Las elecciones generales en Honduras estaban cargadas de expectativas para los ciudadanos, los dirigentes políticos han sido incapaces de llegar a un acuerdo para poder formar un gobierno y poder avanzar en desbloquear la actual situación.
Parece que los intereses de partidos, de sus aparatos y de sus líderes priman sobre las urgentes necesidades y los retos apremiantes que, en todo el territorio hondureño, un país que necesita salir de la crisis económica, crear empleo y dar solución a los problemas que se plantean en todo el territorio, la educación, la fiscalidad, la economía en su conjunto, las reformas de la administración, la salud, la justicia, entre otras.
Es evidente que los ciudadanos no son partidarios de mayoría absoluta y el mensaje de que es preciso negociar y llegar a pactos. Lo único que se ha conseguido es la pérdida del tiempo, no lograr aprobar políticas fiscales, poner en riesgo la seguridad jurídica y no afrontar todas las reformas que son imprescindibles pactar, es ceder para acordar. Pactar ahora es posible, tal vez más que nunca, porque ningún partido tiene la fuerza suficiente para imponer nada. Pactar es un ejercicio que los políticos deben hacer en la transición para que nos puedan conducir a una mejor situación.
No tener la capacidad de negociar y de consensuar las reformas, indica un grave deterioro y una enorme falta de generosidad.
En el terreno de la justicia, necesitan con todos los actores jurídicas para poder ofrecer a este gobierno de transición, reformas que permitan alcanzar la justicia que nos merecemos todos los hondureños.
Lo mismo debería suceder en todos los terrenos, necesitamos políticos decentes que sean capaces de poner los intereses partidistas en el lugar que estos merecen y los del conjunto de la ciudadanía en el lugar que es exigible siempre.
Sin duda alguna, pactar es posible, aunque eso signifique que algunos deban dar un paso atrás, que haya que comprometer las reformas básicas y olvidar otras por el momento, que hay que fijar un límite de tiempo relativamente corto para que todo eso sea posible.
Poner en riesgo el futuro del país, el desarrollo que crea empleo, reformas que nos deban hacer alcanzar la modernidad y hasta la seguridad jurídica, es muy grave. Lo importante hoy, no es quien tiene el poder o como se reparte, si no para que se va utilizar. Hoy más que nunca es la hora de la gran política, de la que merecen todos los hondureños.
Abogada Dora Oliva