EL JUICIO

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El lunes 12 de febrero, después de varias patrañas inventadas por el acusado, comienza en Nueva York el juicio contra Juan Orlando Hernández y la élite local que lo lamió, venerandolo como “líder”.

En la víspera, el bloque de oposición criminal al gobierno de transición democrática intentó sin éxito engatusar a la población para salir a las calles a desmarcarse del acusado.

En las redes sociales, pero no en los enmudecidos medios antiguos areópagos del dictador, la población se prepara a seguir los detalles en vivo del inicio de este juicio que arrancará con la integración de un jurado de 12 personas de la población neoyorquina.

Si el coyote líder de la manada decide ese día declararse culpable de los cargos de conspiración violenta contra la seguridad de Estados Unidos y de traficar armas y drogas hasta por las narices, entonces ese jurado no tendrá ninguna tarea que realizar.

Si ese fuere el caso, debido al enorme peso de las evidencias que el primo y el tigre ya aceptaron, entonces el culto de doña Ana con sus feligreses y la homilía dominical del señorón de la Villa Iris, no tendrían ningún efecto sobre la inocencia ni el volverá.

Para nosotros, sin embargo, el énfasis en los detalles del juicio no es lo que nos importa, porque esa es la manera cómo los medios bandidos tratan de alejar a los auditores del fondo de las cosas.

Hoy lo que nos importa subrayar es la suerte del partido nacional y del partido liberal después de la muerte moral del líder de esta manada. Y el comportamiento de los operadores fácticos, y del gobierno de Libre.

¿Qué harán los viejos pilares carcomidos en su relación con la embajada de Estados Unidos, con la sociedad hondureña y con el partido de las resistencias que dirige el país?

¿Y qué hará el gobierno de Xiomara Castro durante y después de este juicio? ¿Es que la riqueza de los narcos en Honduras y en los paraísos fiscales pasará a integrar el patrimonio nacional, cuándo?

¿El juicio sirve a los propósitos de lucha contra la corrupción y la impunidad?, ¿contribuye a la continuidad del postulado de refundación nacional después del mandato de Xiomara?

¿Es que el impacto de este juicio al bipartidismo acelera algún tipo de negociación sensible entre el partido Libre y sectores criminales que huyen del martillo del juez Castel?

Estamos sin duda en medio de una coyuntura especial de la política en Honduras, en un momento en el cual es importante responder esas preguntas, con claridad y sinceridad.

Los equipos de análisis político de Europa y Norteamérica están inquietos por la reintegración de las bancadas de diputados liberales y nacionalistas después del año nuevo y antes del juicio al hombre. Y, sobre todo, en qué va a convertirse este nuevo consenso.

Están inquietos además por el desmarque que hace el antiguo publicista de los cachurecos fundando su propia tienda política y el discurso delirante de Tomás Zambrano, que intenta separar la tinta de la bandera azul de la sangre derramada por esa estructura criminal durante 14 años.

El sobreseimiento definitivo al ex presidente Porfirio Lobo en un caso por delitos de corrupción que incluye además al acusado Juan Orlando Hernández, a cuatro días de su juicio por narcotráfico en Nueva York genera suspicacia.

Nosotros no tenemos todas las respuestas a semejantes preguntas, pero sí sabemos leer algunas señales; por ejemplo, la agresividad de la señora twittera que utiliza cuadros del departamento de Estado, del hemisferio occidental y de la oficina local de la ONU para defender lacayos de la dictadura de JOH y atacar políticas soberanas del gobierno actual.

También el fomento de ese cachinflin que llaman bloque de oposición basado en una insípida narrativa anticorrupción, de defensa de la libertad de expresión y de ataque a los impulsos oficiales por instalar la Comisión Internacional contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras, CICIH.

Igualmente, es una señal inconveniente que después de la aprobación unánime de un préstamo del Banco Centroamericano de Integración se organice una fiesta privada entre líderes de partidos en territorio Libre, al oriente del país.

Es tal el efecto nocivo de esa reunión en el contexto actual que la presidenta Castro ha tenido que intervenir para prohibir explícitamente acciones similares en el futuro.

Si retomamos algunas de las preguntas, por ejemplo, esa sobre la futura relación del bipartidismo con la embajada de Estados Unidos, la sociedad y el partido Libre, podemos decir con seguridad que son erráticos los intentos de la embajadora Dogu por apuntalar a nacionalistas y liberales en desmedro del partido surgido del golpe de Estado.

Apoyar el liderazgo del partido nacional-liberal que obedeció la estrategia de Hernández para beneficiarse de la conspiración contra su país, es una estrategia que el pueblo de Honduras desprecia.

La política exterior de los demócratas se aferra al partido de los Callejas, los Rosenthal y los Facussé, porque todavía garantiza las concesiones a sus compañías y sus bases militares, y se aferra a ellos porque Washington no acepta dialogar ni consensuar nuevas reglas con el partido político que derrotó su golpe de Estado de 2009.

Es evidente que el cáncer político de los liberales después de impulsar el golpe contra el pueblo y contra uno de los suyos en 2009 es ya una gangrena progresiva, hasta un punto que sólo refugiándose en el partido Libre podría sobrevivir por un tiempo más.

En el caso del partido nacional es bien claro que está buscando prestar sus sellos a otro outsider como lo hizo con Callejas, que venía del PINU, a Maduro que venía de Los Próceres o a Hernández, que tampoco era de sus filas.

En la nueva coyuntura post juicio creen los cachurecos que podrán reciclarse de la mano de generales golpistas, de camisetas blancas desteñidas y del científico loco, que es una veleta frenética sin límites, en asociación con cristianos pisteros y medios enmohecidos.

¿Y qué hará el gobierno de Xiomara Castro durante y después de este juicio? Bueno, si se deja guiar por el clamor popular este gobierno tiene una oportunidad de oro para recuperar el patrimonio de los narcos, poniéndolo al servicio de los más empobrecidos, construyendo centros básicos y escuelas, casas accesibles y puentes, y devolverle al pueblo el espectro radioeléctrico, las playas robadas y los ríos.

El juicio debe reimpulsar al Ministerio Público, sanear la policía y el ejército, e instalar la CICIH para hacer lo que el pueblo reclama a gritos. Hacer justicia a los criminales, a los corruptos, destructores del país. Y quitarles lo robado. Punto!

Conquistar con acciones limpias de sectarismo las bases humilladas de los liberales y cachurecos es un mandato noble, recuperar los gobiernos locales de manos de caciques inútiles que trastocan las transferencias nacionales, y reconstruir el Estado de Derecho.

Una fusión con los líderes tránsfugas del bipartidismo eso no parecería prudente, porque la polilla es capaz de destruir el árbol que tanto ha costado a las resistencias ayudar a poner en pie.

¡Venga la sentencia!

Buenas noches