Mani era un profeta que enseñaba una elaborada visión dualista del cosmos. Describía un mundo de Luz bueno y espiritual, y un mundo de Oscuridad malévolo y material.
A través de un proceso continuo que tiene lugar en la historia humana, la luz se retira gradualmente del mundo material y regresa a su santuario, dejando el paso libre a las tinieblas.
Mani tenía como propósito con sus enseñanzas «combinar», suceder y sobrepasar las enseñanzas de varias religiones, entre ellas el judaísmo, el cristianismo, el budismo, etc. Un sincretismo.
Parte de su esencia doctrinal se funda en comprender que existen dos principios creadores en conflicto constante: el bien y el mal. Por ello, por extensión y de manera peyorativa también se usa el término «maniqueísmo» para referirse a la «tendencia a reducir la realidad a una oposición radical entre lo bueno y lo malo».
Es el caso de una de las últimas encuestas colgada en su página por una de las televisoras antiguamente hegemónicas del país que se pregunta si la amnistía política de 2022 es positiva o negativa, buena o mala?
Como vemos, ahí no hay más opciones entre ambas categorías. O las tinieblas o la luz. No hay tonos ni colores primarios. De eso se trata. De reducir el alcance, la profundidad y el fondo de las cosas o de los hechos.
En el contexto hondureño actual, saturado por diversas creencias fundamentalistas que crucifican la espiritualidad transformadora, la visión maniquea de Mani tiene mucha cancha.
Por eso hay cabezas oscuras que consideran la motivación política contra los golpeados de 2009 y 2017 como una criminalización legítima, buena, pero su perdón legal por la vía de la amnistía en 2022 como un oscuro pacto malo, las puras tinieblas de la impunidad.
Esa manera de juzgar nuestro mundo les impide comprender que los militares, magistrados, diputados, religiosos, agentes extranjeros y empresarios golpistas que fraudearon la Constitución de Honduras son, en legítimo concepto, criminales, delincuentes, que se perdonaron a sí mismos por la vía del Congreso Nacional en 2010.
Pero en un debate maniqueista tenemos escasas posibilidades de posicionar conceptos e ideas diferentes.
Es decir, en la inmensidad sideral quedan aparentemente perdidas, por ejemplo, las valoraciones del diputado Presidente Luis Redondo que llamó la amnistía un acto de justicia que corresponde, al final, a la discrecionalidad del juez.
Queda volando el juicio de Angélica Álvarez, la ministra de derechos humanos, quien llamó el fallo de la Corte un primer acto de reconciliación entre las víctimas golpeadas y el Estado golpeador. Y no un auto regalo feo como se dieron los goriletis.
Bertha Oliva, la coordinadora de este equipo de comunicación, calificó la constitucionalidad de la amnistía una decisión de soberanía jurídica que le llena el alma.
La presidenta Xiomara Castro, que tiene siempre presente en su radar las víctimas de la dictadura criminal de los Hernández y sus socios azules y colorados, definió de histórica la decisión 10 contra 5 magistrados dejando la amnistía como un derecho de las personas ofendidas.
Al maniqueísmo golpista en realidad no es que le moleste tanto la finalización del caso de linchamiento judicial de Enrique Flores Lanza, ex ministro de la Presidencia entre 2006 y 2009. O la liberación de Marcelo Chimirri, que desbarató la gris empresa Pronto de los Kattán y la central clandestina de Otto Richt y Robert Carmona en La Ceiba. No. Porque éstos casos sólo representan talvez el 2% del universo de beneficiarios.
En realidad, a los golpistas les chima que la ley «para que los hechos no se repitan» contiene la creación de la CICIH, la legalización del Acuerdo de Cartagena y la persecución del Golpe de Estado como crimen de Lessa Patria.
Esa es la verdadera picazón que esconde el debate de los maniqueistas. Siempre lo dijimos aquí en esta columna, pero prefirieron escuchar a la embajada de Estados Unidos que ama la Lista Engels como mecanismo de justicia selectiva de juez universal.
En conclusión, las víctimas del pueblo, luchadores y luchadoras sociales — más de 140 liberados hasta ahora de la persecución judicial por defender la vida y la libertad — celebran los colores de la alegría de la amnistía, más allá del gris de la penumbra del bien y el mal.
Es muy probable que a esta hora la encuesta de la antigua televisora esté dominada por los militantes del mal, con resultados lejos de la alegría, pero antes que vengan las luces de la Navidad talvez acepten que de este lado de la ciudad Morazán vigila. Y nosotras con él.
Buenas noches