Tegucigalpa.
Según las y los familiares de las víctimas de la masacre que protagonizo una operación en conjunto ejército de Honduras y la Administración de Control de Drogas (DEA), a cuatro años del incidente piden respuestas por las muertes de sus parientes.
El 11 de mayo de 2012 fueron asesinadas cuatro personas y siete resultaron heridas por fuego de ametralladoras M60, las balas mortales fueron disparadas supuestamente desde uno de los cuatro helicópteros de la DEA, Estados Unidos, que sobrevolaban sobre el Río Patuca y una comunidad habitada en donde las personas se encuentran en extrema pobreza.
La embarcación iba hacia la comunidad de Paptalaya municipio de Ahuas en el departamento de Gracias a Dios, fronterizo con Nicaragua, allí los militares dispararon sus ametralladoras sobre la humanidad de supuestos “traficantes” sin percatarse que los que abordaban la nave eran mujeres, hombres y niños.
Murieron de múltiples heridas provocadas por proyectiles de grueso calibre, Juana Jackson y Candelaria Pratt (ambas estaban embarazadas), el niño Hasked Brooks Wood (14) y el joven Emerson Martínez (22).
Sus familiares dieron su testimonio a participantes de la “Caravana por la Paz, la vida y la Justicia” que partió de Tegucigalpa con rumbo a New York, Estados Unidos.
El dolor de perder a su pequeño
Clara Wood madre del joven Hasked Brooks Wood de 14 años de edad asesinado ese fatídico día, mantiene vivo el dolor de la desaparición física de su pequeño, dijo que “el murió por el helicóptero de los gringos que dispararon”.
Relató que venían de Patuca para su casa, no se veía nada porque la neblina estaba muy densa, solo escuchaban el ruido que hacia el aparato volador, eran como las dos de la madrugada, ella se agacho porque de repente empezó a caer la lluvia de balas desde el cielo, “allí mi hijo murió en ese masacre, yo estaba dentro con él, pero Dios me salvo a mí y mi hijo se murió”.
Wood contó que el año pasado estaba en la isla de Roatán cuando se le acercó un hombre diciéndole que fuera donde unas personas que ayudan a los pobres, la trasladó a Tegucigalpa a una oficina y “me dijo hable la verdad que en el motor que venía yo le hizo tiroteo al helicóptero, que me iba a dar dinero a mí, yo diría la verdad porque no fue así, porque si el hombre que lleva el motor lo suelta para hacer tiro arriba nos hubiera dado vuelta”.
Lo único que la mujer sabe es que es un hombre de la ciudad de San Pedro Sula que en estaba en esa oficina le decían “Edy”, al parecer este sujeto trabajaba en la oficina a la que llevaron a Wood, otro de nombre Andrés lo describió físicamente como “chaparro americano”, en dicho lugar que dice ser de la DEA había una gran cantidad de gente”.
“Que dijera que don Melanio disparo y que me iba a dar seis mil dólares, si decía eso”, añadió Wood que “a los demás un señor que se llama Edy Magnap le hizo casas”.
Relato terrorífico
Por su parte Marlen Zelaya hermana de Juana Jackson otra de las víctimas de la masacre manifestó que se encontraban recibiendo a los participantes de la “Caravana por la Paz, la Vida y la Justicia porque buscamos justicia, ya que a mi hermana la mataron embarazada, ella era madre soltera y dejo huérfanos a dos niños de cinco años (esta en kínder) y trece (actualmente en cursa ciclo común), Zelaya también es madre soltera y además de criar a sus los propios le ha tocado hacerle frente con los de su hermana asesinada, con pocos recursos.
Reseño que “en las denuncias ellos no hicieron nada, pero estoy segura que norteamericanos son culpables”, también narró que 41 días después del hecho escucho que había aterrizado un helicóptero que traía forenses para investigar los sucedido, ella salió corriendo hacia el cementerio, ellos llegaron a hacer la autopsia.
Los ojos de la mujer se llenaron de lágrimas, dirigió su mirada hacia el techo, trago saliva y suspiro para continuar con el narración “desenterraron los cuerpos, delante del montón de gente que estaba allí, enfrente de nosotros sacaron un cuerpo, con una segueta partían los huesos, yo estaba viendo, le saco el corazón y lo partió, se llevaron los pedazos que tenían las balas para investigar dijeron, y lo dejaron así no más, encontramos unas muelas, pedazos de huesos, allí los vi, uno era norteamericano no hablaba español, yo estuve allí”.
Continuo Zelaya diciendo que dejaron a dos hombres custodiando los cuerpos y que regresaron el día siguiente de madrugada “desenterraron el cuerpo de mi hermana y del niño de mi tía, en donde estaba la bala lo abrieron, cortaron el hueso y sacaron el pedazo, se lo llevaron para comprobar el tiro y dijeron que no fueron los norteamericanos sino los de aquí, militares hondureños”.
Su hermana venia de Barra Patuca de traer una encomienda que le habían enviado de Roatán. Nuevamente la voz de Zelaya se quebró “a mi hermana no la encontré el mismo día, sino que en la madrugada del día siguiente estaba hinchada y morada, entonces la trajimos a enterrarla”.
Mi mamá nos daba de comer
“Somos seis hermanos y mi madre nos daba de comer, ya después de que la mataron tuvimos que irnos a Roatán, porque en la Mosquitia no hay oportunidades, ya ni estudiar podemos” indicó Brendi Martínez Pratt Nelson el hijo menor de Candelaria Pratt acaecida en la masacre del 11 de mayo del 2012.
Informó que es el hijo menor que está peleando el caso de su madre “ella estaba viajando en pimpante, yo estoy peleando por mis derechos porque seis hermanos que estudiábamos los perdimos, queremos que nos den apoyo para seguir estudiando”.
El joven describió a su madre como jefa de hogar, trabajaba en un restaurante para llevar el sustento a su casa, la vida les cambio desde el momento que la enterraron hasta se tuvieron que ir del lugar, ese día ella iba a hacerse unos exámenes a un hospital.
“Yo estoy culpando a los dos por la muerte de mama a narcos y gringos, es un lio que siempre viajan los inocentes, nosotros también viajábamos para la siembra de noche, porque viajar de día el sol es muy fuerte”, concluyó el joven.