ex presidente hondureño adentro del diálogo que promueve la ONU, unos se colaron como representantes de Salvador y otros como delegados del dueño del partido liberal.

Esto ocurre en momentos que la dictadura presiona a las autoridades de Costa Rica para impedirle el derecho de asilo al estudiante hondureño Eduardo Enrique Urbina Ayala. Y eso no podemos callarlo.

Ocurre también en el mismo instante que los prisioneros políticos en nuestro territorio están expuestos a peligros dentro de cárceles dominadas por los mismos militares que sostienen la dictadura. Y eso tampoco podemos callarlo.

Frente a la manipulación política de los hechos, sólo la verdad nos puede poner a salvo.

Editorial Voces contra El Olvido, sábado 17 de marzo 2018