Tegucigalpa.- Los hijos y las hijas de los detenidos desaparecidos por razones políticas, instaron a la presidenta Xiomara Castro a que abra los archivos de las Fuerzas Armadas (FFAA) para conocer la verdad sobre las desapariciones forzadas perpetradas por agentes del estado, durante el período comprendido entre 1980 y 1992.
Se estima que más de 200 ciudadanos y ciudadanas del movimiento social, fueron víctimas de crímenes de desaparición forzada, cometidos por escuadrones de la muerte que actuaron con la aquiescencia del estado.
El programa Voces contra el Olvido dedicó este tema en vísperas de la celebración del Día del Padre que en Honduras se lleva a cabo el 19 de marzo y por la conmemoración del Día por el Derecho a la Verdad, la Memoria y la Justicia que se celebrará el 24 de marzo.
Los jóvenes que participaron en el espacio radial “por la plataforma zoom”, hablaron de lo que representó para ellos crecer sin la presencia de un padre y de cómo asimilaron que sus progenitores fueran detenidos desaparecidos por escuadrones de la muerte, que operaron en Honduras durante la llamada década del terror y bajo la denominada “doctrina de seguridad nacional”, puesta en marcha por imposición de Estados Unidos para frenar los movimientos liberadores en América Latina.
En el programa participó Emiliano Balerini Casal, hijo de Carlos Balerini García (ciudadano argentino) desaparecido en Honduras en 1981, y que fue registrado por los militares como Jorge Manuel Morales Alvarado. Carlos Balerini García fue capturado por miembros de las Fuerzas Armadas en los alrededores del estadio Nacional de Tegucigalpa.
También participó Tomás Nativí Oliva, hijo del dirigente de la Unión Revolucionaria del Pueblo (URP), Tomás Nativí Gálvez, detenido desaparecido por escuadrones de la muerte el 11 de junio de 1981.
Otra de las invitadas fue Tania Martínez, hija del ingeniero Fidel Martínez, detenido desaparecido por agentes de las Fuerzas Armadas en 1981, junto a Tomás Nativí Gálvez en Tegucigalpa. También fue dirigente de la URP y MLP- Cinchoneros.
Completó el grupo de invitados, el joven Lenin Enrique López, hijo de Enrique López, detenido desaparecido el 24 de enero de 1982 por agentes de investigación en la frontera El Guasaule, cuando ingresaba al país procedente de Costa Rica.
Junto a Enrique López también fueron detenidos desaparecidos, María Ediltrudis Montes, Francisco Samuel Pérez y Julio César Méndez.
Tania Martínez que tenía 12 de edad al momento de la desaparición de su padre Fidel Martínez, expresó que tiene muy claras las imágenes del momento de la detención de su progenitor y de todas las publicaciones periodísticas acerca del hecho.
Martínez dijo que en aquel momento también se transmitía por parte de varios medios de comunicación lo que llamó “la propaganda de guerra fría”, para esconder las verdaderas razones de la detención y desaparición de su padre.
“Lo primero fue el choque emocional de entender que se lo habían llevado y de que era una posibilidad de que no lo íbamos a volver a ver, porque se estaban instituyendo en ese momento las desapariciones forzadas”, explicó.
Pero otro lado dijo, había esperanzas de poder encontrarlo ya que pensaban que sólo estaría detenido por algunos días.
No entendíamos realmente la magnitud de lo que estábamos viviendo. Yo creo que los recuerdos fueron específicos, primero el día que nos comunican que se lo han llevado, de que hay sangre, de que han víctimas y de que hay personas que sobrevivieron, y que una de ellas es Bertha (Oliva) que estaba embarazada de Tomás, detalló.
“Todos estos eventos sucedieron al mismo tiempo, y una niña de 12 años procesando que se han llevado a mi padre, pero también de qué es lo que voy a hacer ahora y lo que tengo que hacer como revolucionaria”, señaló.
Tania Martínez narró que hubo rabia e impotencia por lo sucedido y que 2 semanas después de la detención de su padre, su familia se dio cuenta de que era muy peligroso seguir viviendo en Honduras.
“No sentía miedo, sino rabia y una necesidad de hacer justicia y empecé a salir a las calles a escondidas de mi mamá. Me iba a las calles a pintar el nombre de mi papá y de Tomás”, comentó con lágrimas en sus ojos.
Martínez dijo que aún hay miembros que están vivos y que formaron parte del batallón de la muerte 3-16, “que han sido sicarios, enfermos, entrenados en la Escuela de las Américas de Estados Unidos y que viven prácticamente unas vidas normales en Honduras. Eso no está bien”.
“Es nuestro momento de pedir por justicia y que quede claro, jamás voy a dejar de hablar de mi papá o de Tomás Nativí, jamás voy a dejar de hablar del papá de Lenín o del papá de Emiliano, porque los conocí. Voy a dejar de hablar de ellos hasta mi muerte”, recalcó.
Desde Argentina, Emiliano Balerini Casal dijo que desde muy pequeño conoció cómo había sido su progenitor y cómo había sido secuestrado en Tegucigalpa.
“Yo tenía un año y 2 meses cuando a mi padre, a mi madre y a mí nos secuestran en Tegucigalpa. A mi padre lo secuestran alrededor del estadio Nacional, a mi madre y a mí, en la casa donde vivíamos en la colonia Palmira”, reseñó.
Mi padre es argentino y mi familia es argentina. Mi padre es el único argentino desaparecido en Honduras y creemos con mi familia, de que es el único argentino desaparecido en Centroamérica.
Balerini Casal destacó que el estado argentino mantenía asesores militares y civiles en Honduras, El Salvador y Guatemala y que había intercambio militar permanente.
“Crecer sin mi padre fue muy difícil. Recuerdo que tenía con mis amigos dos juegos. Uno era que yo viajaba a Tegucigalpa con un grupo de amigos y liberaba a mi papá en la cárcel donde estaba y me lo llevaba a México donde nosotros ya vivíamos, y el otro juego era que me iba con mis amigos en un comando militar a un cementerio de Tegucigalpa que estaba vigilado por militares. Sacaba la urna de él y me la llevaba para México”.
Con esos dos juegos en la escuela solía recordarlo. Años después, cuando tomé conciencia de que era hijo de un detenido desaparecido, muchos años le tuve mucho coraje a mi papá, porque me había abandonado, porque de Argentina viajó a Perú donde también militó un tiempo, luego fue a México y de ahí se contactó con el Frente Sandinista y se fue a Nicaragua a pelear, después se fue al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) de El Salvador.
“Los primeros años tuve mucha molestia porque no entendía porque había salido a militar y después de pasado el tiempo me di cuenta de por qué decidió militar y de por qué era importante para él la militancia”.
Eso me permitió entender también que no era el único hijo de un desaparecido y me permitió reconciliarme con la historia de mi padre.
Inicié una investigación muy larga que empieza en 2006 para conocer cómo fue secuestrado, quiénes lo secuestraron y los motivos del secuestro y la participación de Argentina en Honduras, comentó Emiliano Balerini Casal.
“Yo creo que el estado argentino tiene una gran deuda con Honduras y con el pueblo hondureño respecto al desaparecimiento de mi padre. La dictadura argentina asesoró militarmente a Honduras, a la Fuerza de Seguridad Pública (FUSEP) y la Dirección de Investigación Nacional (DNI)”, sostuvo.
Balerini Casal dijo que durante las desapariciones estaba el general Gustavo Alvarez Martínez (jefe de las Fuerzas Armadas de aquella época) y Alexander Hernández, uno de los militares que estuvo a cargo de la DNI.
El joven comentó que el 24 de marzo se conmemora en Argentina el golpe de estado militar, y que durante el gobierno de Cristina Fernández se denominó el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia.
Ese día se conmemora a las víctimas de la última dictadura militar, autodenominada «Proceso de Reorganización Nacional», que usurpó el gobierno del Estado nacional argentino entre el 24 de marzo de 1976 y el 10 de diciembre de 1983.
“Estoy seguro que algún día podré volver a Honduras para averiguar más sobre la historia de dónde quedó mi padre, y me interesa mucho saber si el gobierno de Xiomara Castro “se va a poner las pilas en la materia sobre la desaparición forzada, y me interesa saber si Xiomara Castro y su gobierno van a abrir los archivos militares, van a desclasificar los archivos en donde se encuentra la información de dónde quedaron nuestros padres”, solicitó Balerini Casal.
Por su parte Tomás Nativí Oliva que estaba en el vientre de su madre, Bertha Oliva, la Coordinadora General del COFADEH, al momento de la detención de su padre, creció con muchas preguntas y con muchas dudas.
La principal interrogante era ¿en dónde está mi padre?. En una ocasión le pregunté a mi madre, porque veía a mis amigos que ellos caminaban con sus papás.
“Yo observaba esto y entonces pregunté. Mi madre ha sido una mujer fuerte y valiente, pero hay veces que sólo el hecho de vivir con la desaparición de Fidel Martínez y mi papá, es duro”.
Cuando cumplí 6 años ella me explicó lo que había sucedido con mi papá. Y hubo una cuestión que me ayudó mucho que ha sido la familia del COFADEH. Ahí conocí a Lenín, conocí a otros hijos de desaparecidos, pero había algo tan peculiar y era que, aparte de ver a esas señoras con tristeza, con dolor, nosotros jugábamos y nos reíamos.
“De repente esas señoras, en ese sufrimiento, en esa angustia que tenían, nos transmitían amor. Eso es lo lindo de lo que es el COFADEH, que no transmitió odio hacia los familiares de los desaparecidos o a las víctimas de la doctrina de seguridad nacional”, manifestó Nativí Oliva.
Gracias a ellas conocimos la verdad, ya que en los medios de comunicación se rumoraba que ellos estaban vivos, que se habían ido para Cuba, para Nicaragua o para Rusia y que lo que decían las señoras era una mentira.
Yo entendí muy bien que mi papá era un desaparecido. Y si bien necesitaba a mi papá, ahí estaba mi mamá, y ahí estaban las que ya eran las viejitas del COFADEH, precisó.
“Siempre con esa fuerza, con esa potencia de luchar por encontrar a nuestros seres queridos. Mi madre ha sido una luchadora incansable en la búsqueda de mi padre y en la búsqueda de los demás desaparecidos”, sostuvo.
Entretanto también Lenín Enrique López era un niño al momento de la detención y desaparición de su padre y de su tío marco Tulio López (asesinado político)
Yo tenía casi 8 meses de nacido cuando se dio el secuestro de mi padre, que iba ingresando al país con otros 3 compañeros por una frontera terrestre y fue capturado un 24 de enero de 1982, relató.
“Al igual que Tomás, yo tuve dudas todo el tiempo, siempre me hacía preguntas. Mi vida no era similar a la vida de las personas que me rodeaban como vecinos, amigos y compañeros de escuela, entre otros”.
Siempre le digo a mis viejas, a mi mamá y a mi abuela que junto a mi familia, se cargaron todos esos sentimientos, toda esa presión que día a día se tenía porque algo que no se ha mencionado, fue el hecho de la persecución posterior a todo esto, apuntó.
Al respecto Lenín Enrique López citó que tanto en la casa donde vivía con su madre, al igual que en la casa de su abuela y tíos, siempre había permanentemente agentes represores del estado.
Si alguien salía de una de nuestras casas, los agentes les daban seguimiento. Y esas son cosas que uno no entiende mucho cuando se es un niño.
Cuando uno va creciendo lo hace con predisposición a ese tipo de situaciones y actúa a la defensiva frente a un semáforo, una esquina o una calle. Siempre estamos viendo sobre quién está a nuestro lado y por dónde podemos salir.
“Es un poco de paranoia, pero la verdad es que lo vivido por nuestras familias de detenidos desaparecidos y asesinados inclusive en el país, tuvo que ser así. No lo quisimos, no lo pedimos y tampoco lo estudiamos. Simplemente se dio y tuvimos que andar por el mundo así”, recalcó.
Con lágrimas en su rostro, López apuntó que “en mi familia todas las mujeres se convirtieron en mi padre y todos los hombres en mi padre también. Por supuesto que me hizo falta, sin embargo creo que Enrique López fue tan grande que impregnó de amor y de conciencia a toda nuestra familia”.
López indicó que después de algunos años sus parientes se acercaron a la familia del COFADEH “en donde tuve la oportunidad de conocer a muchos familiares, hermanos, hijos de otros héroes, porque así los veo yo, como a miles de asesinados y desaparecidos”.
“El COFADEH nos ayudó muchísimo, las muestras de cariño, de amor, y el respeto sobre todo para con nosotros fueron inmensas. Y siempre digo esto y espero que no se malinterprete, COFADEH es una de las familias que creo que nosotros no habíamos querido pertenecer, pero la vida nos dio esta familia y después de todo lo malo que sucedió; estoy completamente agradecido de haber conocido y de pertenecer al COFADEH”, aseguró.
El domingo 19 de marzo estará arribando al país una delegación del Grupo de Trabajo sobre Desaparición Forzada de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
La delegación permanecerá en Honduras del 19 al 29 de marzo y se reunirá con funcionario de gobierno, organizaciones de derechos humanos y con familiares de las víctimas de desaparición forzada.
Desde el año pasado, cada 24 de marzo se conmemora el día por el derecho a la verdad, la memoria y la justicia en Honduras, según decreto legislativo número 22-2022, aprobado durante la administración de la presidenta Xiomara Castro.