EL MES DE LA MEMORIA

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Agosto es el mes más duro en la historia de la desaparición forzada en Honduras y en el mundo. Por alguna razón criminal especial que no sabemos explicar, los represores eligieron este mes en diferentes años para atacar las disidencias sociales y políticas.

Los familiares de las víctimas, en cambio, eligieron este mes para recordar. Para recordar, que va más allá del derecho a no olvidar.

Por ejemplo, entre julio y agosto de 1978, en Argentina, después del mundial de fútbol que Videla y los demás asesinos de la junta militar explotaron con Kissinger y su macabro plan Cóndor, hubo centenares de disidentes políticos torturados, desaparecidos y asesinados.

Usaron el espectáculo para distraer y torturar, para celebrar y desaparecer, para asesinar.

La FIFA de João Havelange es responsable de aquel circo siniestro junto a Jorge Rafael Videla, Emilio Eduardo Massera y Orlando Ramón Agosti, que de la mano con la CIA y esa piltrafa humana llamada Henrry Kissinger, arreglaron el teatro de la muerte. La noche de los lápices.

El ruido del mundial del 78 sirvió para unir a los criminales de la cordillera de los Andes y para distraer a los pueblos latinoamericanos, que perdieron a toda una generación de hombres y mujeres valientes despedazados por los militares canallas.

Las voces del mundo contra aquél mundial de la muerte fueron apagadas por la propaganda militar que venía de expulsar a Evita Perón del corazón de los pobres.

Pero en la memoria histórica están vivos todos los detalles. Perú no perdió así no más en semifinales contra Argentina, en Rosario. Hubo amenazas a muerte y sobornos en los camerinos para mantener viva la bulla de la albiceleste, mientras la “mano blanca” atacaba. Massera y Kissinger hablaron con los jugadores y directivos peruanos a fin de permitirle a Luque, Tarantini y Kempes una masacre de goles que le dio a Menoti la final de Argentina contra Holanda, con la complicidad del rey Bernardo de Lippi. Con la felicidad de las bestias del infierno.

Todo está escondido en la memoria dice el cantor León Giego. Fue cuando se callaron las iglesias. Fue cuando el fútbol se lo comió todo. Fue cuando los padres palotinos y Angelelli dejaron su sangre en el lodo.

Recordamos aquella tragedia del 78, porque agosto de 2022 nos la recuerda en carne viva. Pero además recordamos hoy porque agosto representa una rectificación. El Congreso de Honduras aprobó en 2002 el Día Nacional de las personas detenidas-desaparecidas en Honduras. Aquel 30 de agosto fue histórico.

El nacionalista Porfirio Lobo dirigía el poder legislativo. Contra su partido, que es responsable de integrar la APROH, que agrupó a los ricos del Cohep y a los militares asesinos del 3-16, Pepe Lobo pasó el decreto que reconoce la desaparición forzada como un crimen de lesa humanidad que compromete al Estado.

Unos años más tarde, en 2011, la ONU declaró el 30 de agosto Día Internacional del Detenido Desaparecido por la insistencia de la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos Desaparecidos (Fedefam), que integra al Cofadeh de Honduras.

Es muy probable que para los diputados del 2002, el decreto 284-2002 y la resolución de las Naciones Unidas, no representaban nada; sin embargo, para más de 200 familias víctimas de la desaparición forzada, ese texto es un reconocimiento a sus seres queridos, héroes y heroínas de la lucha social contra la ocupación militar gringa, contra el alquiler de la Patria.

Aquellos hombres y aquellas mujeres de 1982 estaban lejos de ser terroristas o delincuentes comunistas. Eran la esencia de la Nación, la dignidad del pueblo, los patriotas, las defensoras de la libertad y de la democracia. Y esos criminales del 3-16 y del DNI que los perseguían eran los bandoleros, los asesinos con uniforme y con recursos del Estado. Verdaderos terroristas envalentonados por el papi Raymond y el siniestro Negroponte.

A 40 años de la aplicación de aquella Doctrina macabra, la necesidad de memoria, de verdad, justicia y reparación, siguen vigentes. El informe Los hechos hablan por sí mismos sigue gritando en lo alto los nombres de las víctimas y los nombres de los victimarios. Sigue esperando una Corte Suprema de Justicia independiente que busque a John Dimitri, a Kissinger, a los sobrevivientes del 3-16 y de la Aproh, para juzgarlos. Y eso no sería venganza ni persecución. Eso sería justicia. Eso sería reconciliación verdadera.

La sociedad hondureña sólo podrá avanzar hacia una etapa superior de humanidad si en sus luchas culturales y políticas va dejando atrás la impunidad como política del Estado, si avanza en sus esfuerzos por reducir drásticamente la fuerza para resolver los desacuerdos y los diferendos, y si decide finalmente por la justicia.

Es por eso que la nueva Corte Suprema de Justicia no puede estar integrada por abogados de los bancos que mataron a Berta Cáceres y que destruyen la salud y el medio ambiente del país. No puede estar integrada por las abogadas de las compañías de Estados Unidos que usan la fuerza bruta y los privilegios diplomáticos. No puede estar integrada esa Corte por los abogados de los empresarios agiotistas, especuladores y blanqueadores de dinero sucio del crimen organizado. La gente del cartel de los Hernández no puede estar ahí.

Entonces, en este mes de la memoria deseamos que el proceso de selección de los nominadores de magistrados sea al menos transparente y que el proceso final de elección en enero del próximo año tenga toda la energía organizada del pueblo de Honduras.

La consigna es NO permitir una mascarada de los de siempre, de esos que andan induciendo golpes de Estado para reposicionarse, de los sectores acomplejados que no aceptan todavía la autoridad de las mujeres con poder. Y de esos periodistas decadentes que siguen líneas matutinas y vespertinas a cambio de unas migas del poder siniestro.

Así como en Argentina Videla y Massera acabaron enmudecidos ante los tribunales, muertos por las carcomas de sus almas podridas, sin haber vencido jamás a las abuelas y madres de la Plaza de Mayo, así las Cuecas Solas de Santiago vencieron en Chile al inmundo Pinochet de los pinochos. Hoy ese país busca por sí mismo su destino.

Los pueblos siempre vencen. En Honduras, ya no es el turno de ustedes golpistas, chafas, narcos, corruptos, impunes criminales de la Aproh, por más que intenten sembrar de nuevo la inseguridad y el odio. El turno es del pueblo. El pueblo que los venció durante 13 años y que está de regreso para ponerlos en cintura en el momento que sea preciso.

Sigamos, sin tregua, nos vemos el 30 en la Ruta de la Memoria.

Buenas noches

Editorial Voces contra El Olvido, sábado 13 de agosto de 2022