Como ha sido dicho hasta la saciedad, la emigración de los hombres y mujeres empobrecidos de Honduras hacia el Norte de las oportunidades no es de ahora. Pero es cierto que hoy es masivo. Es una huida. La gente se va en guinda. Esto es un escape por culpa de la dictadura narcotraficante y corrupta que atenaza el Estado.
Según el censo de la inmigración guatemalteca, entre el miércoles 15 y el viernes 17 de enero entraron 2, 274 personas a su territorio desde Honduras, a través del puesto aduanero próximo a Esquipulas. Según el periodista hondureño Bartolo Fuentes, que cubre esta última caravana, esa cantidad de personas puede ser más del doble, si consideramos los ingresos a través de otros puntos fronterizos entre ambos países.
Las reacciones frente a este hecho como siempre han sido diversas y contrapuestas. El nuevo presidente supremacista de Guatemala pidió a la caravana que regresen a Honduras, mientras sus agentes corruptos quitan documentos personales a cuantas personas pueden, para cobrarles dinero sin recibo a cambio de devolver sus identidades.
México, por su parte, dijo otra vez ¡bienvenida la caravana!, ustedes son nuestros hermanos mesoamericanos y si están aquí por empleo, nosotros les ofrecemos 4 mil puestos en la frontera sur de México. Esta es la idea de Trump, por supuesto, detener la marea centroamericana lejos de su frontera sur. Y para eso apoya con dinero al gobierno de López Obrador, que ya tiene viviendo en carpas a 30 mil migrantes de este lado del muro de acero desde hace más de un año a la espera de asilo.
En cuanto a la dictadura hondureña, ésta se comportó como siempre: tonta, violenta y enervada. Primero desacreditó las razones de la primera caravana de 2020, culpó a sus enemigos políticos por organizarla, lanzó gases a la multitud en la frontera e intentó varias veces romper el hilo de la determinación de estos seres humanos que parten con voluntad de acero. Y, en el fondo, los canallas se frotan las manos porque la migración representa casi 10 mil millones de dólares por año para este miserable país de corruptos.
Para las personas que se van no es tan importante si existe o no un sueño americano en el Norte, cualquier cosa es mejor, y para quienes seguimos aquí es imposible adivinar las bases de esa esperanza fundada en la incertidumbre. Pero ellos responden que es peor el futuro incierto de Honduras. Lógico o no, ese es su razonamiento. Y preferimos morir lejos, si de todos modos vamos a morir aquí. Eso agregan. Y fuera JOh.
Entretanto, el consejo hondureño de la empresa privada lo confirma. Los ilusionistas que ofrecieron 600 mil empleos hace diez años no pudieron crear siquiera 20 mil a la fecha. Y cómo? Si lo que realmente son es una maquila de corrupción, de falsos bonos, de verdaderos robadores de energía, expertos del saqueo de cuentas públicas, una industria de paja institucional aliada con los corruptos de la OEA y el departamento de Estado de Trump.
En consecuencia, el liderazgo del COHEP increíblemente ha pedido declarar a Honduras en Emergencia Nacional por Desempleo. Decimos increíblemente porque esa petición es fuerte, pero es correcta. Es increíble porque el Cohep a veces coquetea con la narco economía para evitar ser engullido como sardinita, y otras veces le toca criticar para no aparecer como un miserable apéndice de esos ladrones del Estado. Fue Gustavo Solórzano, en representación de este gremio empresarial, quien reveló esta semana las cifras reales: el año pasado apenas fueron generados 16 mil 900 empleos por intervención oficial, ni siquiera el 20 por ciento de la demanda total. Y basta una mirada a las larguísimas filas de jóvenes afuera de las empresas: la demanda arrasa la oferta.
Frente a esa realidad, las juventudes campesinas, indígenas, profesionales, negras y urbanas por igual deciden el camino de la emigración. Un camino definitivamente peligroso e incierto.
Un despacho de la agencia AFP desde Tegucigalpa cita a expertos de Naciones Unidas que piden a los países involucrados proteger a los migrantes que viajan en caravanas.
Los migrantes «que viajan en caravanas desde América Central hacia México y Estados Unidos merecen el pleno respeto de sus derechos humanos por parte de todos los países involucrados», afirmaron los expertos en una nota enviada a Honduras desde la Oficina de la ONU para los derechos humanos en Ginebra.
El texto fue enviado a la dictadura local, pero también a los gobiernos de El Salvador, Guatemala, México y Estados Unidos, de cuyos liderazgos la ONU espera respuestas concretas.
«Esas caravanas no serán las últimas a menos que la situación de la que huyen las personas migrantes, que para muchos incluye violaciones extremas de los derechos humanos, haya mejorado considerablemente», dice la nota de los expertos distribuida por la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para Derechos Humanos en Honduras.
En lugar de «alimentar tensiones con discursos de odio y amenazas, los gobiernos deberían trabajar juntos para abordar la desigualdad, la pobreza, la exclusión social, la violencia, la inseguridad, la degradación ambiental y la persecución» que origina la migración, recomendaron.
Eso es. Bien dicho. Esas son las causas que empujan a millares de paisanos y paisanas a dejar atrás este país donde los millonarios no pagan impuestos ni energía ni salarios dignos, porque están protegidos por narcos armados que obligan al pueblo a pagar por ellos.
No es claro hasta cuándo el Pentágono, la DEA y la OEA van a mantener este régimen, pero sí es claro que después de diez años de resistencia organizada, perdimos internamente el rumbo del país. La población se cansó de ver perdida su vanguardia. La oposición política no alcanza a coaligar una fuerza verdaderamente alternativa que inspire el cambio. Y la comunidad internacional chantajeada o colaboracionista, se somete a la presión supremacista de la Casa Blanca.
Nuestro llamado a la población es a mantener activa la organización de base, la organización comunitaria, y no permitir el desaliento porque los criminales desean que les dejemos el país solo para ellos. Honduras nos pertenece. Los narcos corruptos son un accidente de los últimos 40 años. Pero la Nación es superior a ellos y va a existir sin ellos y a pesar de ellos. Existiremos siempre si conservamos los auténticos valores del pueblo hondureño: la honestidad, la valentía, el trabajo, la alegría y la solidaridad, entre otros. Un día de estos encontraremos la forma de pararlos en seco.
Buenas noches!
Editorial Voces contra El Olvido, sábado 18 de enero de 2020