El miércoles por la noche salió corriendo de su despacho el dictador Juan Hernández a juramentarse electrónicamente como diputado del parlacen, en búsqueda de inmunidad y de impunidad de un foro inútil.
En las horas previas a la llegada de Xiomara Castro a reunirse con Kamala Harris en Casa Presidencial, los ex empleados de Joh barrieron las oficinas y dejaron textos de intolerancia política por todo ese edificio que sirvió de base de operaciones durante 12 años a traficantes de toda laya. Olía a azufre.
El mismo jueves 27, en Washington, la senadora Norma Torres hacía pública su petición al fiscal general de los Estados Unidos para arrimar a Hernández al poste de la justicia antinarcóticos de Nueva York, acusándolo expresamente de ser protagonista en los procesos abiertos de tráfico de drogas.
En su twitter de ex presidente, el dictador Hernández le responde a la representante del pueblo estadounidense si ella sabe que la DEA aplaudió su misión de exterminio de los carteles enemigos de su hermano Tony, que traficaban a gran escala con las fuerzas armadas del país.
Nunca en la historia, un ejecutivo hondureño había salido corriendo a cobijarse en ese manto regional que abre sus puertas ipso facto a los ex gobernantes. Ni Azcona, ni Facussé ni Maduro ni Pepe hicieron eso. No les interesaba, y no lo necesitaban, porque ningún tribunal los perseguía en ese momento.
Hernández salió corriendo dejando atrás un país en el desastre, sumido en una catástrofe como llamó Xiomara a este retrato de pobreza que sobrepasa el 76 por ciento, amarrado a una deuda de casi 160 mil millones de dólares con los bancos extranjeros y 20 mil millones de dólares con los bancos nacionales. Eso es impagable. Pagar ese atraco al fondo monetario internacional es matar a la gente.
Pero mientras el pueblo y la prensa internacional aguardan el ocaso político de este destructor del país, es imposible no poner en primera línea los hechos del histórico 27 de enero cuando Honduras se burló de estos canallas usando la sencilla imagen de una mujer originaria de los juncales de Santa Bárbara.
En justicia, esta noche sólo quisiéramos destacar como el elemento más importante la alegría de la gente, su emoción profunda de abrazarse a la memoria de sus mártires caídos por centenas en los últimos 12 años de régimen policiaco y militar, de crimen organizado.
Fue una alegría desbordante a pesar de la gran melé formada por el partido nacional en asocio con 17 diputados traidores del partido Libre, para desestabilizar el Congreso Nacional, trancar desde su inicio el gobierno unificador de Xiomara y asegurar la impunidad de los delincuentes narcos, sin descartar un lío mayor.
Pero sin distraerse por este conflicto, el pueblo fue una marea humana volcada a las calles, al estadio y a las plazas, a celebrar el evento político más importante de los primeros 200 años de la república. De estas higueras, que antes de 1492 eran el territorio sagrado de los pueblos originarios masacrados durante 500 años por los ancestros del Rey Felipe. Felipe VI vino al estadio a enmendar en parte el error de la vieja Europa, que en 2017 avaló sin pudor el fraude monumental del miserable hombrecito que sostenía la teniente Fulton.
En un sentido positivo, la asunción de Xiomara Castro también reunió una gran cantidad de representantes de movimientos sociales de Europa y de las Américas, que han seguido de cerca los esfuerzos de resistencia social, cultural y política de las diversidades katrachas, que no pudieron ser vencidas ni con gases ni balas, ni con calumnias ni juicios criminalizantes.
Los movimientos sociales de Argentina, Chile, Brasil, México, Estados Unidos, Haití, Bolivia, entre otros de América, y la solidaridad alemana también han estado en este momento especial que vive el pueblo hondureño. Pueblo que ha llorado, que ha sufrido pero que ha sobrevivido. Y hoy está en las plazas.
Aquí estamos todavía marcadas por el quemante sol de enero, reflexionando los hechos fundamentales ocurridos en las últimas horas. Nos gustó mucho que los militares no fueran protagónicos, porque no se les permitió. Abajo estaban sus jefas. Esta vez ni Kamala, la del imperio, ni el soberano resistente, ni Xiomara, todos no queríamos pelotones pintarrajeados haciendo piruetas en tierra ni aviones de combate sobrevolando nuestras cabezas. No, para nada.
Xiomara dijo que sus prioridades comienzan con salud, siguen con educación, luego con empleo y más adelante la seguridad comunitaria, social y humana. Eso significa que el presupuesto no se lo tragarán los batallones ni la policía represiva que formó la dictadura. Sin decirlo así, ella lo dijo y el pueblo está de acuerdo. El presupuesto no se puede botar en armas ni en burocracia uniformada.
Respecto a la influencia de los grupos criminales sobre el Congreso, la presidenta dice claramente que su gobierno no puede estar atado a la condición de obtener 86 votos cada vez que necesite reformas para darle voz al pueblo. Por tanto, ese mismo día ella solicitó al Congreso que apruebe con mayoría simple la ley para la participación ciudadana que le facultará para hacer consultas. Antes de que termine el 2022 – dijo ella — haremos la primera consulta histórica sobre reformas constitucionales.
Mientras tanto, Rixi está en Finanzas para cortar los contratos ejecutivos — incluyendo los de la empresa de energía eléctrica — que violentan la soberanía popular y que son fruto de la década corrompida, y Edmundo Orellana, el ex fiscal, ha sido nombrado para organizar en menos de 100 días la Comisión Internacional contra la Corrupción y la Impunidad. Y esas dos acciones tienen revueltas a las élites de chacales. Del pasado que se encargue la justicia, les dijo la Presidenta. Y ellos son el pasado. Son el atrás. Piensan atrás. Nos miran detrás de su armadura militar. Nos ven reír, nos ven jugar, nos ven cantar, nos ven amar.
Que nos vean así. Buenas noches!
Editorial Voces contra El Olvido, sábado 29 de enero de 2022