EN PREPARACIÓN PARA EL DIA DE LA MEMORIA HISTÓRICA

0
46

Como hemos debatido en repetidas ocasiones en este espacio, es necesario mantener viva la memoria de los pueblos y de las sociedades en general para sanar y crecer sin olvidar.

Es un imperativo construir una nueva historia para una nueva sociedad sin impunidad, que saque su cabeza del agujero donde esconde su pasado injusto, cruel, lleno de mentiras, de torturas, desapariciones y cadáveres.

Las elites hondureñas actuales y la mafia criminal de Estados Unidos, que les nutre, huyen constantemente de los años 80s y 90s, porque allá están enterrados los gérmenes de su violencia actual.

Para las víctimas, el mandato eterno es no olvidar como estrategia de no repetición y camino a la reconciliación y la paz.

Para las víctimas y su entorno, que es el barrio, la ciudad y la Humanidad entera, hablar de memoria histórica es aceptar la existencia de un pasado y aceptar la necesidad de un futuro sin evasiones.

En ese espíritu de hacer menos asentadas las huellas del dolor de la sociedad hondureña, el Congreso Nacional aprobó en 2022 una iniciativa de ley que declara el 24 de marzo Día Nacional de Memoria, Verdad y Justicia.

Coincide esa declaratoria vigente en la legislación nacional con la fecha del asesinato de monseñor Oscar Arnulfo Romero en El Salvador, en 1980, un mártir que igualmente perdió su equipo de colaboradores en Honduras víctimas de la desaparición en esta capital.

Con todas estas memorias juntas el 24 de marzo próximo  en Honduras, embajadores de la memoria del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH) realizarán diferentes acciones para homenajear al pasado, en la convicción que ello construye el futuro.

En la mayoría de los casos, estos jóvenes vectores de la memoria de sus abuelos, bisabuelas o amigos de sus padres, están vinculados a la desaparición forzada. Buscan conocer los saberes que flotan en el tiempo, metabolizar los dolores de sus ascendientes y ayudar a tejer otra manera de vivir sin pasar por encima de los silencios, los llantos y los horrores. Son el relevo inevitable de la utopía de sus ancestras.

Las y los Embajadores de la Memoria vienen saliendo precisamente esta semana de una jornada de formación, planificación y desarrollo organizacional apoyada por la organización People in Need (PIN), fundada en 1992 en República Checa y expandida por el mundo.

En el espíritu del PIN, “cerrar los ojos ante lo que sucede en un mundo aparentemente lejano es tan miope como olvidar nuestro propio pasado” en nuestro mundo cercano.

En el sitio web de esta organización checa, que se traduce “Pueblos en Necesidad”, se lee que su enfoque va hacia personas que participan en “la crítica y en el diálogo con el poder”. Una definición que calza exactamente con el rol del Cofadeh y su programa Embajadores de la Memoria durante casi todos los gobiernos en Honduras. Crítica, demanda y propuesta.

En el sitio web de PIN, además, se lee que otro de sus enfoques es hacia la educación de los jóvenes que desean mejorar sus perspectivas de vida como personas libres y responsables navegando en el mundo contemporáneo.

La organización checa pone su énfasis en la información y las opiniones de manera abierta y crítica para moldear la vida social. “Nos involucramos con las experiencias de las personas con las que trabajamos, mientras abordamos temas globales clave como la lucha por la libertad y los derechos humanos, la desigualdad social y la perspectiva de los grupos minoritarios”. Eso es PIN.

En cuanto a Embajadores de la Memoria, se lee en su brochour de presentación que surgió de la virtualidad durante la pandemia de la Covid, en 2020, y desde entonces permanecen vinculados a todas las actividades de memoria histórica del país, en virtual y en presencial.

En el presente es una generación convocada a dinamizar el trabajo de sus ancestros víctimas de la desaparición forzada, para continuar su legado impidiendo el borrador de los hechos, demandando justicia para que el horror no se repita, y ayudando a la sociedad hondureña a asumirse, a transformarse desde su alma rota.

Dicho así es una enorme responsabilidad la que estamos pasando – dijo Bertha Oliva durante el taller frente a estos embajadores–, porque la memoria tiene peso y por eso su traspaso de una generación a otra no puede verse ni como un acto traumático de los hechos ni como un relato romantizado del pasado.

La memoria es “una espina de la vida y de la historia” como dice el cantor argentino León Giego y consciente de ello, Bertha dijo a los jóvenes que este desafío intergeneracional no se hace en solitario. Se trabaja con otras organizaciones de derechos humanos de la región y del continente.

En América Latina cada vez “La memoria despierta para herir a los pueblos dormidos que no la dejan vivir libre como el viento” y por eso se ha despertado con Victoria Villarruel en Argentina, negacionista libertariana del horror y promotora de la libertad de los sátrapas de la Operación Cóndor.

En Honduras, en cambio, parecería el turno de los ofendidos. “Por eso trabajamos encuentros y reencuentros, dijo Bertha, esperando que este 24 de marzo próximo nuestras voces sean suficientemente fuertes para recordar a Honduras que no está mal tener deudas del pasado, que lo malo sería continuar eternamente evadiendo la voluntad de pagar”.

Que la memoria siga en voz alta, sin parar, sin olvidar.

Buena noches