Honduras es un país donde la mayoría de su población es joven, sin embargo dicho sector se siente excluido, discriminado y sin oportunidades de educación calificada, empleo, vivienda y expuesta a la inseguridad, por lo que no pueden aportar al desarrollo social en sus comunidades como es su potencial.
De 8.5 millones de habitantes, el 52 por ciento son mujeres, ellas día a día se enfrentan a patrones machistas y luchan por cambios desde los espacios sociales, políticos y económicos a los que logran –o les permiten- acceder.
En Honduras, casi el 70 por ciento de la población es menor de 30 años, de los cuales cerca de un millón de jóvenes no tienen empleo, aun con títulos académicos que los avale, no ven oportunidades.
Ante las carentes políticas públicas que no dan respuesta a este sector que caracteriza al país, las personas se ven obligadas a buscar sus propias soluciones, entre ellas la emigración hacia Norteamérica, para lo cual hay que cruzar la ruta del migrante, que presenta muchos peligros desde el momento que salen de sus casas, incluso en la misma frontera de Agua Caliente, Ocotepeque, ya los esperan personas para estafarlos, robarles y hacerles daño aprovechándose que van ilegales para los Estados Unidos de América.
Sólo en el 2015, más de 7 mil niños y niñas fueron detenidas en México y retornados a Honduras, violándoles sus derecho a la movilización, pero vuelven a un país que no les ofrece ninguna solución, sólo algo temporal que solventa les ayuda un instante en el marco de un programa gubernamental denominado “vida mejor”, pero no es lo que se requiere desde el pueblo que exige transparencia, empleo, educación y seguridad.
Un paso obligatorio para quienes deciden huir de Honduras, es la zona occidental, donde se ha implementado el plan denominado “Alianza para la prosperidad del Triángulo Norte de América Central” que comprende además a Guatemala y El Salvador, para buscar soluciones a la problemática migratoria, con el apoyo del gobierno estadounidense.
Pero esa tampoco ha sido la solución mucho menos para la región que se ubica a unos 500 kilómetros de Tegucigalpa, la capital Hondureña, donde sus habitantes se sienten excluidos de las acciones gubernamentales, incluso buscan atención médica, educativa y comercial en los países vecinos.
Un 2016 sin esperanzas de mejorar
Para Livy Aguilar, en el departamento fronterizo la situación sigue igual que el año pasado, pese a las denuncias y formación de la población en el empoderamiento de sus derechos, el gobierno no hace nada para que exista un cambio sustancial que en realidad mejore la calidad de vida de sus habitantes y no sea necesario ir al extranjero para solucionar algunos problemas.
Hay jóvenes preparadas y muy inteligentes, pero las oportunidades para conseguir un empleo son difíciles, ya sea en la empresa privada o pública, y si se logra colocarse el patrono le ofrece un salario raquítico que no se acerca al salario mínimo según la Ley de Trabajo que oscila en los siete mil lempiras, (unos us $350), además no se ofrecen los beneficios sociales establecidos.
Además se tiene que estar en las filas del partido de gobierno para optar a un mínimo empleo, y si se desea otro puesto hay que ofrecer algo en “en especie”- manifiesta la joven maestra- al referirse a favores sexuales que el patrono solicita.
A no conseguir un trabajo, muchos deciden emigrar poniendo en riesgo su vida, sino, con escasos recurso hay que sacar nuestra personalidad emprendedora, armamos de valor y aventurarnos a ser microempresarias, así ir viviendo el día a día.
“Favores” a cambio de un empleo
Confirma Lily Lara, que en Ocotepeque a las mujeres se les dificulta encontrar empleo, hay más oportunidades para los hombres, pero tampoco es suficiente. Especialmente las jóvenes se ven expuestas a proposiciones indignas si quieren tener un trabajo.
La situación se vuelve peor, cuando se les vincula a un color político, pues si no sos del partido de turno (en este caso el Partido Nacional) no hay empleo. Sin embargo se conoce de alcaldes de otros partidos políticos que no tienen una visión partidaria y ayudan a toda la población, explica la joven integrante de la Red de Ocotepecanos Defensores de Derechos Humanos, DEOCODERH.
De desaprovecha la fuerza de trabajo joven
En el departamento de Copán, conocido por su producción de café y el turismo que atraen la Ruinas Mayas, también se excluye a las mujeres, tenemos la capacidad de ejercer cualquier función pero no tenemos empleo, afirma Rosa Pérez, defensoras de derechos humanos, comunicadora social e integrante de la organización “Los Chuñas de Opoa”.
Ella destaca que no hay oportunidades laborales si “tienes época experiencia y si eres mayor de 25 años”, así que solo hay un promedio de siete años para insertarse en la población activa laboral, y eso no es mucho tiempo, la discriminación se agudiza porque somos mujeres y a veces califican hasta el físico.
Se nos reducen las oportunidades, a veces se pierde el interés por organizarnos y son pocas las personas comprometidas con la lucha social, pero en cualquier momento surge la necesidad económica para ejercer acciones y volvemos al mismo tema, no tenemos una fuente de ingreso económico y la apatía gubernamental ante nuestra situación.
Lastimosamente no hay suficientes organizaciones que se interesen en apoyar a la juventud, ya sea en la formación en valores o gestión de fondos para pequeñas y microempresas que hagan autosustentable las acciones sociales; y al carecer de esta ayuda no queda más que emigrar de manera ilegal al extranjero, comparte Rosa.
En Copán no vemos soluciones, incluso nos da temor que nuestras hojas de vida al dejarlas en alguna empresa donde solicitemos empleo, sean engavetadas o echadas a la basura, pues en ese trámite también empleamos recursos económico y tiempo, además de la ilusión de conseguir trabajo, agrega la joven.
Es curioso, comenta Rosa, el alto número de desempleo, pues ni los activistas políticos han sido colocados en cargos públicos, pese a que hace dos años asumió esta administración, dos años que nos han margino y obligado a quedarnos en la casa, pero siempre vamos a luchar por ser parte del cambio de este país, ya que tenemos la capacidad de superarnos aunque nos impongan condiciones represivas, no lo permitiremos porque somos mujeres preparadas, apuntó.
Siempre en el occidente de Honduras, jóvenes de la Red de Defensores y Defensoras de Derechos Humanos de Lempira, prevén una situación similar a la de años anteriores para las mujeres, y se tendrán que seguir buscando formas de subsistencia, ya que las oportunidades de superación son escasas.
“Gran número de mujeres tienen que utilizar diferentes tipos de subsistencia para sobrevivir, muchas ayudan a sus compañeros de hogar en la producción de la tierra, cultivan hortalizas y granos básico como café y maíz, para medio de sustento al hogar”, explicó Cecilia Lagos.
En los meses de noviembre, diciembre y parte de enero los cortes de café ayudan a que las familias tengan una fuente de trabajo. Incluyendo, niños, niñas hombres y mujeres.
Pero otras deben quedarse en casa cuidando a sus hijos y realizando labores domésticas, agregó. Cabe señalar que en el país existe aproximadamente un millón 898,966 hogares, de los cuales el 32.8 por ciento, es decir 622,910 tienen como responsable a una mujer, la que tiene que hacerse responsable de la manutención de sus hijos cubriendo gastos de alimentación, salud, educación y otros emergentes, y si bien el gobierno le da a esa familia el Bono 10mil cada año (us $500.00), o una “Bolsa Solidaria” alimentos para un par de días, no soluciona los problemas que las mujeres enfrentan.
Al carecer de oportunidades, muchas de las jóvenes que se quedan sin la posibilidad de estudiar o trabajar, lo que conlleva a los embarazos a temprano edad e imposibilite alcanzar sus aspiraciones, pues con un bebé a cargo la vida les cambia. Existen investigaciones del alto número de adolescentes (niñas) embarazadas, que son causa de abuso sexual. Que en mucho de los casos el victimario es parte de la familia.
En el departamento de Lempira, no existen fuentes de trabajo que ayuden al bienestar de la mujer, lo que a fuerza, ella debe depender en gran parte de su compañero de hogar, agregó Cecilia.
Y cuando la mujer quiere adentrarse en espacios de toma de decisión, solo lo puede hacer organizándose, como ya existen algunos grupos de mujeres artesanas que hacen esculturas de barro, microempresarias panaderas, cocineras vendedoras de comida típica, Red de mujeres defensoras de DDHH, entre otras que luchan y velan por sus derechos.
Yanely Espinoza, agrega que solo la empresa privada brinda trabajo pero explotando al obrero, ya que el partidismo político no da oportunidades según la capacidad de las personas, y es peor si quien solicita es una mujer, aunque sea más beligerante, si la dejan enun puesto laboral, se le paga menos que al hombre.
Lamenta que hay muchos centros educativos, pero son de carácter privado aunque sean con el sistema educativo público, como es el Programa Hondureño de Educación Comunitaria-PROHECO, en el cual se debe pagar una cuota mensual para que los alumnos reciban clases.
No hay muchas opciones para la población de occidente, no hay empleo, salud, educación, y la militarización avanza por cualquier región, hay personas armadas y uniformadas en las calles, en los parques, en cualquier lugar, acosan a las mujeres, intimidan a los menores, abusan de su autoridad, y con todo este panorama aumentan las violaciones a los derechos humanos explica Yanely, también integrante de la Red de Defensores y Defensora de Lempira.
Defensoresenlinea.com entrevistó de forma individual a Livy y Lily de Ocotepeque; Rosa de Copán; Cecilia y Yanely de Lempira; sin embargo, el relato cada una de ellas coincide en la misma problemática para las mujeres en occidente y que la situación no cambiará, sino hay voluntad de parte del gobierno para la creación de políticas públicas que realmente llegue a toda la población, sin distinción de colores políticos, ideología, esas o sexo.
Las cinco defensoras de ddhh que integran las Redes formadas y acompañadas por el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras, COFADEH, desde hace varios años, además coinciden en la falta de empleos y como esta necesidad pone en vulnerabilidad su integridad física y sicológica, ya que muchos de los posibles patronos quieren “cobrarles el favor” abusando de ellas.
La situación en cuanto a derechos humanos para las mujeres en el occidente se ve incierta, mientras tanto estas jóvenes continúan haciendo su labor de incidencia y promoción de ddhh en sus comunidades, pues son las llamadas a fomentar cambios especialmente en la juventud, aseguran las defensoras, que en unos día participaran en un encuentro con otras redes de defensores de DDHH a nivel nacional, para compartir sus experiencia y analizar las situaciones que les impiden ejercer con libertad la defensoría.