El diccionario de la lengua francesa define el cinismo como un acto de desprecio por las convenciones sociales, la opinión pública y las ideas, muchas veces utilizado como provocación.
Entretanto, la academia de la lengua española define el cinismo como sinónimo de imprudencia, de obscenidad y desvergüenza en el momento de mentir o durante la defensa de acciones reprochables. Un desprecio total por las normas y valores morales.
Ambas lenguas románticas nacidas del latin, el francés y el español, coinciden en denunciar el cinismo como una provocación.
En los últimos días hemos visto este comportamiento en varios escenarios públicos. En la asamblea de la mesa de crisis, en las sesiones de diputados virtuales y durante esa pantomima que llaman cuarta legislatura, realizada el pasado 20 de enero.
En la mesa que reúne algunos sectores decisivos sobre la Covid, el cinismo del Cohep saltó frente a la urgencia de un nuevo cierre de la actividad económica, política y social del país, porque los contagios suman centenares de miles y las muertes superan el propio espanto de la dictadura. «Los desempleados van a superar a los contagiados», dijo la voz de este gremio agiotista-especulador fundado por la embajada de Estados Unidos en 1967.
En otro extremo de la realidad hondureña, sobre la popular aplicación de zoom, un grupo de diputados proponía un juicio político al dictador impostor que asaltó la presidencia de Honduras en 2013 y se reeligió por sus pistolas en 2017.
La iniciativa en términos formales apareció argumentada en hechos vinculados al narcotráfico, la corrupción, la violación a la constitución y la negligencia frente al desastre de país que padecemos. Todos argumentos válidos que nunca fueron oídos por jueces nacionales.
El detalle es que el timing político de esta acción no se corresponde con los hechos objetivos del momento, más bien la iniciativa ha exhibido un desprecio evidente por la opinión pública, que sabe muy bien contar los elementos del conjunto.
Joe Biden en la Casa Blanca no es un aliado para castigar a la mafia golpista, porque representa al golpismo que empezó en 2009. El proceso electoral interno, el desastre ambiental y la pandemia no debilitan la dictadura, más bien la afianzan con el Comando Sur y el Pentágono, que financian la mafia a través del Grupo de Lima e Israel.
Además, los votos en zoom no cuadran porque google no sabe sumar para el pueblo, segundo porque los diputados extrañamente no saben entrar a las salas virtuales durante las sesiones importantes y tercero, porque el partido liberal obedece a tres señores: a Carlos Flores, a Yanni y a Luis Zelaya. Y los dos primeros están con el Johrobado Jorvick.
Entonces, impulsar un juicio político contra el invasor del poder constitucional hondureño es una provocación de ese cinismo político que imagina la opinión ciudadana como estúpida y desinformada, que ignora esos obscenos y desvergonzados juegos palaciegos.
Pero a quién queremos llegar directo es al cínico mayor. Al desvergonzado que miente fríamente al defender sus propias acciones reprochables. A ese jefe de la manada que practica el desprecio total por las normas morales que le dictan sus pastores de la gran viña asalariada del CCI y de la Confraternidad.
En este instante les pedimos revivir el momento cuando el cinismo tomó el control del Congreso Nacional el pasado 20 de enero. En ese momento cuando millares de hondureños y hondureñas apagaron el televisor y la radio, por recomendación médica y porque ya saben lo que sigue.
Es un honor servir a la Patria, dice Juan Hernández al tiempo que reconoce la caída de la economía nacional por la Covid19 y las dos tormentas de noviembre 2020. Sólo el cinismo le permite ignorar que el país está hundido por el robo, la violencia policial y militar, y por la mafia del tráfico de drogas y el blanqueo de dinero al servicio de Washington y Wall Street.
El cínico llama emergencias nacionales a la pandemia, a Eta y a Iota, que han producido cerca de 4 mil muertes y que botaron al piso el producto interno bruto, pero no mencionó nunca la corrupción liberal-nacionalista-religiosa y militar, que tiene sin hospitales a los pacientes. Ni llamó por su nombre a la mafia criminal que controla la violencia del Estado, esa que ha forzado al exilio a más de un millón de personas en 8 años.
Bueno, era impensable que pudiera utilizar el mismo calificativo de catástrofes apocalípticas para sus propias acciones y las de su manada.
Sin embargo, con un gran sentido del oportunismo, el impostor definió el 2020 como un año excelente en materia de seguridad policial porque los homicidios a bala y puñal descendieron a 37 por cada 100 mil habitantes. En este punto el cinismo le ayuda a burlar el hecho que la mayoría de la población estuvo encerrada desde marzo hasta la fecha, por miedo a las fuerzas militares. Esas que tiran a matar.
Entonces, es en este momento preciso cuando no podemos olvidar al filósofo contemporáneo Serge Bouchard, quien afirma sin rubor que en el instante cuando la política usa el cinismo como instrumento de provocación “es cuando estamos en la mierda”.
El dictador violador de la Constitución que prefirió la Unión Europea, Canadá y Estados Unidos en 2017, dijo la semana pasada ante una Cámara vacía que los gringos le aseguran que el tránsito de drogas se ha reducido un 83% en comparación a 2019.
Hernández volvió a mentir diciendo que había extraditado 24 narcos a Nueva York y que desarticuló todos sus carteles nacionales. Pero el mundo sabe la otra verdad: casi todos los narcos pedidos en extradición se entregaron personalmente por miedo a ser matados en Honduras o fueron atrapados en el exterior, incluyendo a su hermano Tonny.
Por otra parte, como denunció el difunto periodista David Romero, la dictadura en efecto desarticuló los carteles de la competencia, pero afianzó el cartel uniformado instalado dentro del Estado, ese que monopoliza los negocios de la producción, el transporte y el lavado.
En estas circunstancias, sólo el cinismo nos puede permitir asegurar que somos víctimas de una gigantesca calumnia de los narcotraficantes a quienes les arruinamos el negocio de 24 mil millones de dólares exactos.
Y sólo el cinismo nos puede permitir afirmar que el año 2021, durante la tercera, cuarta y quinta ola de la Covid sin vacunación masiva, la economía hondureña crecerá por encima del promedio latinoamericano.
Frente a semejantes insultos, la Coalición contra el Continuismo y dos organizaciones más han pedido en las últimas horas a las Naciones Unidas que intervenga esta farsa y que acuse a la mafia. Y ha exigido a los partidos políticos libres del crimen organizado que enfrenten sin rodeos a la dictadura.
¡Que así sea!
Editorial Voces contra El Olvido, sábado 30 de enero de 2021