Por: Félix Cesario -poeta, periodista e histórico defensor de derechos humanos
Leyendo un artículo -no actualizado- que data del 2005, firmado por el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI, por sus siglas en inglés), no ha dejado de inquietarme y llegar al entendimiento que, las potencias que deciden por la humanidad, han -desde tiempos prehistóricos- llegado a crear, fortalecer, hasta volver el negocio de la muerte la mejor de las empresas, hablo concretamente del armamentismo mediante la guerra. Oficio, actividad humana cultural y social que cada ser humano levamos en nuestra psiquis y que, es tan antiguo como la misma humanidad.
Compartiré con mis amigas y amigos lectores estos datos escalofriantes, para meditar y sobre todo, para entender por qué surgen desde la antigua Grecia, pasando por el feudalismo hasta la era contemporánea ¡ese derecho de luchar por la vida y por los derechos civiles y sociales! es decir defender la vida y luchar en contra la muerte impuesta por el armamentismo global.
Hasta el año 2005, más de tres millones de seres humanos han muerto en conflictos armado; de ellos, cerca de dos millones fueron niños y niñas. Actualmente hay alrededor de 25 millones de personas que se vieron en la necesidad o fueron obligadas a desplazarse de sus lugares de origen debido a conflictos bélicos.
En el año 2004, los gastos militares en el mundo superaron el billón de dólares, es decir alrededor de 160 dólares ($ 160.00) por cada uno de los habitantes del planeta y, a esto agreguémosle que cada niño que está naciendo ya le debe al Fondo Monetario 97 dólares; pensemos que estos millones se invirtieran en obras públicas, educación o salud, el mundo y la humanidad sería más justa.
La mal llamada “industria de la muerte” por los que deciden por la humanidad, es llamado el complejo militar- industrial y tan decisivos son los grupos financieros dominantes del mundo que, no existe rama científica o tecnológica que no esté directa o indirectamente, con este complejo o que no pueda ser aplicada o usada a este campo: la guerra. Incluso, centros de investigaciones estatales y universidades públicas y privadas que no estén inmersas en el negocio de la muerte, so-pretexto de seguridad. Recuérdese que la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), cuenta en su presupuesto con doce millones de lempiras para compra de implementos de seguridad, acatando a los convenios de investigación con empresas productoras de armas y sus sistemas de defensa.
En la industria de la muerte se desconoce el infinito número de científicos laborantes para que este negocio infame sea el más poderoso, económicamente hablando; es de aclarar que las ganancias de la industria de las armas, solamente en 2005, superaron el presupuesto del producto interno bruto de unos 61 países más pobres del planeta.
He hecho estas reflexiones de cómo junto a la humanidad, o mejor dicho a los grupos de poder que datan como desde el feudalismo, también surgieron grupos de personas protegiendo a los humillados, y si revisamos la historia contemporánea, vemos que desde antes que surgiera la Cruz Roja en los finales de la primera guerra mundial, Organización de Estados Americanos (OEA) después de la segunda guerra mundial, nació como un clamor popular y emitió su y tratado de asistencia recíproca. Así mimo la la Organización de Naciones Unidas, emitió el 10 de diciembre de 1948 la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de la que son firmantes los países del globo terráqueo, menos los Estados Unidos de América.
Sirvan estos apuntes para tener una idea por qué a la par de la muerte, surgen a la historia los derechos humanos. Y porque son calumniados y menospreciados por los empresarios de la muerte.
¿Hasta cuándo el terror durará? no estaremos las y los defensores de los derechos humanos previendo y advirtiéndoles a los empresarios de la muerte, que la grande hecatombe mundial está a la vuelta del tiempo. Estaremos vaticinándoles a las corporaciones de la guerra que, estamos a la víspera de la última guerra… la guerra termo nuclear que pende como una gota de sangre sobre la humanidad.