La Paz, La Paz
Eran las tres de la tarde del día 18 de julio del año en curso cuando llego una patrulla al palacio Judicial de la Paz departamento del mismo nombre para llevarse detenido a dos campesinos que tiene más de siete años de estar en la recuperación de un terreno de 32 manzanas y que pos esa lucha han sido acusados por el delito de usurpación.
Así empieza la historia del encarcelamiento de Samuel López y Carlos Cálix, dos campesinos miembro d ela empresa campesina 9 de julio ubicada en la Aldea Las Huertas, municipio de san Pedro de Tutule.
Desde hace un poco más de siete años diez familia tomaron la decisión de recuperar un predio de 32 manzanas de tierra para cultivarla y con su producto poder sostener a su familia, pero desde entonces ha sido objetos de criminalización por el supuesto dueño y por el Ministerio público.
Al menos en 28 ocasiones han sido violentamente desalojados del lugar, que supuestamente pertenece a Carlos Banjamín Arriaga, y además sobre ellos pende una orden de captura por el delito de usurpación.
Samuel y Carlos fueron detenidos y se les dieron medidas sustitutivas a la prisión, donde cada viernes acudían a los juzgados a firmar.
El 18 de julio se llevó a cabo la audiencia inicial contra estos dos campesinos y la sorpresa para los imputados y las abogadas defensoras, es que el juez convirtió esa audiencia inicial en revisión de medidas, resolviendo enviar a la cárcel a los dos campesinos, pese a que estos están cumpliendo la medida cabalmente al estar yendo a firmar todas las semanas.
Samuel y Carlos son consiente que tarde o temprano esto podía pasar, porque saben que la lucha no solo es contra el terrateniente, sino contra el sistema de justicia del país, que ve al campesino como un enemigo.
“Nos metimos a esto y nosotros sabíamos que tarde o temprano podía pasar esto porque el corazón a uno no lo engaña y lo que uno presiente es como que ya está escrito”, comenzó diciendo Samuel López a defensoresenlinea.com, quien los visitos en el Centro Penal de la ciudad de La Paz.
Agregó que ellos habían prometidos que si a ellos les tocaba conocer la cárcel iba a valer la pena y que esos no los iba a detener en la lucha que han emprendido desde hace más de siete años. Que cree, a pesar de sentirse bien, que el único peligro que corren es la muerte.
“Dios sabe porque nos tare a un lugar de estos, dios sabe que nosotros no hemos cometido ningún delito grave y nosotros estamos consiente que no tenemos otro recurso para donde irnos y por esos estamos luchando por ese pedazo de tierra para sostener a nuestras familias”, señaló Samuel.
Por su parte Carlos Cálix es del criterio que esta es una lucha muy grande y esto lo que estamos viviendo es un tropezón en el camino para poder valorar las cosas y nosotros vamos a seguir, porque no perdemos las esperanzas que tarde o temprano vamos a salir de aquí”.
Asimismo señaló que esto desde que entraron en la lucha lo tenía previsto y que la promesa que se hicieron que solo muerto podrán abandonar la lucha, que antes, durante ni nada los va a detener porque es el futuro de ellos y el de sus familias, que está en hacer cultivar la tierra.
“No podemos abandonar la lucha solo por esto, porque nuestras familias, nuestros hijos dependen de nosotros y todos los compañeros están consiente de esta situación, por eso no vamos a dejar de luchar por un pedazo de tierra”.
Ambos campesinos indicaron que psicológicamente están bien y que al interior del Centro Penal reciben buen trato y que eso ha contribuido para no entrar en depresión, porque es difícil estar acostumbrado a la libertad, y de la noche a la mañana ser privado de ese derecho.
A Doris Isabel Martínez y a Delia María Benítez Pineda, la vida les cambió a partir del 18 de julio pasado, cuando un juez tomó la decisión de mandar a preso a sus compañeros de hogar.
Carlos Cálix y Doris Isabel han procreado dos niñas, una de ocho años y la otra de cinco, las cuales les ha afectado moralmente porque no quieren hacer las tareas y muy seguido pregunta por su padre, lo que las pone deprimida.
Doris indicó que el sacrificio de su esposo y Samuel, al estar privados de libertad, debe ser un ejemplo para sus compañeros para continuar en la lucha, para seguir adelante y apoyarlos en lo que más se pueda y darles ánimos para continuar con la lucha que iniciaron desde hace màs de siete años.
“El siempre tendrá mi apoyo, esté en la casita o ahí donde esta privado de libertad, no lo dejaré de apoyar, aunque no tenga los recursos pero siempre estaré con él”, señaló Doris.
Asimismo indicó que seguirán en pie firme y trataran de no cometer errores para seguir adelante.
Carlos pudo observar a su niña de cinco años. Al observarla hubo una escena conmemora cuando padre e hija se unieron en un fuerte abrazo. Las lágrimas de alegría no dejan de correr por las mejías de los presentes al ver a aquella niña de cinco años como abrazaba fuertemente a su padre y lo llenaba de besos y le expresaba lo mucho que lo quería y lo que le hacía falta.
Delia María Benítez Pineda también tuvo la oportunidad de visitar en el Centro penal a su esposo Samuel, ella confesó a defensoreenlinea.com sentirse mal por la situación que viven los dos campesinos, que desde el 18 de julio están privados de libertad.
“Esto ha afectado a toda la familia porque él ha sido el compañero que ha estado ahí y ahorita nos sentimos solos, pero creemos que con la ayuda de Dios vamos a salir adelante.
Delia y Samuel tienen un hijo de 10 años, a quien le ha afectado también la situación que vive su padre, porque se siente muy deprimido, donde se reúsa asistir a la escuela o hacer las tareas, porque siente la falta de su padre.
“Yo trato de animarlo día a día para darle fuerza, pero para mi no es fácil, pero estoy contando con el apoyo de mi familia”.
Samuel ha sido el sustento de su esposa e hijo y desde que fue privado de libertad, Delia se la ha visto con dificultades.
“No es fácil, es duro pero tenemos que ser fuerte y pedirle a Dios que ellos saldrán libre”, dijo Delia entre voz entrecortada.
Finalmente señaló que al estar privado de libertad los dos campesinos no es motivo para dejar la lucha por la recuperación de la tierra, porque esta es para el sostenimiento de la familia.