En la más reciente historia hondureña, nos encontramos graves crímenes contra los Derechos Humanos considerados internacionalmente como crímenes de lesa humanidad, siendo principalmente responsable de esto, las Fuerzas Armadas, Secretaria de Seguridad y políticos de turno, el Poder Judicial, Ministerio Público, quiénes han instaurado verdaderas prácticas de terrorismo que han quedado impunes. Solo como referencia, recordemos el asesinato de Isy Obed Murillo, Pedro Magdiel, Berta Cáceres, Nahún Palacios, Octavio Quiróz, entre muchas más víctimas, represiones como la de la embajada del Brasil, 12 de agosto y hay muchas más persecución y estigma a defensores de territorio, ambientalistas.
Ejecuciones Arbitrarias por miembros de la Policía Nacional y Militar, los desalojos violentos de campesinos, pobladores, la desaparición de jóvenes, han sido cubiertas por el manto de la impunidad.
Ante la denuncia de estos hechos y muchos otros, la dictadura, las Fuerzas Armadas, el Ministerio Público, el Poder Judicial han utilizado como el argumento más sobresaliente para justificar las graves violaciones a los derechos humanos, la teoría que se trata de cuatreros, vagos, mareros, revoltosos pagados por Mel Zelaya, convirtiéndose en su escudo de justificación.
Y agentes policiales y militares señalados salen absueltos de los tribunales de justicia, colocando un mensaje claro a los abusivos, sigan reprimiendo, persiguiendo, asesinando, golpeando, que aquí está el Poder Judicial y Ministerio Público para salvarlos y las víctimas terminan siendo responsable de lo que les pasó. Aún así, pretenden reelegirse en la Corte Suprema, .!! Que tristeza!! Memoria señores, ahí están los expedientes, busquen y deduzcan responsable.
Sin embargo, está aceptando que un gobierno que viola sistemáticamente los derechos humanos de sus habitantes, constituye una amenaza para la seguridad del Estado. Por considerar que hay una práctica criminal. La característica nuestra es la violencia masiva de los derechos humanos, en su integralidad.
En los últimos tiempos, el modus operandi, ha tenido una cierta variación y si bien las violaciones siguen siendo igualmente graves, la excepción son las violaciones masivas, imperando ahora los criterios de selectividad. Ello no debe justificar en absoluto una mejora en el tratamiento de los derechos humanos, pues la experiencia nos ha demostrado que las violaciones manifiestas de los derechos individuales, como la tortura, detenciones arbitrarias y prolongadas, se quedan en la impunidad.
Por Dora Oliva
