Tegucigalpa.
Por Marvin Palacios.
La Coordinadora General del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH), Bertha Oliva disertó ante universitarios y universitarias de la clase de Periodismo Informativo de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), acerca de los derechos humanos y la realidad del país.
La clase de Periodismo Informativo es impartida por el Doctor Noé Leiva, actual director de la Escuela de Periodismo y destacado periodista que durante la década de los años 80 e inicios de los 90, brindó amplia cobertura sobre las graves violaciones a los derechos humanos cometidas en el país, por parte de agentes del Estado.
En su alocución, Bertha Oliva expresó que el país está secuestrado e intervenido por unas 14 familias e indicó que eso es algo lamentable y que estaba segura que su compañero de hogar, el maestro y fundador de la Unión Revolucionaria del Pueblo (URP), desaparecido el 11 de junio de 1981, por efectivos de los Escuadrones de la Muerte, pensaría lo mismo que ella.
“Los escuadrones de la muerte se formaron para reprimir al movimiento social hondureño en los años 80”, afirmó la coordinadora general del COFADEH.
Oliva apuntó que esos escuadrones se constituyeron desde el Estado de Honduras y existían en los demás países de América latina, ya que obedecían a un plan diseñado por Estados Unidos para sofocar y aniquilar los movimientos revolucionarios en el continente.
La defensora de derechos humanos también se refirió a otro actor macabro de aquella época, la Alianza para el Progreso de Honduras (APROH) que estuvo conformada por militares, empresarios y políticos.
“Desde la APROH se generaba el levantamiento de perfiles de dirigentes del movimiento social, la persecución, el seguimiento, las torturas y las desapariciones forzadas, ellos decidían a quien secuestrar, a quien torturar y a quien desaparecer”, sostuvo.
Oliva dijo que entre las víctimas de desaparición forzada también hubo dirigentes estudiantiles como Eduardo Becerra Lanza.
Eduardo Becerra Lanza era hijo de María Ediltrudis Lanza (QDDG) y Roberto Becerra (QDDG), nació en Tegucigalpa el 20 de julio de 1958. Es el segundo de siete hermanos, Marcio, Longino, Rosario, Rebeca, Nora y Roberto. Realizó su primaria en la Escuela 20 de Julio del Barrio El Bosque y la secundaria en el Instituto Central Vicente Cáceres. En 1978 ingresó a la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, matriculándose en la carrera de Medicina.
Desde muy joven se destacó por ser justo y valiente, cualidades que lo levantaron como líder del movimiento estudiantil universitario, desde el Movimiento de Bases del Frente de Reforma Universitaria (FRU), pasando como miembro estudiantil del Consejo Universitario, hasta la Secretaría General de la Federación de Estudiantes Universitarios de Honduras (FEUH), cuando lo desaparecieron.
En plena ejecución de la Doctrina de Seguridad Nacional, Eduardo expresaba su voz representativa del Alma Máter contra la represión lanzada sobre líderes sociales por tres ejércitos irregulares que operaban en el territorio nacional: el salvadoreño, el contra nicaragüense y el estadounidense.
Para aquellos días, la realidad nacional era objeto de discusión y debate en las aulas universitarias, porque era imposible no hacerlo. La Sociedad Hondureña allí representada por los estudiantes venía saliendo de regímenes militares de fuerza a la etapa constitucional democrática, que se mostraba como algo aún peor; igualmente, en el resto de Centroamérica, los estudiantes estaban inquietos.
La represión y la brutalidad ejercida contra dirigentes estudiantiles
Los mismos militares que habían roto el orden constitucional, en nombre del Estado, rompían de nuevo la Constitución y entregaban, en complicidad con políticos, el territorio a fuerzas armadas hostiles a los países vecinos, El Salvador y Nicaragua, que vieron a Honduras como agresor.
Los jóvenes fueron las primeras víctimas del abuso de autoridad y de poder, entre ellos los estudiantes que encendían la ira de los oficiales militares impulsores del silencio con terror, y de los civiles que caminaban, pensaban y hablaban como ellos.
Eduardo, que atraía por su inteligencia de alta velocidad, sus palabras ordenadas y pensamiento fresco, innovador y subversivo, era blanco de enemigos situados en la propia Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).
Oswaldo Ramos Soto, para entonces candidato a la Rectoría inducido por el jefe de las Fuerzas Armadas (FFAA), General Gustavo Álvarez Martínez, encarnaba al prototipo Salvador de la Patria que acabaría con la amenaza comunista desde la Universidad. Odiaba a Eduardo.
Con su llegada, el liderazgo estudiantil comenzó a ser objeto de vigilancia, detención, tortura, desaparición y asesinato. Las primeras víctimas fueron Ángel Manfredo Velásquez, Roberto Fino, Oscar Alexis Colindres, Félix Martínez, Juan Ayes, Guillermo y Edwin López, Gilda y Suyapa Rivera, Milton y Janeth Jiménez, algunos de los cuales sobrevivieron.
La represión era brutal, la conspiración militar dentro de la Universidad era evidente, pero la reacción de los estudiantes también era ejemplar. Millares de universitarios se movilizaban por las calles de Tegucigalpa hacia Casa Presidencial y el Congreso Nacional, exigiendo respeto a la soberanía, la vida y la libertad.
En 1 de agosto de 1982, a las 10:00 de la noche, Eduardo Becerra Lanza fue secuestrado en pleno Centro de Tegucigalpa, en las cercanías de la Farmacia Regis , por militares que simulaban un operativo de reclutamiento.
Eduardo regresaba a casa acompañado por Flavio y Oscar, ambos compañeros del FRU, quienes fueron llevados a la Estación de Bomberos en el Cerro Juan A. Laínez a bordo de un camión del Ejército, pero Eduardo fue entregado a agentes civiles de la Dirección Nacional de Investigación (DNI), quienes lo introdujeron a un vehículo de vidrios polarizados y sin placas. La descripción del horror. La infraestructura del Terrorismo de Estado.
Con la desaparición del joven líder, su familia perdió a un extraordinario ser humano, el país a un conductor inteligente y la Universidad se quedó sin su voz y su luz. Ramos Soto y su Frente brutal de enemigos de la palabra y la razón, quedaron libres para instalar parlantes musicales y saquear el presupuesto del Alma Nutricia, sin denuncia ni sanción.
La UNAH fue acallada por la fuerza y nunca más, desde entonces, volvió a tener voz y conciencia de la Honduras que rodea su campus.