El Paraíso, Honduras.- Eta llegó de manera directa. Las lluvias empezaron a afectar el municipio de Trojes, frontera con Nicaragua. Y el río Choluteca que rodea el departamento oriental se hizo sentir con el desborde de su caudal.
Aunque el huracán que se degradó a tormenta tropical Eta, dejó su huella a nivel nacional, la región sur-oriente del departamento de El Paraíso es una de las más afectadas, dañando la estabilidad de cientos de familias que se quedaron sin casa, sin cultivos y sin comunicación.
Desde el 4 de noviembre, los pasos viales entre los municipios de Danlí y Trojes quedaron inhabilitados, por que el río se desbordó sobre el puente de la comunidad El Matazano, y las familias que viven en la ribera peligraban, denunció el integrante de la Red de Defensores y Defensoras de Derechos Humanos y Comunicadores/as Sociales de El Paraíso, Alexis Molina.
Las lluvias han continuado en los municipios de Alauca, Jacaleapa y Yuscarán, provocando la pérdida de los cultivos, que pone en riesgo la soberanía alimentaria de los y las campesinas y restos de la población que consume su producción, agregó la defensora de derechos humanos, Nelly Argeñal.
Para el jueves 5, la corriente del río Choluteca creció de manera que se llevó los cultivos de las orillas, mientras que el río Guasure en Alauca, arrancó los cercos de las vegas, informó el integrante de la Red de El Paraíso, José Domínguez.
El viernes 7, el defensor y comunicador social, Eriberto Ramírez, fue a diferentes comunidades con los grupos de ayuda humanitaria, constatando que muchas familias habían sido afectadas en las zonas rurales del municipio, reconocido por su fertilidad agrícola.
Mientras las casas sucumbían a la orilla del río en las comunidades de Danlí, sin dar oportunidad de rescatar alguna pertenencia, la tormenta tropical ETA perdía fuerza en la zona central, pero estaba causando graves daños en los departamentos de del noroccidente: Copán, Cortés, Santa Bárbara y Yoro, donde miles de campesinos e indígenas sufrían los daños climatológicos y la irresponsabilidad del régimen de Juan Orlando Hernández, ante una catástrofe que pudo haber mitigado.
Pasados dos días de la tormenta, empezó a fluir la comunicación con defensores que para esta época están en las fincas de café, pues ya dio inicio la época de cosecha. Casi toda la región oriental estaba incomunicada, sin señal telefónica, energía eléctrica y continúan sin acceso vehicular “hay derrumbes por todos lados”, dijo Oliver Valladares, de la Red formada por el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH).
“Con sacrificio los cafetaleros hacemos nuestro propio esfuerzo para reparar las calles y sacar el café, que, con el huracán Eta quedaron destruidas, el aromático ya está madurando pero no tenemos acceso, desde hace tres años no hemos visto un tractor de parte del fondo cafetero”, denunció Valladares mediante un video que muestra la destrucción de la carretera en contraste a la verde finca de café en Villa Elena, montaña El Águila, Danlí.
Este domingo 8 de noviembre, Eriberto Ramírez continuó con las visitas a las zonas de desastre, canalizando ayudas para dar de comer a los damnificados, que cada día son más. “Pero hoy hemos visto un milagro”, compartió con la red de defensores.
Relató que, en medio de la calle, les hicieron una señal de alto, afortunadamente una doctora los acompañaba, por que era una mujer a punto de parir, y por inconvenientes en el camino, no dio tiempo de llegar a una clínica, atendiendo el parto a la orilla de la calle, esta noche.
También relató que la necesidad de llevar comida a los damnificados es bastante. No hay trabajo, no hay como transportarse, por lo que la gente tiene hambre.
En el centro educativo del casco urbano de Trojes hay más de 40 personas damnificadas, los pequeños juegan en las áreas recreativas y las señoras se sientan en las aceras del colegio, con la incertidumbre de lo que sucedió en sus casas y lo que pasará después.
“La casa de mi sobrina se estaba derrumbando y me dio miedo que le pase lo mismo a la mía”, declaró una mujer damnificada, que dialogaba con Ramírez.
La recolección de víveres y ropa es para ayudar a quien requiera, declaró el defensor, pero en las comunidades [zonas montañosas] hay bastante gente que necesita mucho. Se desconoce cuántas casas se han perdido.
Don Juan Colindres, de la comunidad Buena Vista, se vio obligado a dejar su casa por el deslizamiento de dos manzanas de tierras sembradas de café podían caer sobre su vivienda y la de tres vecinos más. “Y falta más gente que venga”, afirmó en el albergue.
Los defensores de derechos humanos también son víctimas del impacto de ETA, han perdido sus cultivos, se han dañado las carreteras sin saber cómo sacarán el café. Ellos y ellas son parte de las estadísticas de más de dos millones de hondureños damnificados sin recibir apoyo estatal, como indica la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Campesinos y de Otras Personas que Trabajan en las Zonas, adoptada en 2018.
Según datos de la Central Nacional de Trabajadores del Campo (CNTC), unas mil viviendas de campesino están dañadas y la pérdida de 4,900 manzanas de tierras cultivadas. Los daños más grandes fueron en la zona norte.