Por: Sandra Rodríguez
Tegucigalpa, Honduras.- A escasos metros de llegar a la galería pública de rostros de mujeres y hombres asesinados en marco del golpe de Estado del 2009 y de los detenidos desaparecidos por razones políticas durante la imposición de la Doctrina de Seguridad Nacional en la década de los 80 y actual, en la avenida Cervantes, el contingente de la policía nacional, comando COBRAS y TIGRES, se detuvo.
Media hora antes, habían atacado sin ninguna piedad a miles de manifestantes que se desplazaban por el bulevar Morazán, exigiendo la no reelección presidencial, en referencia a que continúe gobernando Juan Orlando Hernández “JOH”, actual presidente y candidato del Partido Nacional de Honduras.
JOH estaba a dos kilómetros del lugar de la represión, en el Estadio Nacional, recibiendo pleitesía de parte de los estudiantes de educación media, militares y policías, que como es costumbre desfilan celebrando el Día de la Independencia Patria, independencia de la colonia española el 15 de septiembre de 1821.
Pero ¿Cuál independencia? se preguntaba el pueblo que hoy salió a la calle. Si seguimos siendo esclavos en lo económico, social y hasta político, por eso nos manifestamos contra el continuismo, expresó una ciudadana que llevaba de la mano su hijo de tres años.
Los uniformados avanzaban seguidos por una tanqueta, recién estrada para reprimir a los estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) que desde mayo mantienen una serie de protestas sociales y con ello más de 70 compañeros y compañeras con medidas sustitutivas a la prisión.
Y frente a la sede del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH), estaban los rostros de los héroes y heroínas que por no callar fueron víctimas de violaciones de lesa humanidad. Y en medio de la calle estaba Bertha Oliva, su coordinadora general, quien afirmó que estas acciones que atentan contra la vida de las personas solo reafirma la dictadura presente en el país.
Lamentó que estos ataques aumenten las violaciones a los derechos humanos, porque el pueblo camina de forma pacífica, y es reprimida con la fuerza de las armas.
Cerca estaba el periodista e histórico defensor de derechos humanos Félix Cesario, quien fue víctima de los ataques químicos policiales “este tipo de acciones son innecesarias, se atreven a atacar a un pueblo que solo exige sus derechos, un pueblo consiente de la realidad, ellos –policías- han perdido el respeto los demás, y no entienden que están atacando a sus propios hermanos, porque ellos también son del pueblo”, afirmó.
Por su parte del defensor de derechos humanos Wilfredo Méndez, increpó a los uniformados, a la altura del puente La Guadalupe, final del bulevar Morazán, expresándoles que esa no es forma de tratar con la ciudadanía, que deben respetar al pueblo, que es a quien se debe.
Al inicio de la movilización social había una molesta generalizada contra el gobierno de JOH, pero después aumentó porque nuevamente el pueblo que se manifiesta y alza su voz por la defensa de sus derechos, es asfixiado con gases químicos que provoca mareos, vómito, dolor de cabeza, alergia, taquicardia, ardor en los ojos, entre otros síntomas. Durante el golpe de estado, al retorno del entonces presidente Manuel Zelaya Rosales, un ataque con gases provocó la muerte de Wendy Ávila, una joven del Frente de Resistencia Popular. La semana pasada otro ataque químico policial causó daños a la salud de los y las defensoras de derechos humanos Tomy Morales y Hedme Castro, Carlos del Cid y Ariel Díaz, cuando daban acompañamiento a estudiantes en la UNAH.
Cuando el contingente policial fuertemente armado, decidió continuar la marcha, algunas de las personas les gritaban que ellos habían asesinado a los y las luchadoras sociales que estaban en esa galería de imágenes.
Pareciera que las imágenes están en silencio, pero es en este contexto igual que hace ocho años, que su voz, su vida, su lucha, se hace presente. Y es que el golpe de Estado no ha pasado, seguimos viviendo en el Golpe, en la dictadura, y por eso estamos contra el continuismo, por eso salimos a las calles y no nos van a meter miedo, porque el miedo paraliza, declaró Bertha Oliva, quien se quedó junto a otros y otras defensoras en medio de la calle. Mientras los uniformados seguían la persecución, hasta el parque central donde también llegaba el aire contaminando de gas lacrimógeno.