“Tengo la lengua pegada al paladar
de tanto repetir
tu nombre al viento.
Mis manos envejecen tocando
portones insensibles
que me ofrecen silencios por respuesta…”.
Fragmento del poema ¿Dónde estás Roger?, escrito por su madre, Elvia Zelaya.
Por: Sandra Rodríguez y Cesario Padilla*
Tegucigalpa, Honduras.- “Toda la noche del 19 de abril de 1988, me levantaba a cada rato a ver si había vuelto, él tenía su cuarto y había un vidrio que dejaba ver su cama, pero la cama estaba tendida”.
Esa fecha quedó guardada para siempre en la memoria, reflejo del párrafo anterior, de doña Elvia Zelaya. Ella esperaba todas las noches a su hijo Roger Samuel Gonzales Zelaya, estudiante de secundaria, y ya no volvió.
Gonzales Zelaya era alumno del Instituto Técnico de Administración de Empresas (INTAE), por ende, militaba en la Federación de Estudiantes de segunda Enseñanza “Carlos Virgilio Zúniga” (FESE- CVZ). Tenía 24 años al momento de su desaparición, el 19 de abril de 1988.
El líder estudiantil fue detenido a inmediaciones de la tienda Larach & Cía, costado oeste del parque Central de Tegucigalpa, en horas del mediodía por dos hombres y una mujer.
Uno de estos testimonios, que respaldan el Informe preliminar sobre desapariciones forzadas en el país (1980-1993) “Los hechos hablan por sí mismos”, elaborado por el primer Comisionado Nacional de los Derechos Humanos (CONADEH), Leo Valladares Lanza, describe los hechos con los que se conoce la detención y posterior desaparición de Roger:
“Iba vestido de pantalón ‘jeans azul´, camisa kaqui… Llevaba un maletín de cuero y dos mochilas. La chumpa la llevaba amarrada al maletín. Delante de Roger, caminaba un individuo que es agente de la Dirección Nacional de Investigaciones (DNI) y a quien conozco porque nos ha perseguido a los dirigentes estudiantiles democráticos, se trata de un hombre fornido, de 30 años, pelo rizo y bigote ‘raleado’. Atrás de Roger iba otro hombre, también agente del DNI… Como el bus donde me conducía no hizo parada en la estación del Parque Central, no pude advertirle a Roger sobre el peligro que le acechaba. Soy de las personas que vio a Roger antes de su desaparecimiento… desde entonces, el muchacho no ha vuelto a su hogar, ni a su colegio, ni a su centro de trabajo”.
Doña Elvia recuerda los últimos días de su hijo en casa. “Él estaba mal del estómago, creo que era nervios, él sabía que lo andaban siguiendo, fíjese que una vez hasta lo iba a mandar a poner un suero, y ahí quedó ese suero”.
Allí comenzaron los recuerdos de su ausencia.
“Doña Elvia, se llevaron a Roger”
En los recuerdos de doña Elvia, está el nombre de Natalia. Quien al día siguiente de la desaparición de Roger llegó a la casa “… era la novia, decían. Llegó y me dijo se “llevaron a Roger”.
No entendía nada de eso, y le dije que ¿qué se hacía entonces? y me dijo, a eso vengo a llevarla para que vayamos la CODEH (Comité por la defensa de los Derechos Humanos, dirigido entonces por Ramón Custodio López, donde encontró el apoyo de la defensora de derechos humanos Bertha Oliva y el abogado Óscar Aníbal Puerto) y ya no lo volví a ver.
Sus captores negaron en un inicio tenerlo bajo su custodia, como consta en el informe “Los hechos hablan por sí mismos”, primer informe nacional y oficial sobre las desapariciones forzadas en Honduras desde 1980 a 1993.
De acuerdo a recortes de prensa, sobre la cobertura de los medios de comunicación a los diferentes casos de desaparición forzada, uno de ellos muestra un fragmento de las declaraciones ofrecidas por el portavoz de las Fuerzas Armadas de Honduras (FF. AA), Manuel Enrique Suárez Benavides, en las que aseguran la detención de Roger González.
“Conocemos sobre la detención de ese muchacho, reconocemos que sí fue detenido por la Fuerza de Seguridad Pública, pero hasta allí llega nuestro conocimiento”, expuso Suárez Benavides a un diario capitalino el 30 de abril de 1988, 11 días después de la desaparición del líder estudiantil.
Un afán de negar su paradero surgió dos días antes de la publicación en mención. El Mayor Manuel Antonio Urbina, portavoz de la Fuerza de Seguridad Pública (FUSEP), afirmó que Roger no fue detenido “el interés es detenerlo para llevarlo a los tribunales a fin de que se aplique la ley, porque se sabe que es responsable directo de los daños ocasionados en el consulado norteamericano –en Tegucigalpa-“.
Los primeros días de doña Elvia durante la desaparición de Roger
Sin saber con claridad que es lo que sucedía, la madre de Roger llegó a las oficinas del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH), organización que surgió en 1982, debido a la desaparición forzada de líderes sociales, víctimas de la implementación de la Doctrina de Seguridad Nacional, hace tres décadas.
COFADEH era la trinchera de reuniones de un grupo de estudiantes, donde Roger era el líder, recordó Nohemy Pérez, una de las fundadoras del Comité. Ahí llegaba siempre con mucha alegría e ideas para organizar el movimiento estudiantil, nosotros no podíamos creer que él fuera víctima de desaparición.
Entre sus compañeros recuerda a Sergio Rivera, Andrés Martínez y “La China”, como le decían a una jovencita. Aquellas reuniones donde nos poníamos de acuerdo para ir hacer “pegas” y visitar colegios, ahora eran para abrazase, llorar y promover la búsqueda con la interrogante ¿Dónde está Roger?
Al recordar esos días, doña Elvia exclamó ¡Ay no, ni quiera Dios! le agradezco al licenciado Puerto (Óscar Aníbal Puerto), el me acompañaba a todos lados, en los batallones, metiendo Habeas Corpus, me cruzaba de la calle.
Puerto, el histórico defensor de derechos humanos, ha manifestado que el Estado de Honduras tiene una deuda pendiente con las familias de los detenidos desaparecidos, papel que ha asumido el COFADEH, dando protección y ayuda las víctimas.
“Ellos creen que ganaron desapareciendo a gente, perdieron, perdieron la credibilidad histórica, el amor de sus compatriotas, la piedad cristiana y la razón del ser humano”, declaró el abogado, quien describe a los detenidos- desaparecidos como “la fina flor de Honduras, no eran personas afectas al odio, sino que al contrario las desparecieron por amar demasiado al pueblo”.
Y en esa tristeza, continuó doña Elvia, me iba para el COFADEH, cuando estaba allá por Los Dolores, (barrio de Tegucigalpa), “por eso no me gusta hablar de esto, porque es volver a revivir, es muy duro no saber dónde quedaron los huesos de mi hijo”.
En el COFADEH la esperaba los abrazos de ánimo de otras madres, esposas, hermanas e hijos de detenidos desaparecidos, allí conoció a Albertina Rodríguez, Liduvina Hernández, Fidelina Borjas, Natalia Méndez, Cristina Montes, Rina de Morales, también las familias Velásquez, Nativí, Lanza, Pérez-Alemán y Godínez-Cruz, mencionó Nohemy, hermana del detenido desaparecido Samuel Pérez (1982).
Roger González, fue señalado por participar en la quema de la embajada de los Estados Unidos de América en Tegucigalpa, el 07 de abril de ese mismo año, durante una protesta social liderada por estudiantes, en la defensa de la soberanía y dignidad nacional, debido a la extradición de Juan Ramón Mata Ballesteros, vinculado de haber participado en la muerte del agente de la Administración para el Control de Drogas (DEA), por sus siglas en inglés, Enrique Camarena Salazar.
Propulsoras de huelgas de hambre
Para exigir el retorno de su hijo, doña Elvia apoyada de las madres de detenidos-desparecidos, se distinguían en la plaza central Gral. “Francisco Morazán” de Tegucigalpa, con sus pañuelos blancos, en lo que fue la primera huelga de hambre por exigencia del respeto de los derechos humanos.
En mayo de 1988, días después de la desaparición de Roger, amistades y familiares se unieron a la manifestación que duró 23 días en el Parque Central de Tegucigalpa; donde se rodeaba la imagen de Morazán, con música, proclamas, poesías y todo tipo de exigencia por verdad y justicia.
Ése fue el escenario, mismo que vio por última vez a Roger González Zelaya, ante la Catedral Metropolita, testigo mudo en una época de terror.
Siempre había personas en la huelga de hambre, se consideró si doña Elvia podía participar, estaba muy afectada física y emocionalmente -detalló Nohemy- pero ella fue la que abanderaba la lucha, finalmente se suspendió porque se enfermó.
El ambiente de la huelga era una batalla de vida o muerte, hubo una gigantesca movilización del Comité Coordinador de Organizaciones Populares (CCOP) y de los estudiantes del secundaria, la Escuela Superior del Profesorado (hoy Universidad Pedagógica) y Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), para acompañar el levantamiento de la huelga.
“Ese fue el día más triste”, habíamos perdido al “flaco” y pudo ser cualquiera de nosotros, expresó su compañero y amigo, Sergio Rivera.
A la madre de Roger, siempre se le ve en las actividades del COFADEH, en los 30 de Agosto (Día Nacional del Detenido Desaparecido), en los 30 de Noviembre (Aniversario del COFADEH), en los plantones del primer viernes de cada mes que le recuerdan al Estado que tiene una deuda pendiente con las víctimas de violaciones de lesa humanidad. Por su estado de salud asiste con menos frecuencia, pero sabe que allí está su familia, y encuentra el rostro de su hijo en pancartas, mantas, afiches y la historia que exige justicia.
Y es que era la mamá de un muchacho común y corriente que estudiaba y trabajaba, como lo compartió un día antes del 29 aniversario de su desaparición, cuando pasó por la oficina del Comité, donde inicia “La Ruta de la Memoria Histórica -ahora situado en el barrio La Plazuela-, ella iba para la Catedral, donde como es costumbre manda ofrecer una misa por su muchacho.
Hoy Roger tuviera 52 años, era el menor de seis hermanos, el consentido de la familia y tenía una buena relación con todos, no peleaba. La única vez que su madre lo miró ebrio, se enojó y lo regañó, recordó la señora.
“Un hijo es un privilegio para una madre, es lo mejor; sólo porque tenía sus ideas diferentes, me lo quitaron, se lo llevaron, no tuve ni siquiera el gusto de enterrarlo, porque cuando la madre entierra a su hijo, sabe que le va ir a poner una flor al cementerio, lo va ir a visitar ahí, pero ni eso”.
Ese privilegio de doña Elvia, le fue arrebatado hace 29 años. No volvieron a ver al cipote de la pañoleta rojinegra, al flaco, como lo conocían sus compañeros de juventud y lucha. Aquí surgió una pregunta, desde la sed de justicia de una madre ¿Dónde estás Roger?
*Periodista y Defensor de la Educacion Pública Universitaria en Honduras