El próximo lunes es día de trabajadoras y trabajadores. No es el día del trabajo como prefieren vociferar los empresarios pirujos, esos que no quieren pagar impuestos y que quisieran todo el tiempo explotar impunes la fuerza obrera.
El 1 de mayo es la fecha que conmemora un acto humano de lucha heroica, de valentía, de defensa de los derechos humanos de la mujer trabajadora y del hombre trabajador.
Es una fecha de obligatoria recordación en todos los países de América, excepto en Canadá y Estados Unidos, países colonizadores que evadieron cobardemente la fecha por su fuerza política, y porque denuncia precisamente sus prácticas esclavistas.
Hace un mes exactamente, la embajadora de Estados Unidos Laura Dogu posteaba en su Twitter que “las fuerzas de trabajo potencian el crecimiento económico de las empresas y del país en base al respeto de los derechos laborales, esenciales en una democracia”.
Agregaba la señora del imperio que “la inversión y la generación de empleo van de la mano en sociedades con vistas al desarrollo y la sostenibilidad”.
Ese mensaje insinuador de malestar por la eliminación de la ley de empleo por libra y la zedes anticonstitucionales fue acompañado con una foto de la diplomática sonriente junto a viejos y desteñidos dirigentes obreros de Honduras.
En respuesta, Carlos H Reyes le explicó a la doña que “la inversión genera riquezas porque el inversionista invierte para hacer que la mano de obra la produzca — utilizando los medios de producción — y el inversionista se apodera de toda la riqueza producida; invierte para ganar, no para dar empleo”.
A renglón seguido, el espigado líder del STIBYS ilustraba a Dogu con la Constitución de Honduras que define el trabajo como la fuente principal de la riqueza.
El salario es lo que nos pagan por transformar los medios de producción y producir nuevas mercancías que son la riqueza del país, de la que se apropia el capitalista NO EL PRODUCTOR: terratenientes, industriales, comerciantes, importadores, exportadores, banqueros, etc.
H Reyes le explica con palitos y manzanas a la embajadora que “la riqueza producida va de la mano de la explotación del trabajo asalariado. Esa riqueza es la que se vuelve a invertir en el país para tener no sólo poder económico sino político y ser el poder fáctico que está por encima del poder constitucional de los países”.
En conclusión, señora Dogu, le dice Carlos: la inversión va de la mano de la explotación del trabajo asalariado. En APARIENCIA, la inversión va de la mano del empleo; pero en ESENCIA lo que se esconde es que la inversión va de la mano de la explotación del empleo.
El capitalista invierte para ganar, no para hacernos el favor de dar empleo y es lo que manipulan los propagandistas del capitalismo, para convertir los países en paraísos fiscales y laborales, como es el caso de Honduras.
Fin de las comillas. Después de esa clasecita de economía política, el más grande pensador sindical de Honduras tuvo la cortesía de despedirse respetuosamente de la inquilina de la avenida Los Próceres.
Ese contra mensaje de Carlos es igualmente oportuno contra la desinformación que utiliza el Cohep actualmente para proteger la impunidad de diez familias corruptas que obtuvieron miles de millones de lempiras en ganancias en 2021 y pagaron impuestos de centavos.
El Cohep, apoyado por el discurso de la embajadora Dogu, hace causa común con esos y otros sectores aventureros para trabar la ley de justicia tributaria en el Congreso Nacional y crear condiciones de inestabilidad al poder ejecutivo usando maras, ex militares golpistas, reos peligrosos y asesinos de la democracia.
Hoy encontramos oportuna también la vieja palabra de Radio Progreso difundida en julio de 2021 bajo el título la Encrucijada hondureña, que combate la desinformación de los medios oligárquicos y del aparato ideológico de los supremacistas locales aliados en una lloreta interminable.
Abrimos comillas. O hay ruptura con el proceso de dependencia y sometimiento a la élite oligárquica y hacia las políticas de los Estados Unidos, sabiendo que eso supone pasar por un hondo período de crisis, o se sigue aceptando el control de esas reducidas élites nacionales y la presencia intervencionista creciente de las administraciones de los Estados Unidos.
Si seguimos como hasta ahora, podremos tener “prosperidad” y “pax romana”, pero cada vez con menos dignidad. Y con la aceptación de seguir siendo, al menos por los siguientes doscientos años, “patio trasero”. Solo es posible tomar uno de los dos caminos.
La ruptura con la lógica que nos hace depender de los de arriba y del norte nos conducirá a dos cosas: una, a la obligada construcción de un país con soberanía e identidad, y, dos, a establecer relaciones justas y de complementariedad con Estados Unidos, con cualquiera otra nación, que incluye la China continental o Rusia.
Querer transitar en las condiciones actuales por los dos caminos, es como querer eso que es imposible: quedar bien por igual con Dios y con el diablo, o poner el corazón por igual en Dios y en el dinero. No se puede estar en dos caminos a la vez, o seguimos sometidos como hasta ahora, o hacemos ruptura, y definimos por primera vez en nuestra historia, nuestro propio camino y los aliados que necesitamos tener.
A lo largo de muchos años hemos creído, y nos han hecho creer, que somos un país soberano, porque cantamos con fervor el himno nacional, o porque burdamente nos enorgullecemos cuando la Selección Nacional de fútbol participa en torneos internacionales.
Todo eso es espejismo, es falsa soberanía, porque no somos conscientes de que cuanto más patriotas decimos que somos en un país de trasnacionales y ciudades modelo, más crece nuestra condición de serviles del imperio y de una reducida oligarquía local. O seguimos por la senda de siempre aceptado que seremos hoy y para siempre un país y una sociedad serviles; o asumimos la audacia de romper esa lógica, y emprendemos el difícil pero digno camino de construir soberanía.
Todo eso dijo Radio Progreso hace dos años y estamos llegando hoy al punto de las definiciones. Cerramos comillas. La relación con China Popular está oficializada, pero la relación con Estados Unidos sigue amarrada por la AID y otras agencias que intervienen dentro del territorio nacional, que se agarran como garrapatas a Próspera… ese extraño enclave que muerde las islas del Caribe.
Estamos llegando a un punto en que el pueblo de Honduras deberá decidir otra vez en las calles y otra vez en las urnas, y otra vez sin las armas y otra vez sin los medios, a derrotar a los diputados traidores a Libre que ensucian el ambiente, a los liberales nacionalistas y a los falsos movimientos anticorrupción que se alían para boicotear la verdadera refundación que reclama Honduras.
Este primero de mayo estaremos en las calles para confrontar al Cohep, que no representa empresas ni empresarios, sino a grupos especuladores y agiotistas enemigos del pueblo hondureño. Estaremos para decirle al gobierno de Xiomara Castro que gobierne con el pueblo de Honduras y no con las fracasadas fuerzas políticas del siglo pasado.
En las calles está el poder. Vivan las mujeres y los hombres que trabajan aquí y allá, la gente que produce bienes y servicios conscientemente para el bien de la humanidad, no importa dónde.
Vivan las mujeres y hombres desaparecidos por el Estado de Honduras, antorchas de libertad que marcaron el 1 de mayo como el camino de la clase trabajadora.
¡Viva la lucha de clases, motor de la justicia y la libertad!
Nos vemos el lunes, buenas noches!
Editorial Voces contra El Olvido del Cofadeh, sábado 29 de abril de 2023