La víspera del 20 de enero de 2018 es suficientemente clara, para saber que el tiempo al que ha entrado Honduras no tiene marcha atrás.
Unos intentan imponer la normalidad, la aceptación de la corrupción, el fraude y el crimen, como daños colaterales del desarrollo económico y la democracia.
Otros, en cambio, luchan desde sus limitaciones por enfrentar esa mentira con todas las fuerzas de su dignidad de pueblo, hasta expulsar a los secuestradores del Estado. Narcos. Delincuentes.
También habrá quienes intentan desde sus propios miedos y limitaciones meter la cabeza debajo del polvo, como el avestruz, para que pase el huracán.
Pero nadie puede ignorar a ocho años después del golpe de estado de 2009 que Honduras ni está normal ni está tranquila, que es una sociedad en ebullición porque avanza a la evolución.
En este contexto de contrarios, no sólo el ejército armado está ejerciendo violencia con fusiles galil, armas químicas y orejismo para imponer la dictadura, sino también los medios de desinformación con su violencia verbal y los púlpitos con sus alabanzas al diablo destructor tratan de imponer su modelo de muerte.
En medio de sus violencias, el pueblo se defiende y construye pacíficamente una respuesta de grandes dimensiones.
El Cofadeh ha documentado en su segundo informe sobre la situación de los derechos humanos en Honduras, que entre el 26 de noviembre y el 31 de diciembre de 2017 hubo 30 asesinatos por las fuerzas militares, 232 personas sobreviven heridas, y hay más de mil presos políticos en las cárceles nacionales.
El informe del Cofadeh es revelador, además, sobre el número de manifestaciones producidas después del fraude electoral: más de 300, de las cuales la mitad han sido reprimidas con violencia militar.
Los cuerpos de los periodistas Ronny Martínez y César Silva, para citar dos ejemplos de la última manifestación masiva de ayer en Tegucigalpa, tienen las huellas de un Estado irrespetuoso, irresponsable y criminal.
No obstante que ambos periodistas estaban identificados como tales, portando chalecos, cubos de UNETV y carnets con fotos, recibieron patadas de bestias y golpes contusos de delincuentes uniformados. Su piel es un mapa ilustrador.
Claudia Mendoza, la corresponsal de la cadena estadounidense UNIVISION, también fue agredida a golpes a pesar que ella se identificó claramente como corresponsal. Y una mujer que osó levantar un cartel contra el presidente impostor enmedio de los militares fue atacada salvajemente.
Esta, sin duda, es la víspera del paro nacional decretado por las fuerzas políticas y sociales de oposición a partir del próximo 20 de enero, hasta que la sociedad hondureña decida cuándo es el momento de parar o reempezar.
Es tiempo de decisiones. Habrá sectores organizados y gremios que tendrán que definirse en estos días. Trabajadores del sector público y privado que deberán tomar una decisión radical. O se paran o se paran.
El ejemplo del pueblo, especialmente de las juventudes, las ancianidades y las niñeces, es tremendamente heroico. Sin promesa de nada lo están dando todo.
Es decir, el coraje que demuestra la población frente a las elites perversas no tiene límites. Es una reacción de dignidad a toda prueba. Ya son miles y serán millones que van a inundar las calles de Honduras, hasta que quede claro quién manda en el país.
Serán muchos Honduras tus muertos, pero todos caerán con honor. Sin duda en ningún otro tiempo antes de 1821 estos versos de Augusto C Cello tendrán tanta vigencia como ahora. Es el tiempo de hacer realidad la poesía épica de los próceres de la Patria.
Y aunque el contexto futuro demande una temeridad de energía y voluntad, de trabajo de defensa y acompañamiento de las vícitimas, no caben dudas que las organizaciones dedicadas a ello estamos aqui para servir a nuestro país. Que así sea!
Editorial Voces contra El Olvido, sábado 13 de enero 2018