En este instante tomado por los violentos bendecido por los santos y perdonado por el dios de la guerra, ha tomado asiento un diablo cruel, un dictador, con un séquito perverso.
En la Corte de Injsuticia no hay por donde pasar. Aquí la consigna es proteger a los ladrones del seguro social, la red de delincuentes legislativos, los militares asesinos, los políticos narcos y los matones publicos y privados de Bertha Cáceres.
El Ejecutivo es un asco, una célula de crimen organizado sostenido principalmente por el gobierno de Estados Unidos, dedicado a tramitar nuevos actos de traición a la Patria.
El Ministerio Público no es nada verdaderamente en términos de control democrático, es una vergüenza de la acción penal pública, una casona de impunidad cuyo titular de filiación nacionalista representa el retraso de la elite corrupta que asalta nuestra sociedad.
Las Fuerzas Armadas son una institución terrorista que persigue al pueblo con su brutalidad sin límite ni control.
Los escuadrones de la muerte llamados Policía Militar y Fusina cometen verdaderos actos de terror en aquellas comunidades donde la población rechaza a los impostores, ladrones de las elecciones y del poder popular.
Esta persecución de la disidencia social y política por la vía de la represión debe ser detenida por la Organización de las Naciones Unidas, antes que el embustero ex presidente hondureño crea posible el asalto de la secretaría general a través de su hija.
En el departamento de La Paz esos escuadrones persiguen a una lidereza indígena de la sierra que rechaza el modelo depredador de Gladys Aurora y su jefe, el impostor.
En Santa Bárbara el crimen atroz cometido contra un niño que participaba con liderazgo en la resistencia local de Gualala es veraderamente puro terrorismo de Estado.
La detención ilegal y el encarcelamiento de Aquilina Guerra, una mujer de las comunidades eclesiales de base en Pajuiles, Atlántida, exhibe el procedimiento cobarde de esos escuadrones estatales en Tela.
La persecución permanente de la juventud de Choloma y Tres Caminos en Villanueva, Cortes, no tiene comparación en ningún otro tiempo. Estamos frente a tropas de ocupasión en estos sectores.
Es la misma situación que observamos en Pimienta, San Manuel y Potrerillos, Cortés, donde la rebeldía de la población frente a los asaltantes del poder es descomunal. Y la represión es desproporcionada.
En Siguatepeque, Tegucigalpa y Choluteca la misma situación de emergencia viven las poblaciones en resistencia, asechadas por bestias sedientas de brutalidad. Ansiosas por torturar y humillar.
Estamos en un momento de negación total de las garantías individuales y colectivas, sin nada ni nada en el sistema institucional que pueda defender a las personas.
Es por esta emergencia que exijimos al Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU tomar acción inmediata para proteger de modo concreto la vida de las personas que luchan contra esta dictadura. Intervengan!
No hay instancia nacional que pueda hacerlo, no hay recursos que puedan funcionar.
Lamentablemente Honduras no es Siria con petróleo para el futuro ni Venezuela con Oro y uranio para el presente, esto quiere decir que no estamos en el foco de la atención de Washington ni de Bruselas. Pero ahora que es tiempo podemos, después será tarde.
Editorial de Voces Contra El Olvido, sábado 24 de febrero 2018