LA DESMEMORIA

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Una de las condiciones de sobrevivencia del modelo autoritario – sea dictadura militar o democracia religiosa neoliberal – es olvidar para avanzar. Dejar tranquilo el pasado. Ese pasado que les implica, ese que a veces les avergüenza, aunque nos cueste creerlo.

La decisión de estos canallas es borrar y empezar de nuevo. La lógica es olvidar el horror, disculparse, simular paz y amor entre vencidos y vencedores, y luego retornar el horror. Es el círculo perverso que les permite sobrevivir. Y destruir nuestro tiempo.

Para alejarse de los hechos y de su responsabilidad criminal en cada período, los Estados y sus agentes utilizan frases que los medios y las iglesias repiten:

Hay que doblar la página para no vivir en el pasado. Nos disculpamos y seguimos. Es el momento de la nueva agenda. Es el tiempo el que sanará las heridas.

Todas las personas, sectores con opinión publicada y Estados que repiten esas barbaridades, son parte del proyecto consciente de la desmemoria. Ponga la oreja.

La repetición de esos estribillos demagógicos tiene el objetivo de recrear las condiciones a conveniencia para repetirlas. La historia contra el comunismo, la historia de la seguridad nacional, la guerra contra el narcotráfico, y ahora la lucha contra las migraciones masivas.

Los pueblos lo saben, por eso desde la antigüedad hasta nuestros días, la preservación, el cultivo y la multiplicación de la memoria colectiva es un mandato.

La memoria guarda los hechos porque siempre hubo seres que lucharon por mantenerla viva, aunque esa decisión les haya costado la vida.

Los que aún estamos vivos en esta opción, las que heredamos virtudes y dolores del pasado, las víctimas del presente, hacemos la memoria histórica del porvenir. Este es el espíritu de Julio Solórzano Foppa, venido con sus dolores desde Guatemala al segundo encuentro de Memoria, inaugurado la noche del martes 24 en Tegucigalpa y finalizado hace apenas unas horas.

Este Encuentro en Honduras, apoyado por la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE), reunió representantes de 34 organizaciones de la región, que trabajan cultivando y multiplicando la memoria.

Si usted pone atención a las imágenes proyectadas por el canal 8, algunos medios digitales hondureños, las páginas de uso cotidiano del Comité de familiares de detenidos-desaparecidos en Honduras y otras, puede constatar eso que ha dicho Julio sobre las personas herederas de dolores que se juntan para fortalecer sus búsquedas.

Ahí aparecen jóvenes que no conocieron a sus padres desaparecidos intercambiando con otros seres que perdieron a sus hermanos asesinados políticos, funcionarias del gobierno actual que fueron víctimas de torturas… hombres venidos de la muerte, sobrevivientes de Amarateca y de las montañas de Guatemala, Nicaragua y El Salvador.

En las imágenes, el encuentro de esta red regional de gentes con memoria se sitúa dentro de un salón de un hotel capitalino, pero también en las terrazas y en el mirador del Hogar contra el Olvido, y en los predios de la casa del horror en Amarateca donde el Cofadeh ha comenzado a construir el Museo Nacional de la Memoria Histórica.

Las fotografías, en exposiciones de pintura, en el festival musical de memoria y en los intercambios informales,  retratan a personas dolidas pero dispuestas a caminar, a jóvenes fuertes y sonrientes que escuchan los retumbos de sus conciencias lastimadas, ancianas madres y ancianos padres que no olvidan, gentes que han decidido vivir con su pasado para construir un futuro nuevo.

Ha sido un encuentro intenso, de proximidades y reencuentros, con varias coincidencias. Con la semana internacional de las personas detenidas-desaparecidas, con los dolores de las madres de migrantes desaparecidos en México, y con la presencia comprometida de agentes del gobierno actual y de organismos especializados de la ONU y de la OEA.

El hijo de la presidenta Xiomara Castro, su secretario privado, vino al encuentro a reafirmar la voluntad del gobierno de respetar y promover la doctrina de los derechos humanos. Y las ministras de Cultura y de Derechos Humanos hicieron lo mismo.

Entre tanto, la responsable de Memoria en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA y la directora de la oficina del alto comisionado de Naciones Unidas para los derechos humanos en Honduras, estuvieron presente con propuestas.

El encuentro ha sido, sin duda, una oportunidad para crecer y profundizar la relación entre personas luchadoras que comparten una historia común en Centroamérica. Y con instituciones que tienen poder para actuar. Y es evidente el deseo y la voluntad de coincidir para avanzar.

Como escuchamos, este no es un trabajo que viene de comenzar. Este es un proceso largo cuyos propósitos grandes apuntan a la justicia y, sobre todo, a equipar a los pueblos para no olvidar, para perseguir las causas de la desmemoria. Como bien lo dijo el Embajador Suizo, Hans Ruedi Bortis, sin memoria no existimos. Sin memoria los pueblos no tienen paz.

De su lado, la coordinadora general del Cofadeh, Bertha Oliva, recordó que hace dos años y medio fue el primer encuentro regional de memoria en ciudad Guatemala, del 26 al 27 de noviembre de 2019.

Aquellos días eran la víspera de una pandemia que nos encerró más de lo previsto, pero sin haber doblegado afortunadamente nuestra voluntad de juntarnos, de constituir una red humana que es acompañada por la Cooperación Suiza en América Central. Una red centroamericana fuerte y orgánica.

Oliva agregó que decidimos reunir nuestras memorias colectivas no para sufrir, sino para sanar. Nos encontramos para compartir los tesoros guardados de generación tras generación a pesar de los  experimentos globales de la vieja y de la nueva colonización violenta, que lucha siempre inútilmente por imponernos el olvido.

Como región curamos nuestras heridas en racimo, sin olvidar, dijo Bertha. Convertimos el dolor de nuestros ancestros en alegría del presente. El llanto de los pueblos originarios en esperanza de las juventudes. Y la lucha por la verdad y la justicia de las madres, en un arma permanente para la paz. Y como nos recuerda León Gieco, hombre-guitarra-cantor-argentino, comprometido con las Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo, todo está en la memoria.

Los desaparecidos que se buscan con el color de sus nacimientos. El hambre y la abundancia que se juntan. El maltrato con su mal recuerdo. Todo está clavado en la memoria. Espina de la vida y de la historia. La memoria estalla hasta vencer a los pueblos que la aplastan, y no la dejan ser libre como el viento.

Y nosotras, dijo Bertha, decidimos ser parte de la historia liberadora, de esta historia que dirige la luz hacia los culpables, no para apedrearlos ni vengarnos de ellos, sino para saldar sus cuentas pendientes con la Sociedad. Con la humanidad. Para darle la oportunidad también a ellos de sanar. Y así tal vez puedan morir en paz.

Buenas noches!

Editorial Voces contra El Olvido, sábado 28 de mayo de 2022