“Es nuestro derecho aspirar a un nuevo poder judicial que integre como magistradas a verdaderas ex fiscales de derechos humanos, profesionales del Derecho que han sobrevivido al sistema de impunidad y procuradores de la justicia que no se dejen guiar por facciones de partidos políticos cuyos jefes superiores están en Miami o en Nueva York”.
El Comité de Familiares de Detenidos-Desaparecidos en Honduras (COFADEH) está presente hoy en la plaza de los pañuelos blancos, al lado del poder legislativo, como lo hacemos desde hace 40 años.
Nuestra presencia aquí está justificada el primer viernes de cada mes del año, de todos los años, para exigir al Estado de Honduras y a los Estados Unidos, que nos deben la verdad y la justicia en más de 200 casos de personas maravillosas víctimas de su terrorismo estatal blanqueado en la “doctrina de seguridad nacional”.
Nuestra presencia recuerda siempre a liberales, nacionalistas, religiosos, medios de desinformación, empresarios vampiros y fuerzas armadas que su responsabilidad por esta herida a la sociedad hondureña y a nuestras vidas no ha sido saldada.
Señora Dogu, aquí no olvidamos a su paisano “Papi Raymond” que dirigió a las bestias de aquel infierno llamado la oficina, el Grupo de los 10 y el 3-16.
Hoy estamos aquí, igualmente, para saludar la decisión del Papa Francisco de remover la cúpula religiosa de la Arquidiócesis responsable de haber convertido la fuerza vital del catolicismo hondureño en una práctica espiritual triste, desnutrida, al servicio de las fuerzas del mal.
Aquel espíritu solidario, de acompañamiento y entrega de las comunidades eclesiales a los sectores víctimas de persecución, exclusión e injusticias, se fue debilitando drásticamente por esa cúpula servil de los jefes militares y grupos políticos corruptos, comprometidos con el crimen organizado que dio el golpe y sumió a Honduras en el estercolero del narcotráfico.
Como beneficiarias directas del amor y de la solidaridad cristiana auténtica desde nuestra fundación hasta nuestros días del presente sentimos nuestro deber decirle al Papa de Roma que además de renunciar a esos adláteres del mal los someta a investigación penal.
Hemos sufrido demasiado para no olvidar jamás las atrocidades de los actores bendecidos por esa casta ornamentada de constructores del culto a la personalidad vana que ha cubierto crímenes.
Hoy también queremos soñar en esta plaza con la posibilidad de tener una nueva Corte Suprema de Justicia integrada por mujeres y hombres que no estén al servicio de la organización criminal más grande de Centroamérica ni del cartel noroccidental de Honduras.
Es nuestro derecho aspirar a un nuevo poder judicial que integre como magistradas a verdaderas ex fiscales de derechos humanos, profesionales del Derecho que han sobrevivido al sistema de impunidad y procuradores de la justicia que no se dejen guiar por facciones de partidos políticos cuyos jefes superiores están en Miami o en Nueva York.
Esperamos del Congreso Nacional una escogencia libre de la injerencia directa de la embajada de Estados Unidos o indirecta a través de sus clusters sociales locales que no ocultan sus líneas conspirativas.
Acompañamos los esfuerzos de los sectores conscientes del país para evitar una conformación de profesionales obedientes de los grupos privados exonerados que profundizan la desigualdad entre las familias hondureñas y obligan a la emigración económica. ¡Que así sea!
De los hechos y de los hechores, Ni olvido ni perdón
3 de febrero 2023