En nuestro calendario emocional y laboral, el tiempo no se ha detenido un instante a causa de las fiestas capitalistas de tradición judeo-cristianas, que entregan todo a cambio de nada a la dinámica del dios mercado.
Las Voces contra El Olvido han estado atentas las 24 horas del día en todo el país y, particularmente, esta columna editorial ha seguido los hechos y acontecimientos que marcan el palpitar de Honduras en el mundo.
Antes de las noches del consumo total, acompañamos la Convergencia Contra el Continuismo para demandar libertad a los presos políticos. A todos los presos políticos de la dictadura narco militar que atenaza a Honduras.
El Comité de Familiares de Detenidos – Desaparecidos en Honduras, desde su oficina central en la avenida Cervantes de Tegucigalpa, organizó una rueda de prensa con ese propósito. Con el objetivo de sumar voces por la liberación de los jóvenes insurreccionados, que rechazaron el golpe electoral de 2017.
En esa misma rueda de prensa antes del 31 de diciembre, la Convergencia y el Cofadeh incluido, denunciaron que el Comando Sur de Estados Unidos utiliza a Israel, Colombia y Honduras para impedir la instalación de un nuevo mandato del Presidente Nicolás Maduro en la Venezuela bolivariana, el próximo 10 de enero.
Las víctimas de violaciones a derechos humanos sabemos los sufrimientos que envuelven a un país cuando es utilizado como base de agresión militar contra otros pueblos. Esa experiencia la padecimos entre 1979 y 1989. Fuimos un país invadido por tropas Atlacatl, Caibiles, Contras antisandinistas, marines del Comando Sur y asesinos de toda laya con uniforme militar.
Por esa experiencia vivida hasta nuestros días dijimos al comienzo de 2019 que rechazamos el plan de la élite golpista, corrupta y narcotraficante de Honduras, que desea entregar los escombros de nuestro país al sionismo colonialista y racista que amenaza a nuestra América Latina. Una entrega a cambio de favores y privilegios.
Frente a ese riesgo visible, los liderazgos sociales y políticos de oposición a la muerte dijimos que no seremos expectantes pasivos, que nuestras voces se alzan desde ya contra semejante perversidad.
Además, igual que mucha gente en el mundo, también hemos estado pendientes del juicio contra los autores materiales del crimen de Bertha Cáceres y la ausencia hasta ahora de los autores intelectuales, que son los ejecutivos de la empresa DESA. Otra perversidad inocultable de la secta mortal en que se ha convertido la élite privada del país.
También hemos seguido el juicio en Estados Unidos a una larga lista de políticos hondureños del Partido Liberal y del Partido Nacional, quienes enfrentan cargos por terrorismo, tráfico de drogas, uso de armamentos prohibidos y lavado de activos provenientes del crimen organizado.
Cada mes la lista aumenta en ese barrio de hondureños con grilletes, cuyos delitos nunca fueron siquiera denunciados ante un juez en nuestro territorio, porque ellos son el poder judicial. Ellos son la justicia y la venganza. Ellos son los gobernantes.
Todo este espectáculo grotesco que exhibe a un Estado Nación corrupto y narco, lo cual no enorgullece a nadie más que a los tontos impulsores de la Marca País, que es lo mismo que la marca TH a gran escala, debe ser removido del suelo y del subsuelo nacional. Es inadmisible. Intolerable. Es un retrato vergonzoso e inmerecido. Debe terminar.
El desafío obviamente está en la cancha de las pocas voluntades aún despiertas de la sociedad hondureña, que preparan nuevas movilizaciones este mes para generar las condiciones de salida definitiva del impostor Juan Hernández. También de su estructura criminal, porque el hedor es putrefacto. Nadie en su sano juicio los respeta. Les aborrece a tiempo completo.
En seguimiento a este desafío hay una salida obligada a la prolongada crisis narco-política de Honduras, que sobrepasa los 10 años, y es la convocatoria a nuevas elecciones generales para luego preparar la reconfiguración del Estado a las normas del Derecho y no del crimen organizado. Enorme reto.
Pero está dicho hasta la saciedad, ese desafío es de las fuerzas políticas de la verdadera oposición al esquema narco y de los movimientos sociales y populares no comprometidos con la dictadura corrupta. De nadie más. Es un desafío que no estira el pescuezo buscando aprobación en la embajada de la avenida Los Próceres, donde la teniente Fulton es la presidenta de facto.
Es verdad, existe una conciencia general que las violaciones a los derechos humanos van a incrementarse en este nuevo contexto, como hemos visto en Guapinol, San Pedro Sula, Choluteca, Tegucigalpa y Atlántida, particularmente en los últimos dos meses, pero también esa conciencia implica la adopción de mecanismos alternativos de protección.
A medida que el pueblo avanza en su determinación de defensa y autodefensa territorial, el aparato represivo al servicio de la estrategia del Pentágono también avanza. Pero en ambos hay conciencia que las condiciones objetivas y subjetivas del conflicto aumentan hacia el punto crítico. Hacia la nueva ruptura.
Un ejército armado convertido en guardián de los carteles de narcotraficantes y su dictadura política, con su panza inflada de presupuesto dispara directamente al cuerpo de la sociedad hondureña. Y ésta, a su vez, acumula indignación. Y cada vez más aumenta su determinación. Y es cierto, hay caravanas humanas que huyen ante el riesgo, pero también es cierto que la mayoría de la población resiste y persiste dentro del país. Busca una salida aquí. Y es inteligente y hermoso que así sea.
Así, entonces, nosotros y nosotras tenemos enfrente la continuación del tiempo al servicio de la sociedad hondureña, comunicando, incidiendo, procurando justicia y haciendo litigio internacional en el sistema interamericano y universal de derechos humanos. Y acompañando el nuevo momento social, el siguiente escenario político.
Continuamos.
Editorial Voces contra El Olvido, sábado 5 de enero 2019