“Como revolucionario estaré hoy, mañana y siempre en las filas de mi pueblo, aún estando consciente que se nos puede ir la vida”. Esta es, probablemente, la frase más conocida de Tomás Nativí, quien cumpliría 70 años de vida el pasado 6 de junio.
Tomás era un hombre audaz. Tenía aptitudes para tomar decisiones en momentos difíciles… un hombre exigente en la disciplina y en el estudio de los hechos; era un compañero que podía responder y confiar, haciendo sentir que las personas son importantes para avanzar en el proceso y estaba convencido que se puede construir un país con un destino mejor, mediante la formación y la disciplina.
Estas son enseñanzas imborrables que permanecen en la memoria de sus amigos y compañeras a 36 años de su desaparecimiento aquella fatídica noche del 11 de junio de 1981, en Tegucigalpa. Su obra y pensamiento perduran entre quienes lo conocieron y lo vieron destacarse como un inclaudicable dirigente popular. Tomás fue secuestrado y desaparecido junto a su compañero Fidel Martínez en la colonia El Hogar, de la capital.
Tomas nació el 6 de junio de 1947, en el hospital de la Tela Railroad Company, en la ciudad de Tela, pero fue asentado en El Progreso, Yoro, ya que su padre fue trabajador de esa compañía por más de veinticinco años en el campo bananero Los Indios, donde curso su primer grado. Compló el nivel escolar en la Escuela Pedro P. Amaya, en la ciudad de El Progreso, Yoro.
Tomás Nativí realizó sus primeros tres años de ciclo común en el colegio Melvin Jones (ya no existe), de El Progreso, durante ese tiempo trabajó en una tienda de zapatos, siendo a la vez contratado por varias escuelas para el llenado de diplomas con letra gótica, porque era excelente dibujante a pulso. En el año 1965 se trasladó a Tegucigalpa para continuar estudios en la Escuela Normal de Varones Pedro Nufio, donde se graduó de maestro de Educación Primaria en 1967.
A finales del 65 regresó a la Perla del Ulúa, de donde se trasladó a trabajar a la Finca 11, sector de Guanchías, como Timer Kipper ( tomador de tiempo) en la Compañía Agrícola y Ganadera de Sula, S.A ( CAGSSA), luego fue ascendido a Contador General y por último Administrador General de esa compañía.
En 1970 surgió un conflicto laboral entre la compañía y varios trabajadores, paralelamente se dio otro conflicto entre la misma empresa y los maestros(as) de la escuela de la finca bananera; como administrador de la empresa y personal de confianza se suponía que Tomás debía despedirlos, pero él abogó por sus colegas y se puso de su lado, enfrentándose al Consejo de Administración del complejo bananero, cuyos mayores accionistas eran miembros de la familia Echeverri, de origen colombiano, quienes optaron por despedirlos.
El hecho de haber crecido en las fincas bananeras, le permitió a Tomás conocer desigualdades e injusticias y explotación de los obreros agrícolas por parte de la compañía bananera, y a pesar que su padre era un empleado de confianza de la Tela Railroad Company, influyeron más las desigualdades que él observaba, comenzando a formarse una conciencia critica de la realidad de ese momento y de los venideros.
En 1970 se trasladó a Tegucigalpa, para iniciar estudios de medicina, los que luego cambió hacia la carrera de derecho.
En 1970 procreó 2 hijos con su primera esposa y en 1980 se casó con Berta Oliva Guifarro, con quien procreó a Tomás Alberto Nativí Oliva, quien hoy es un hombre de bien, de principios y acompañante de la lucha de su madre en el Cofadeh.
Todas las hermanas y hermanos, sobrinos y sobrinas describen al profesor Tomás como un ser amoroso, orientador, conductor, protector y excelente ejemplo de amor a sus semejantes.
Tomás, obviamente, era un luchador, un organizador revolucionario. Fundó la FESE, Federación de Estudiantes de Segunda Enseñanza a nivel de secundaria y el FES, Frente Estudiantil Socialista a nivel universitario.
Tomás perteneció al Partido Comunista de Honduras, fue miembro de su Comisión Política y Secretario de Organización. Era partidario de un movimiento amplio de masas dentro del Partido y al no poder desarrollar esa propuesta a lo interno, optó por fundar la Unión Revolucionaria del Pueblo.
A los 36 años de su secuestro y desaparecimiento, su familia aún desconoce el paradero de sus restos.
Sólo los cobardes lo saben.
Y este domingo 11 de junio, día de las y los estudiantes, se los recordamos. ¡Cobardes enmascarados, dónde ocultaron a Tomás!
Y concluimos esta recordación con las palabras de Berta Oliva, que guarda su memoria: “Tomás, el hombre revolucionario de ayer, de hoy y de siempre. El hombre que soñó con niños con techo, pan y escuela… un día tus sueños y los míos se concretizarán, pero por ahora nuestro país sigue siendo una república alquilada, una república usada».
Tomado de Vida Laboral, edición 27
Editorial Voces Contra el Olvido sábado 10 de junio 2017